9° Prologo

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Pov narrador

La tierra... Un planeta tan conocido pero, desconocido a la vez.

Hace a penas unos 500 años, las personas vivían su vida tranquilamente, comerciando con pieles, realizando intercambios y gobernando varios países.

Sin embargo, todo eso cambió cuando una noche, sin previo aviso, una gran fisura se hizo presente en el suelo de una colina.

Cuando dicha fisura se realizó, salió una infinidad de fuego que quemó los alrededores, volviendo toda la vegetación de la montaña cenizas y dándole un aspecto gris, a la par que esto servía para advertir a los ciudadanos cercanos de que algo muy malo estaba a punto de suceder...

Después de que el fuego dejase de hostigar a la vida de aquella zona, una pequeña torre salió del hueco que se había quedado en la tierra, elevándose hasta el punto de volverse un castillo de apariencia tétrica que alcanzaba los 100 metros de alto, quedando bien a la vista de una atemorizada población.

Después de que el fuego dejase de hostigar a la vida de aquella zona, una pequeña torre salió del hueco que se había quedado en la tierra, elevándose hasta el punto de volverse un castillo de apariencia tétrica que alcanzaba los 100 metros de alto...

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Cuando todo el castillo emergió de las profundidades, una infinidad de gritos se escucharon en la grieta, de la cual estaban empezando a salir manos que buscaban escapar de ese hueco.

Cada mano era distinta, algunas tenían formas de zarpas, otras eran gigantes, algunas tenían escamas... Pero todas tenían algo en común, buscaban salir de esa maldita grieta.

Poco a poco, las manos sacaron a varios seres desconocidos para el ser humano, tales como hombre lobo, espíritus elementales, hidras y una gran cantidad de razas de monstruos.

Sin embargo, había una persona, si es que a caso se le puede llamar así, que destacaba sobre todas las demás...

Está figura se encontraba en lo alto del castillo, situándose de forma que su silueta se viera reflejada en la luna llena que había aquella noche.

La figura tenía una forma grotesca y muy musculada, su piel era de un azul tan oscuro que parecía la profundidad del mar, en su espalda, un par de alas se estiraban imponentemente.

Sus brazos estaba recubiertos de una armadura de metal que hacía juego con el par de cuernos que brotaban de su frente estirandose enormemente hacia su espalda.

Y, por si esto fuera poco, un par de orbes rojos hacían resaltar su poder y rabia, dando a entender que había llegado a ese lugar para quedarse y no volver a su antiguo hogar.

Aquel ser era la mismísima representación de un demonio... No.... De un rey demonio

 De un rey demonio

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