Capítulo 3. 💟

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Ran era demasiado joven para comprender más allá de una romance de ensueño con el chico que le atraía. No diferenciaba entre la buena intención de un amable hombre y el coqueteo que ella sola se había inventado.

Habituales se volvieron los constantes paseos y salidas junto a Amuro. Principalmente, cuando iba a por ella después de la escuela y la dejaba frente al departamento. La verdad es que a Kogoro dejó de molestarle e incluso le parecía una carga menos saber que su hija estaba en buenas manos.

Por cada día que pasaba, Ran se encontraba más y más emocionada por el supuesto nuevo romance ante ella. Ponía un poco de brillo sobre sus labios y arreglaba sus pestañas, además trataba de vestir con ropa de adulta, pero claramente, al rubio no le importaba y ni notaba.

Ahora, después de tantas veces siendo compañera del detective, se encontraban viajando en su auto. La brillante noche ya había llegado y Ran sentía estar en un sueño.

Una ligera música sonaba mientras ella observaba por la ventana del vehículo y el hombre tarareaba.

Pronto, la casual conversación surgió.

—¿Entonces, Ran-san, cómo estuvo tu día? —pues la llevaba de regreso a casa después de un largo día escolar.

—Oh, veamos... —recordaba. —¡Hoy volví a ganar la competencia de karate en clase! —decía orgullosa. —¡Y Sonoko estuvo animandome durante todo el día antes del evento!

—¡Maravilloso, Ran-san! Es muy bueno ver que ya no te encuentres triste.

—¿Eh...? —desconcertada, la chica de pronto notó algo fuera de lugar aquel comentario.

Pero antes de hablar, el celular del hombro sonó.

—¿Kazami? —preguntó al teléfono.

Ran se sintió confundida. ¿Quién le llamaba?

La alegre cara del rubio se tornó severa, a la vez que daba repuestas cortas y parecía pensar profundamente.

—Dame un momento, Kazami. Voy para allá. —colgó.

Quería preguntar, las ganas la consumían.

Amuro dejó el celular a un lado y siguió manejando, recuperando esa compostura amable.

—¡Perdón, Ran-san! ¿Qué decías...?

La chica lo miró insistente y no pudo más.

—¿Está... Todo bien, Amuro-san?

—¡Por supuesto! —con claridad, él no deseaba darle una respuesta detallada.

Llegaron al poco rato a la agencia de detectives. Ran no quería irse.

—Esto... ¿Amuro-san? ¿No vas a pasar al café?

—Ah... En un momento vuelvo, tengo que ir a comprar unos ingredientes.

—¿De verdad? —preguntó entusiasmada, obvio sospechando algo. —¿Por qué no te acompaño?

—Es tarde. —dijo cortante. —Mouri-sensei te espera.

Aturdida, Ran prefirió no decir otra palabra y bajó del auto.

—Gracias, Amuro-san. Buenas noches. —hizo una reverencia y de inmediato el coche se fue a toda velocidad.

La fantasía que de a poco se caía a pedazos, le hizo cuestionarse: ¿Conocía a Amuro?

Respuesta: No.

Viendo alejarse al vehículo, giró para subir las escaleras. Tan pronto lo hizo, se encontró con los ojos azules de su amigo de la infancia, a quién llevaba demasiado tiempo sin ver.

—¿Shinichi?

El detective está ahí, recargado en la entrada de las escaleras, esperando.

—¿Qué se supone que estás haciendo? —reclamó acercándose un tanto amenazante. —¿Por qué sales con ese hombre, Ran? —el tono, pasando de lo arrogante, intimidaba a la chica.

¿Qué podía contestarle a una persona, de quién estaba profundamente enamorada, pero la hizo sentir sola y abandonada?

—¿Ran, nosotros no...? —suplicante, nunca antes había visto al detective así, pero, ¿Cuáles sentimientos le mostraría? No tenía nada que decirle.

Sin embargo, Ran estaba triste por verlo, pues sabía lo que había hecho. Aún así, sus sentimientos cambiaron y no volverían al pasado.

—¿Por qué no llegaste a la cita de San Valentín, Shinichi?

Porque, no se habría encontrado con Amuro, no habría salido con él, no habría descubierto aquellas emociones tan intensas, de no ser, porque Shinichi hubiera llegado a tiempo a la cita.

Él permaneció callado.

—Yo...

—¿Lo ves? Siempre haces lo mismo. ¡Desapareces y nunca me dices a dónde vas! ¡¿Cómo quieres qué te espere, Shinichi?! ¡Nunca sé nada de ti! ¡Nunca me vines a ver! ¡Y nunca cumples tus tontas promesas! —las lágrimas comenzaban a salir de sus ojos, por fin, toda esa ira que guardaba logró irse.

Kogoro bajó corriendo al escuchar todo el escándalo.

—¡¿Qué pasa aquí?! —estaba borracho, pero al ver a Ran llorando y al tonto detective a un lado, se le pasó el efecto. —¡¿Pero qué...?! —furioso, tomó a Shinichi por el cuello de la camisa. —¡¿Por qué Ran está llorando, maldito detective de cuarta?!

No podía responder, no debía, por su bien.

Kogoro lo dejó caer al suelo.

—¡Vete de aquí, niño! —ordenó con una fría mirada. —No hagas sufrías más a Ran.

Sin poder actuar para recuperarla, el joven decidió irse, sabiendo que era el fin, aún cuando todo su esfuerzo desconocido para protegerla, fue en vano.

Ninguno de los dos podía explicar de manera correcta sus razones, ni el por qué se habían fallado el uno al otro.

Cherry Blossoms.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora