Capítulo 5 💟 - Final.

95 10 1
                                    

Ran espero, durante todo el día, sin moverse de dónde la había dejado Amuro. Estaba decidida a esperarlo, pues si él no volvía ahí, ¿A dónde lo encontraría después?

Anocheció.

Estaba sentada en una banca fuera de la plaza, rodeada de montones de árboles de cerezo, cuáles el viento mecía y estos dejaban caer montones de pétalos.

Avisó a Kogoro que llegaría tarde pero no obtuvo respuesta.

Podía ver las estrellas reflejadas en el cielo, sintiéndose melancólica.

Su vida cambió demasiado en los últimos meses. Todo lo que creía del futuro, no era más que ilusiones del pasado. Nada de lo que había previsto, sucedería. Suponía, de una forma metafórica, que las flores habían madurado, al igual que ella.

Pero no estaba arrepentida, en cambio, se encontraba emocionada por ser una chica diferente a la de antes. No sería aquella Ran Mouri que se la pasaba llorando por el detective, sería la compañera de un magnífico agente de seguridad, un hombre amable y cálido.

Ran, sumida en fantasías, simplemente evitaba pensar en que recién horas antes le reveló su identidad.

Pero, ¿Estaba coqueteando con ella, no? Porque de lo contrario no la invitaría a ir a cualquier lado con él, ni escribirle en situaciones difíciles como esta. Además, a ella le parecía extremadamente guapo.

Sí, para Ran no cabía duda.

A la interperie y sola, sonría sonrojada como una tonta ilusa.

De pronto, los pasos cercanos y lentos la alertaron. Cuando dirigió los ojos a dónde venían, estos se expandieron con enorme alegría, pero al instante se tornaron preocupados.

Era el hombre a quién esperaba, ahora conocido como Furuya Rei.

—¡Rei...! —corrió sin pensar a él, hablandole sin vergüenza por su nombre real.

Amuro tenía un poco de sangre saliendo de la nariz y una posición de sumo cansancio, levantando con trabajo la cabeza para ver a Ran.

Ella intentó ayudarlo a recargarse sobre ella y comenzó a arrastrarlo.

—¡¿Qué fue...?! —se apresuró a interrogar preocupada.

—¿Qué haces aquí, Ran-san? —a pesar de su voz agotada, lo dijo firme.

—¿Eh?

Ran odiaba, con todo su puro ser, que él se dirigiera con ese tono algo molesto a ella, como si no quisiera verla.

—¡Yo...! —exclamó enojada.

—Fue muy peligroso que te quedarás aquí, Ran-san. Esos hombres... Son un verdadero infierno. —aquel tono que cada vez sonaba más y más diferente al usual, parecía estar furioso con dichos criminales. —Así qué... ¿Por qué no fuiste a llamar a la policía u algo así, Ran-san?

¿Qué no lo entendía?

—¡Porque estaba preocupada por ti! —dijo con notable desesperación, en seguida, sus ojos se llenaron de lágrimas. —¡¿Por qué no te das cuenta?!

Ahora, el rubio era el desconcertado.

—Ran-san... —su voz, apagada. Había descubierto un ligero detalle que no se esperaba, no deseaba saber y mucho menos provocar.

—¡Yo...! —sollozando. —¡Es que yo... te quiero, Rei!

Tan pronto habló, Amuro se apartó repentinamente de ella, sin importar sus heridas, marcando una distancia clara.

La veía con absoluta confusión.

—¿Cómo...? —murmuró.

Ran, sorprendida por su reacción, permaneció en silencio.

—¿Rei...?

—¿Desde cuándo...? —preguntaba jadeando.

—¡No sé! —chilló.

Alterado, se apresuró a ella y la tomó por los hombros.

—¡Es imposible, Ran-san! ¡Yo no quería que...! —se le veía demasiado consternado. —¡Ran-san, escucha bien!

La chica no tenía tiempo ni de reaccionar.

—¡¿Sabes por qué lo hice?! ¡¿Por qué estuve contigo estos días?! —hablaba alto y molesto. —¡Porque...! Porque me recordabas a mí. —susurró, sus ojos tristes conmovian a la joven. —Mis amigos... Todos se fueron... Entonces te vi... ¡Y pensé qué...! Pensé qué... Estabas tan sola como yo... Solo quería ayudarte, no... Esto. —nunca lo había visto tan lamentable.

Las lágrimas no dejaban de salir por los ojos de ella, sabía la dirección que tomaba su confesión.

Soltándola, continuó hablando.

—Ran-san... Escucha bien y, nunca lo olvides. Yo no soy el hombre que tú crees o imaginas... Nunca estaremos juntos. —las palabras cortantes pasaban por ella, quién no terminaba de procesarlas. —Tenemos edades y vidas muy distintas... es imposible, Ran-san.

El hombre se alejó lentamente, Ran, atónita, no podía responder nada.

Solo lo miró alejarse.

—Adiós, Ran... Me temo que no podremos seguir viéndonos. —se despidió, con esa frase que sabía que era para siempre.

Y el hombre que creyó había cambiado su vida, desapareció después de rechazarla bajo los árboles de cerezo que seguían dejando caer flores por dónde fuera.

¿Era esta la madurez?

Ya no lo sabía.

Se fue a sentar sobre las escaleras de algún lugar, Ran escondía su cabeza entre sus brazos mientras recargaba la misma en sus rodillas.

Nadie, ni el viento, pasaba frente a ella. Estaba sola, sollozando en silencio, evitando causar un escándalo.

Fue entonces, que escuchó pasos viniendo en su dirección. Pensó que había pasado toda la noche llorando y el amanecer la alcanzó.

De pronto, sintió las pisadas detenerse justo frente a ella, pero nadie hablaba.

Una escena que le resultaba familiar.

Antes de poder ver a dicha persona, unos brazos la rodearon en cálido abrazo.

Era Shinichi.

Tiempo después se enteró que Amuro había dejado Beika.

Fin.

Cherry Blossoms.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora