Juventud

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Cuando Lan WangJi y Jiang Cheng se conocieron tuvieron una muy mala impresión del otro.

Jiang Cheng llegó a Gusu con los nervios a flor de piel. Era algo importante y su prioridad era no deshonrar a su clan. Su madre se había cansado de recordarle que allí todos los ojos estarían sobre él, que los representantes de las diferentes sectas evaluarían su desempeño para determinar si seria o no, un buen líder en el futuro.

Durante sus clases en Gusu, podría conformar relaciones con las diferentes sectas a futuro y debería aprovechar al máximo esa posibilidad. Por lo tanto, eso significaba que debía resaltar en todo lo que pudiera. Cualquier fracaso seria prueba de su debilidad y de su poca aptitud de liderazgo. Tenía que demostrar que tenia la fortaleza y capacidad necesaria para liderar.

Hacia tiempo, Jiang Cheng aprendió que una buena manera de mantener en orden la presión era tratando de estar solo. Debía ser amable con la gente de su mismo rango, un poco soberbio con los de menor rango; porque eran ellos quienes deberían esforzarse en forjar lazos con él, pero sobre todo, nunca bajar la guardia con nadie.

Cuando Lan Zhan notó eso del joven Jiang, pensó que no merecía su atención. No le interesaba relacionarse con alguien así. Aunque en el fondo sabia que él también buscaba excusas para no acercarse a nadie.

Aunque Lan Zhan no tenia las mismas presiones que Jiang Cheng, siempre había sido un niño solitario, aplicado, y siempre seguia las reglas de su secta. Dejarse llevar por las emociones nunca era sido bueno.

Como siempre, su tío le había dado la tarea de vigilar a sus visitantes para asegurarse de que ellos comprendieran las reglas y no interfirieran en las obligaciones y labores de la secta.

A medida que las clases transcurrían la ansiedad y molestia de Jiang Cheng crecía más y más al verse siempre superado por Lan WangJi. No importaba cuanto se esforzara, cuanto estudiara o practicara, el Lan era siempre mejor.

En un ataque de rebeldía frustrado tras una práctica de espada, el joven Jiang se alejó del centro de la secta y comenzó a caminar para intentar calmarse. Podía imaginar lo que su madre diría cuando sus compañeros de secta le dijeran que siempre fue superado por uno de los Jades. Casi deseaba poder seguir caminando y no enfrentarse a ella, ni a sus responsabilidades nunca más.

Cuando se sintió agotado, dejó de caminar y se dio cuenta que se había alejado demasiado y que pronto seria la hora dispuesta por la secta para que todos estuvieran en su habitación. El castigo a incumplir eso era copiar las malditas reglas con el bloque de hielo. Furioso por llegar a eso, se apresuró a regresar. Ni siquiera podía volar ya que había agotado su energía en la practica y con su caminata.

Al llegar completamente exhausto y agitado, Jiang Cheng sintió ganas de llorar cuando vio que el guardia de turno era Lan WangJi. Se sentó al pie de un árbol escondido para que este no lo viera, e intentó pensar en como entrar sin ser visto. Lo ultimo que necesitaba era otro error.

Debió quedarse dormido porque fue despertado por el leve golpe de una espada en su mejilla. Luego, vio un par de ojos dorados y su pecho se hundió. "Idiota" se dijo a si mismo y tratando de mantener su rostro impasible se puso de pie y enfrento al Lan.

—Es tarde — el Lan dijo como si recitara y Jiang Cheng quiso golpearlo. Solo el temor a las consecuencias con su madre lo evitó.

—Lo sé —respondió sin dar una excusa porque no tenia ninguna, y obviamente no le diría que casi tuvo un colapso solo porque no pudo vencerlo en las prácticas de espada.

El Lan frunció levente el entrecejo por un instante, antes de mirarlo con la misma expresión fría y cerrada de siempre.

—Sabes cuales son las consecuencias.

IMPROBABLES (ZHANCHENG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora