Historias Joongdok

El Emperador

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El Emperador

Todo el mundo tiene el conocimiento de que si bien su Emperador Yoo Joonghyuk es el único que, teóricamente hablando, tiene el poder absoluto sobre todo y todos en el Reino de Occidente, la Emperatriz Kim Dokja es quien verdaderamente manda.

¿El Emperador está de acuerdo con algo? Eso no significa absolutamente nada hasta que se tiene la aprobación de su Emperatriz.

¿Planean atacar otro reino o mover tropas para defenderse de un ataque? El plan no se hará hasta que la Emperatriz de su aprobación, aún sea el propio Emperador quien lo haya diseñado o la urgencia sea extrema.

¿Deseas vivir una buena y pacífica vida? Nunca pongas en duda tu lealtad, educación o tus actos, pues la Emperatriz es tan fría y omnisciente que seguramente se enterará y al llegar la mañana tu cuerpo se encontrará en una zanja, o eso es lo que suelen decir los padres nobles para hacer temblar de miedo a sus hijos.

Tal vez se debía a que el Emperador estaba, sin dudas, enamorado hasta la muerte, que la autoridad de su esposa la Emperatriz era mucho más absoluta que la propia, pero nadie ahondaría más, nadie quería meterse en problemas.

Siempre se estaban juntos también.

Dondequiera que fuera su alteza la Emperatriz, el Emperador lo seguiría, como una especie de guardia real. Aunque no digas esto en voz alta, tal vez la Emperatriz se entere y se encargue de castigarte por ofender al Emperador, pues si bien su alteza el Emperador está sin dudas enamorado, la Emperatriz de igual manera era extremadamente leal y devota y, se presumía entre susurros, también se encontraba enamorado y no eran solo un matrimonio por conveniencia.

Un alfa, Emperador del Reino de Occidente, un omega heredero del Reino del Inframundo, conocidos del campo de batalla, luego prometidos y actualmente esposos, dirigentes absolutos extremadamente capaces que han dado prosperidad al pueblo desde la coronación de ambos, purgando corrupción y eliminando antes de su nacimiento los problemas desde la raíz.

En todo caso, mientras que el Emperador era, visiblemente, un alfa digno de la grandeza de lo que las damas imperiales solían susurrar entre risitas coquetas cuando estaban a solas y resguardadas en sus habitaciones alejados del castillo; grande, imponente, extremadamente guapo y con una mirada de acero, la Emperatriz era una belleza fría y fina con una lengua tan puntiaguda y venenosa como la de una serpiente; de no ser por el aroma dulce y el delicado rostro que lo delataban, sin dudas pensarían que se trataba de un gran alfa, respetado y lleno de presencia; fuera de eso, su actitud tan poco sumisa, contra todo pronóstico, siempre era alentada por su esposo el Emperador y los reyes de Inframundo, por lo que absolutamente nadie siquiera se atrevía a susurrar sobre las descortesías y malos modales del omega, y si lo hicieran, sinceramente, la Emperatriz tiene mejores cosas que hacer que tratar con chismes sobre sí mismo, por otra parte, el Emperador siempre ha sido muy bueno en cortar lenguas.

Una sonata suena en el salón principal, los violines y demás instrumentos tocando finamente una de las melodías favoritas de su alteza la Emperatriz; el agudo pero dulce y vigorizante sonido encantando a las personas dentro del gigantesco y glamuroso salón. Los distintos aromas de todos siendo aplastados sin demora por el potente y agradable olor a sándalo de su alteza el Emperador mientras miran bailar en perfecta sincronía a la pareja principal.

El traje negro y blanco con patrones en hilos de plata del Emperador lo hacen lucir con una acogedora bienvenida entre todos en el salón. Su cabello cual carbón bellamente peinado, los guantes blancos, los zapatos bien lustrados de un elegante negro también y los accesorios en plata y rubí como complementos finales y a juego con su pareja dan un porte elegante, digno y agradable mientras guía a su fiel consorte real con una mano posesiva en la cadera y la otra sosteniendo su mano. Su pequeña pero existente sonrisa y su dulce mirada sin alejarse del rostro ajeno.