"𝕷𝖆𝖘 𝖈𝖆𝖗𝖙𝖆𝖘 𝖑𝖆𝖘𝖙𝖎𝖒𝖆𝖓"- ¡SCP 096 Human!

"¿Carta 05?"

Un pequeño niño entro a la mansión en donde vivía, secando las lagrimas de su único ojo con las muñecas. La sirvienta de la casa dejo de barrer para observarlo, una sonrisa tierna pero que demostraba preocupación se formo en las comisuras de sus labios.

—¿Qué pasa?– La joven mujer pelirroja se agacho a la altura del niño, apoyando levemente su cuerpo sobre la escoba en sus manos.

El pequeño albino sollozo un poco antes de responderle a la mujer a su lado.

—Quiero a... a mi padrino– A pesar de su voz entrecortada, Bella entendió lo que dijo. Asintiendo con calma, dejo que su mano revolvía los cabellos rubios de Andrew.

—Está bien– La pelirroja encorvo la espalda –Tu padrino está en la biblioteca. Ven, te llevare con él– Ella extendió su mano al niño, el cual la tomo aun con las lagrimas rodando por su mejilla.

Bella guio al pequeño hasta la biblioteca, Andrew todavía no se aprendía cual era cada habitación, a pesar de ya estar tres meses y medio viviendo con su tutor, se seguía perdiendo con facilidad.

Alexander, el que se encontraba buscando un libro para su trabajo, escucho que una de la grandes puertas doradas fue abierta, el ruido chirriante de las partes metálicas las delato sin vergüenza. Percibió el sollozo de su ahijado junto a la hermosa voz de la sirviente, suspiro con pesadez especulando lo que pasaría.

Apenas salio de entre las enormes estanterías y el pequeño rubio se aferro a su pierna entre lagrimas, Ale acarició su cabeza, llevando una mano a su ceño fruncido con cansancio. El hombre mayor se agacho junto al niño, envolvió sus brazos sobre el cuerpo del niño rubio, para así poder alzarlo y cargarlo con algo de dificultad. Andrew era un niño muy alto para su edad, a pesar de ser muy flacucho, pesaba más que un niño normal y eso le era un problema para su tutor, él cual no estaba ni acostumbrado a cargar niños, menos sabía cómo calmarlos.

El adulto de cabellos azabaches acaricio la espalda de su ahijado, este último hundió su cara en el chaleco de su traje. La mano del mayor golpeaban suavemente su espalda, su brazo izquierdo servía de soporte para que Andrew se mantuviera sentado, a pesar de que este mismo brazo temblaba un poco.

Él y Bella hablaron por poco tiempo, no fue nada del otro mundo, el millonario le ordeno a su sirvienta que volviera a las tareas domesticas, dejándole en claro que el se encargaría del pequeño desde ese momento.

Alexander gruño un poco antes de hablar.

—¿Qué pasa, Andrew?– Le pregunto, él tomo asiento en la silla frente a su escritorio.

—Jack se volvió a burlar de mi– Andrew ya se había calmado un poco, pero recordar los insultos y golpes de su compañero provoco que llorara de nuevo.

—Ugh, maldito mocoso– El mayor murmuro para si mismo, pellizcando su nariz con suavidad –Hablare con tus maestros después. Pero trata de ignorarlos, es lo mejor– A pesar del tono cariñoso que adquirió su voz, el pequeño niño albino se notaba deprimido. Eso era común, por más que intentaba animarlo con palabras dulces, esas mismas no eran suficientes.

Los dedos de Alexander tocaron el escritorio de madera cómo si estuvieran tocando las teclas blancas de un piano. Al menos así fu hasta que su mirada de ojos plateados se toparon con un libro de tapa azul cielo.

—¿Quieres ver algo lindo?– Su mano derecha se aferro al libro mencionado. Andrew lo miro confundido.

Usando solo esa mano abrió el libro en una pagina al azar, en ella estaba finamente impresa un dibujo de una noche repleta de bellas constelaciones cómo fondo. En el frente parecía haber una mujer de pie sobre un balcón, vestida con un vestido que mantenía un degradado similar al de los atardeceres en las calientes playas. Un brillo curioso se vio en la pupila del rubio, Alexander sonrió.