Ganar, perder o Draal

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Jim se encontraba sentado en el auto de su madre, afuera de la estación de polícia. Bárbara se encontraba en la acera hablando con el maestro de su hijo, el señor Strickler.

En el auto, Jim estaba perdido en sus pensamientos, reflexionando lo que había sido su descubrimiento de esta noche.

- ¿Esa mujer era una especie de trol cambiaformas? - Jim hablaba consigo mismo. - ¿Habrá más como ella? ¿Caminan entre nosotros? - Abrió los ojos ante este pensamiento.

El Cazatroles sacó su teléfono y vio la foto que había alcanzado a tomar en el museo. Observó la silueta de la enorme estructura en forma de puente.

- ¿Dónde he visto este puente antes? - Jim entrecerró los ojos, luego los abrió al darse cuenta de algo. - Es el mismo del que Blinky estaba hablando.

El Cazatroles recordó la historia que su entrenador le había enseñado. La historia del puente Muertenfrente. La realización golpeó a Jim de repente. Tomó una buena bocanada de aire al mismo tiempo que levantaba la cabeza, con los ojos bien abiertos.

- Están tratando de liberar a Gunmar. Esto es malo. - Jim se llevó una mano a la cabeza. - Tan pronto llegue a casa debo ir con Blinky y Aaarrrgghh.

Los pensamientos de Jim fueron cortados cuando su madre abrió la puerta del auto y se subió.

- Realmente no tenía que pasar por todos estos problemas, Señor Strickler. - Bárbara se abrochaba el cinturón, mientras hablaba con el maestro desde la ventana del pasajero.

Jim se apresuró a guardar su celular y se dio cuenta de que Strickler se inclinaba por la ventana.

- Por favor. Llámame Walter. - Strickler respondió en tono amable. - Lamento que tuviéramos que reunirnos en circunstancias tan lamentables.

- Debe haber una forma en la que pueda pagarle. - Barbará insistía. - ¿Café? ¿Cena? ¿Remoción de apéndice?

Jim escuchaba la conversación que tenían los dos, con una ceja arqueada.

- Yo... un café sería una delicia. - Contestó Strickler. - Y un control del apéndice.

- Estoy deseando que llegue, Walter. - Bárbara le sonrió.

El Señor Strickler miró a Jim antes de marcharse, dándole una advertencia discreta.

- Ten cuidado, Joven Atlas. La próxima vez, las consecuencias podrían ser más graves. - El maestro de marchó.

Jim se volvió a su mamá con el ceño fruncido.

- ¿Acabas de pedirle a mi maestro una cita?

- No te atrevas a decirme nada. - Bárbara levantó la voz, haciendo retroceder a Jim. - ¡Irrumpiste en un museo! ¿Por un aparato que perdió tu amigo? - Jim le dio una sonrisa nerviosa. - ¡Estás castigado hasta que te disculpes con esa mujer!

Bárbara puso en marcha el auto y luego señaló con el dedo a su hijo.

- ¿Me entiendes?

Jim soltó un gran suspiro mientras bajaba la mirada.

- Sí, mamá.

Una vez que llegaron a casa, Jim se fue directo a su habitación. El Cazatroles arrojó su sábana sobre unas almohadas en su cama, para luego empezar a escabullirse por la ventana.

- Lo siento, mamá.

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Jim se encontraba en Mercadotrol, sentado en una mesa en la taberna, enseñándoles la foto en su teléfono a Blinky y Aaarrrgghh.

- ¿Estás seguro? - Pregunta Blinky. - ¿Estás incuestionable, inequivocadamente...

Trollhunters - Ir por tu cuentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora