00

884 35 2
                                    

Los días del verano suelen ser los más calurosos y esperados por todos, días en los que las vacaciones llegan y los estudios suelen concluir

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Los días del verano suelen ser los más calurosos y esperados por todos, días en los que las vacaciones llegan y los estudios suelen concluir.

Aunque... Al ver a los jóvenes sonreír por las calles del barrio, me hace anhelar estar en su lugar.

*Bip Bip Bip*

—¡Al fin llegas inútil! ¡Apresurate, muero de hambre!

Los constantes insultos de mis padres era lo único que no faltaba en mis días. El encargarme de la cocina se convirtió en mi rutina diaria desde que terminé la preparatoria, al igual que la limpieza de la casa, comprar la despensa y lavar la ropa.

Mi padre aportaba con el dinero de vez en cuando, endeudadose cada vez más desde que decidió dejar de trabajar, y mi madre se encargaba del resto de los gastos ganando dinero en apuestas. El par perfecto de alcohólicos, abusivos y holgazanes.

—Lleva esto a mi marido, date prisa y quita esa cara de miseria que tienes niña.

—Oye mocosa, traeme una botella de alcohol.

—¿Haz comprado más alcohol?. ¡¿Acaso haz encontrado un nuevo trabajo?!

—¡Guarda silencio mujer!. Además, el dinero que trajiste la última vez aún nos durará para un par de días más.

—Agh, almenos deberías intentarlo. Estoy cansada de ir a trabajar cada noche para tus vicios.

Y esa discusión duró durante toda la cena. Pasando las 9 de la noche ya me encontraba en mi habitación, la cual era el cuarto de lavado donde había podido acomodarme durante los últimos 14 años.

Después de cada cena no tenía ningún motivo por el cual subir, pero esa noche fue diferente. El reloj en la pared marcaba las 10 p.m. y las luces aún seguían encendidas en la sala, el televisor encendido y un par de risas divertidas frente a él.

Sin duda eran ellos, junto a unas cuantas botellas vacías a su alrededor. Quise evitar que me vieran o escucharán, así que me cole por la cocina tratando de llegar al baño. Pero mis oídos habían llegado a captar algo curioso.

—Por cierto, ¿cuantos años tiene ya esa mocosa?

Enseguida supe de quien hablaban a juzgar por su tono grotezco.

—¿América? Mmm, creo que cumplió los 20 el mes pasado.

—Hmm ya esta en la mejor edad jeje.

—¿Ahora que es lo que balbuceas?

—Mujer, he estado pensando y tengo la solución definitiva a nuestros problemas financieros.

Mi atención estaba más que centrada en ellos, tanto que ese dolor insoportable de estómago que había estado conteniendo desapareció por completo, quedando atenta a sus palabras.

EN LAS MANOS DEL PSICOPATADonde viven las historias. Descúbrelo ahora