—¿Les gustaría esperar junto a katsuki mientras preparamos la cena?
El menor de los Matsuo miró a Seitan algo tímido, no sabía que decir frente a esa mujer. Era muy amable, por esa razón se sentía un poco incómodo, nunca había recibido la atención de una mujer de forma materna, porque así lo sentía el.
Dio las gracias, y los dos se dirigieron al sofá.
Seitan notando lo tenso que estaba su hermano, despeino su cabello.
Katsuki ni quería verlos, o al menos eso pensaba Seitan, creía que estaba incomodando y de cierta forma el también se empezó a incomodar.
Sin más, katsuki se levantó. Trató de caminar hasta las escaleras para subirlas, algo que no pasó desapercibido por el Matsuo.
—¿Quieres que te ayude...?
—¡No! ¡Yo puedo! No soy... Un inutil.
Seitan suspiró, recordaba que si quería ayudar al rubio, no tenía que preguntar.
—¿Que es tan gracioso? —preguntó el rubio a punto de salirse de sus cabales. ¿Porque Seitan Sonreía de esa manera? Le provocaba a explotarle la maldita cara.
—Nada, me dijiste que no necesitabas mi ayuda, adelante. Sube las escaleras—Sonrió de lado al ver que no decía nada, pero no se esperaba que el rubio comenzará a subir sin ningúna ayuda.
Pará Seitan había sido divertido molestarlo hasta que le Pidiera ayuda, pero el orgullo del bakugou le cerró la boca y ahora se sentía culpable al ver su expresión de dolor.
No lo pensó dos veces, avanzó hacia dónde estaba el rubio soltando un “permiso” Y se coloco frente a él, algo que frenó al rubio, le hizo señas con las manos para que subiera a su espalda mientras estaba arrodillado, de nuevo se sorprendió al sentir los brazos del menor abrazando su cuello, y sus piernas enredarse en su cintura. Sentía que se le salía el corazón, no era el momento para avergonzarse, sería raro.
Caminó por los pasillos con el rubio en su espalda, preguntándole cuál era su habitación. Le causaba cierta reacción cuando sentía el aliento caliente del menor en su cuello, la piel se le eriza, aunque de cierta forma odia que le hablen al oído, o sentir que le soplan en el cuello, pero con katsuki no era igual. De cierta manera lo ponía nervioso, tenía que controlarse o podría incomodar al rubio.
El contrario se bajó de la espalda del mayor, quien lo vio confundido. Katsuki se metio a la puerta de su habitación y antes de cerrarla soltó un “No creas que somos amigos solo porque me ayudaste, te lo pagué encontrando tu maldito anillo ahora largate y no vuelvas a mirarme siquiera pedazo de mierda” Seitan sin esperar a que el rubio terminará de hablar caminó a las escaleras restándole importancia.
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