- Maldición - Arturia maldijo mientras iba a toda velocidad en su forma espiritual hacia el castillo Einzbern.
Habría llegado antes de no ser porque, cuando salió del barrio, se encontró de casualidad con Kariya y Berserker...
Y bueno... Mucha destrucción antes de poder despistarlo.
Maldecía ese contratiempo, pero ahora viajaba muy rápido y esperaba no llegar tarde...
Con Lanturia, EMIYA y Diarmuid.
Estos empezaron a ganar terreno contra las criaturas de Caster, principalmente porque Lanturia sabía su punto débil: su libro.
Algo que le contó a ambos guerreros que la ayudaban.
Eso fue crucial para saber cómo podrían vencerlo: si Diarmuid, o Archer EMIYA con una copia de la lanza roja, podía alcanzar el libro, se acabará el ejército.
Aunque no estaba resultando muy fácil, ya que debían evitar los ataques de las criaturas demoníacas de Caster.
Cada vez habían más, pero lograron mantenerse un poco más hasta ser acorralados por cientos, tal vez miles de criaturas, habiendo cambiado la ventaja y no poder aprovechar el bosque para atacar a Caster desde otro punto.
- ¡¡JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA!! ¡Vamos, Jeanne, ¿Acaso tú y tus subordinados no no pueden contra mis queridas criaturas? ¡¿Acaso no recuerdas aquella última batalla y tu mayor humillación?!! - gritó Gilles de Rais con gran locura hasta que sintió un escalofrío y, medio segundo después, una "flecha" le perforó el brazo y le quitó el libro de las manos... Y esa "flecha" se convirtió en una copia de la lanza roja de Diarmuid (Fin del OST) - ¡¡¡NOOOOOOOOOOOOO!!! ¡¿Quién ha sido?! - dijo mientras Lanturia, EMIYA y Diarmuid se acercaban a él.
Caster recogió su libro y se marchó, jurando que volvería a por "su" "doncella virgen".
En esos momentos, con Mordred y Caster.
El bosque había perdido parte de sus árboles: en parte por la espada de Mordred, en parte por los hechizos de Caster.
- ¡Vamos, Caster, no puedes vencerme así: lucho de corta distancia! - le recordó lo obvio Mordred.
Pero no esperó lo siguiente...
- ¡Tienes razón, Saber: cuando no sirven los hechizos, sirve un buen derechazo! - con un hechizo de teletransporte, se acercó demasiado a Mordred demasiado rápido y le dio un potente golpe reforzado con prana.
- ¡Eso está mucho mejor! - escupiendo sangre, Mordred la elogió antes de recibir otro puñetazo, esta vez en el estómago, un golpe que abolló la armadura y le hizo daño.
- ¿Qué puedo decir? Sé hacer más cosas que lanzar hechizos a distancia - dijo mientras sacaba un cuchillo de una funda de debajo de su falda para luego imbuirla en prana.
Hasta que se escuchó un rugido de una bestia.
- ¡¿Pero qué...?! - ambas vieron incrédulas cómo aparecía un gigantesco humanoide con una espada hecha de ¿Piedra?