JAEBEOM. 2/2

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Después de que salieron del trabajo, Youngjae se quedó inquietantemente callado. Seguía mirando hacia atrás a la caja de zapatos en el asiento trasero como si fuera un animal salvaje a punto de atacarlos si le daban la espalda por demasiado tiempo. Jaebeom asumía que la clase de la tarde de Youngjae había ido bien después del encuentro que tuvieron en la biblioteca, pero se negaba a romper el silencio en caso de que no fuera así. Era solo que no estaba del todo seguro sobre cuál sería la respuesta correcta en esta situación.

Los libros de relaciones que había estado leyendo decían que era costumbre preguntar cómo había ido el día de tu pareja, pero dado la forma en que había comenzado el de ambos, parecía absurdo dejar caer una pregunta tan mundana entre ellos. Aun así, no quería que él pensara que no estaba intentando hacer todas las cosas que hacían los novios de verdad. Cuando miró a Youngjae, Jaebeom deseó poder sentir la misma preocupación y empatía que sentiría una persona normal, en lugar de esta insaciable
curiosidad por pincharlo, por saber qué estaba pensando o sintiendo.

Hyunwoo solía decirle a Jaebeom que las personas no eran ratas de laboratorio con las que jugar y experimentar. Pero Jaebeom no pensaba en Youngjae de esa manera.

Realmente no.

Aunque no tenía idea de cómo se suponía que debía darle a Youngjae lo que necesitaba, tal como decían en los libros de relaciones, si no lo picaba para descubrir qué cosas funcionaban mejor para él.

Hyunwoo le diría que era mejor si solo le hablaba al respecto.

Se las arregló para contener la lengua hasta que empezaron a moverse entre los coches aparcados fuera de un complejo de apartamentos limpio y cerrado. Cuando Jaebeom dijo que iba a instalar un rastreador GPS en el coche de Park, Youngjae insistió en ir con él. No le importaba la compañía, pero le preocupaba que pudiera haber un encuentro accidental que comprometiera el elemento sorpresa. Aun así, no pudo rechazarlo.

Simplemente le gustaba estar en su presencia.

Jaebeom se detuvo en la casilla de llamadas fuera del complejo y revisó el directorio, comenzando con la letra A.

Fueron necesarios dos intentos antes de que alguien contestara el teléfono y oprimiera sin cuestionar el botón para abrirles la puerta.

—¿Cómo sabías que funcionaría? —preguntó Youngjae.

Jaebeom se encogió de hombros.

—No lo sabía, luego de algunos intentos fallidos, habría hecho que Jessi interviniera la puerta, pero, la gente es notoriamente indiferente a la hora de permitir que otros ingresen a sus comunidades, asumen que están allí por
alguna razón o lo racionalizan diciéndose que no es como si sus puertas estuvieran
abiertas.

Youngjae asintió con la cabeza, pero se quedó en silencio una vez más. Se deslizaron lentamente por el laberinto de apartamentos en busca del edificio de Park. Youngjae asintió con la cabeza hacia un ascensor de dos pisos a la izquierda.

—Por ahí, ese es.

Jaebeom escaneó el estacionamiento. Los espacios no estaban asignados.

—Ahora, solo necesitamos encontrar su auto.

Youngjae siguió mirando por la ventana.

—¿Y si no está en casa?

—Entonces esperamos.

—¿Qué pasa si él está ahí afuera lastimando a otra chica? —Youngjae preguntó de nuevo, ansioso.

Jaebeom suspiró.

—Entonces no hay nada que podamos hacer al respecto.

El silencio pesado regresó. Jaebeom echó reversa con el auto prestado hasta uno de los espacios de estacionamiento vacíos y apagó las luces. Su Mercedes costaba más de cien mil dólares. Si bien se trataba de un complejo bastante exclusivo, su automóvil habría destacado y lo último que deseaban era ser notados. En cambio, se habían llevado la camioneta Ford de su padre, uno de los varios autos que tenía.

FEELS [2JAE] #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora