¡Otra vez Dumbledore!

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La pelea en el Gran Comedor fue el mismo día que la clase de pociones. El siguiente capítulo al día siguiente de la clase de pociones y la pelea durante la cena.

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Severus y Harry miraron la gárgola.

—¿Estás listo?

Harry sabía que iba a ser una larga, aburrida e inútil reunión. Aún quería hechizar a Ron por su arrebato en el Gran Comedor que provocó que Dumbledore lo llamara a su oficina. Hermione y Ron lo habían estado persiguiendo todo el día porque no lo vieron en el dormitorio anoche ni esa mañana.

—Ya le presenté el contrato al ministerio.

El contrato era muy simple; se aseguraron de mantenerlo libre de lagunas y dejar claro que Harry sería el aprendiz de Severus por los próximos tres años. Severus se aseguró de agregar que Harry aún permanecería en Hogwarts como su aprendiz y asistente si se graduaba antes. Ellos sabían que él se graduaría de Hogwarts mucho antes de lo que Dumbledore quería, pero no se lo iban a decir. Ninguno de los dos planeaba quedarse ahí más tiempo de lo necesario si Dumbledore todavía está ahí.

El mayor problema que tendría Dumbledore sería que Harry no regresaría con sus parientes y que él ya no tendría nada que decir en su vida porque ya no era su tutor mágico. Ellos habían visitado Gringotts temprano esa mañana para terminar los contratos y se enteraron de una sorpresita que los ayudó mucho.

Retrospectiva

Severus se encontró con Harry afuera de su oficina. No eran ni las seis de la mañana y ellos estaban cansados. Se habían quedado despiertos hasta pasada la madrugada trabajando en los detalles del contrato con Minerva como testigo.

—La profesora McGonagall ya ha preparado nuestra coartada en caso de que lleguemos tarde al desayuno. Le va a decir al director que te saqué temprano esta mañana para una detención.

Harry no respondió porque estaba bostezando. Parecía listo para quedarse dormido de pie.

Severus le entregó una taza de café.

—Bebe un poco. Conseguí que los elfos me dieran dos tazas para llevar.

—El néctar de los dioses —murmuró Harry, dándole un sorbo.

Salieron de Hogwarts y, una vez que estuvieron afuera de las protecciones, se aparecieron en el Callejón Diagon. Ninguna de las tiendas estaba abierta, pero si vieron a los trabajadores o a los propietarios dirigirse a sus respectivos negocios.

Severus ni siquiera se molestó en pedir hablar con el administrador de cuentas de los Potter. Había arreglado anoche que su propio gerente de cuentas se reuniera con ellos después de enviar a Minerva a que lidiara con Dumbledore para evitar la reunión de anoche. Harry no estaba seguro de si el duende podría ayudarlos, pero planearon llamar al gestor de cuenta de los Potter si era necesario.

—Me sorprendió un poco su misiva anoche, profesor Snape. Por lo usual, solo lo veo durante las vacaciones escolares —expresó Ironclaw después del tradicional saludo de los duendes.

—Es un gran honor que usted haya aceptado. Potter y yo tenemos unos problemas que esperamos que usted nos ayude a solucionar. Lo más importante es convertirme en el tutor mágico del señor Potter. Le ofrecí un contrato de aprendizaje y él aceptó, pero sabemos que su actual tutor mágico no lo permitirá.

Ellos explicaron con rapidez lo del Cáliz de Fuego y los juramentos.

Normalmente esto no sería permitido, pero Ironclaw lo vio como una forma de deshacerse de las dos cuentas más importantes de Dumbledore y conservar la buena reputación de las familias Prince, Potter y Black.

Leones contra serpientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora