Todo estaba en silencio tras la aparición de la Arturia de Rojo, la cuál tenía una cara seria, mientras miraba a su alrededor.
La cara de los Servants (menos Iskandar, que reía ante la situación de manera jovial) y los Masters era un poema.
- Esto es imposible - pensó Irisviel von Einzbern.
- ¡¿Pero qué demonios...?! - eran los pensamientos de Lanturia.
- Imposible - pensó Kaineth algo asustado por las posibilidades negativas de éxito de la Guerra del Santo Grial.
- Esto es muy curioso - pensó Diarmuid, siendo que, sin saberlo, era el mismo pensamiento de Iskandar.
- ¿Cómo es esto posible? - pensaba nervioso Waver Velvet.
- ¡¿Dos de padre?! - reclamó Mordred.
- Tú... Maldita... - dijo Gilgamesh con creciente ira al reconocer algunas de las espadas.
- Esto es imposible, el Grial no puede hacer esto - dijo Kiritsugu.
- ¿Órdenes, Kiritsugu? - preguntó Maya por el comunicador.
- Sigue vigilando a Assassin, yo seguiré observando el campo.
- Entendido.
En la iglesia.
- Esto es, cuanto menos, bastante impresionante, maestro - dijo Kirei a través del "rústico" comunicador.
- Tienes razón; sin embargo, tenemos que cuidarnos: otra versión distinta de la Lancer Einzbern con la capacidad de atacar a distancia con espadas y posiblemente más armas... Hay que vigilarla.
- Entendido. Enviaré un Assassin y trataré de que no lo encuentre.
De vuelta al muelle.
- ¿Qué pasa? ¿Te duele que "tus" "tesoros" sean copiados? - provocó Arturia con tal ironía que su versión Lancer se preguntó si no sería suicida.
- Tú... ¡Estás muerta! - exclamó Gilgamesh, abriendo más su Gate of Babylon y sacando más espadas, lanzas y hachas que salieron inmediatamente hacia su objetivo, la cuál creó dos espadas hechas de ¿Cristal?.
(Si es necesario, poner en bucle el soundtrack desde el segundo 00:16).
(Así sería tanto la invocación de espadas en aquél momento como el diseño de estas).
En ese momento, con rápidos movimientos desvió las armas de Gate of Babylon.