10 | Desde Esa Tragedia

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No hubo remedio para mi familia. Dejamos el estudio y mi madre salió al exterior para alimentarnos. Transcurrieron los meses... Estábamos solos. Lloraba al raz de la luna, llamando en la oscuridad a la figura paterna que jamás volvería... Era tan frágil como mi edad y entonces conocí a las personalidades que me acompañan hasta el día de hoy.

Yo y mis hermanos fuimos tachados cómo locos, pues escuchaban extrañas voces en nuestro cuarto. Por culpa de esto tomé la decisión de dejarlos, pero esto cambió. No por la aceptación del mundo íbamos a abandonarlos. Así comencé a escribir cuentos, rimas, los cuáles perdí por una vela.

Ellos me hacen olvidar mi pasado y las tragedias que aún ocurren. Sacaron a luz un nuevo comienzo, una razón. Pintaron de colores el matiz gris de mi lienzo. Es así como nacen mis amigos imaginarios y yo, por cierto.

Ellos nos ayudaron a sobrellevar esa tragedia.






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