6. Entregarse al Caos

15 1 1
                                    

Diona aguardaba en el cuarto caminando de un lado a otro con un rostro de preocupación y tratando de curarse del miedo que sintió al entrar a la demacrada habitación. No quiso entrar, pero los constantes sonidos de pasos le obligaron a superar sus temores y quedarse ahí, esperando.

El sonido de las oxidadas bisagras de la puerta la sobresaltaron y casi por instinto se escondió tras un cúmulo de papeles hasta que vio a Sayu asomando su cabeza en la habitación; por lo que decidió salir con calma para no alterar a su compañera, quien, al verle, suspiró aliviada y le hizo señas a Dori y Qiqi de que era seguro entrar.

—¿Dónde está Klee? —preguntó Diona con nerviosismo.

—Aquí —respondió Qiqi mientras entraba en la habitación con una debilitada Klee en brazos.

Diona se asusto al ver el estado de su amiga, por lo que rápidamente empezó a juntar todos los papeles y cosas suaves que había cerca para hacer una cama improvisada. Mientras hacía eso, se empezaron a escuchar ruidos en los ductos de ventilación, para acto seguido, golpes en una de las rejillas; Kusanali logró salir una vez cedió aquel obstáculo.

Dori se acercó para ayudar a Kusanali a levantarse, pues esta se veía muy cansada por el viaje que tuvo que hacer.

—¿Se encuentra bien? —preguntó Dori.

—Sí, solo muy agotada —respondió Kusanali con agitación.

Una vez logró calmarse un poco, volteo a ver al grupo completo.

—Ninguna se quedó atrás... —dijo optimista.

—Pero Klee está muy débil —intervino Diona—, no creo que pueda levantarse.

Qiqi la había dejado con mucho cuidado en la cama improvisada. Kusanali se acercó a Klee para analizarla, y una vez se cercioró de que no tuviera heridas graves, puso la mano en su frente y comenzó a recitar algo en una lengua inentendible para nadie más que ella. Una tenue luz verde claro empezó a rodear a Klee, sanando sus lesiones superficiales y ayudándola a recuperar su energía; Kusanali sonrió y aquella luz desapareció.

El resto del equipo (con excepción de Dori) se habían asombrado mientras trataban de entender lo que había ocurrido, hasta que Klee comenzó a despertarse.

—¿Qué...?

Intentó hablar, pero se sentía demasiado confundida para decir cualquier cosa.

—Cálmate Klee, estás a salvo. Mi nombre es Kusanali y vine a ayudarte junto a tu amiga Diona y otras personas.

Kusanali le hizo señas a Diona para que se acercara; esta no contuvo su emoción y abrazó con fuerza a Klee mientras lloraba.

—Me alegra volverte a ver...

Klee se mantuvo en silencio, correspondiendo el abrazo con algo de dificultad. Kusanali se alejó para darles su espació y fue a reagruparse con el resto.

—Ya me gustaría tener una amiga que se preocupara por mí de esa manera —le dijo Dori intentando aliviar el ambiente.

—Tal vez si lograras comprar una amiga —le respondió Kusanali con tono burlón.

—¿Señorita Kusanali? —preguntó Sayu con algo de miedo.

—¿Qué ocurre?

—¿Puedo preguntar qué hizo para curar a Klee?

—Un conjuro de sanación especial.

—¿Y usted tiene más poderes?

—Por supuesto, pero la mayoría de ellos no funcionan aquí por la falta de vegetación y el frío extremo.

—¿Y entonces como podremos escapar?

Hubo un momento de silencio.

—Esa es una excelente pregunta... Vamos a analizar la situación.

Mientras aquel grupo intentaba crear un plan de huida, Diona fue a buscar las cosas de Klee, las cueles había dejado en una esquina de la habitación, y se las dio junto a su ropa.

—¡Dodoco! —gritó de la emoción al ver su mochila y su valioso peluche— Gracias al Arconte Anemo que estás a salvo.

—En esta ocasión fue gracias a la Arconte Dendro —bromeo Diona.

Klee volteó a ver al resto de las chicas, las cuales aún seguían discutiendo.

—Gracias por haber traído a tantas amigas nuevas —dijo con inocencia—; me las tienes que presentar a todas.

—En cuanto salgamos de aquí —respondió Diona con optimismo—, pero antes ponte tu ropa y prepárate para cualquier cosa que nos pida Kusanali.

Diona dejó a Klee sola para darle privacidad y fue a reunirse con el resto del equipo.

—¿De qué están hablando? —dijo, interviniendo de golpe en la plática.

—De un posible plan de huida —respondió Kusanali.

—¿Y ya lo tienen?

Todo el grupo se quedó callado.

—En realidad tenemos varios —comentó Sayu— solo que a Kusanali no le convence ninguno.

—¿Y porqué no? —preguntó Diona.

—Porque estoy segura de que Dottore ya tiene previstos casi todos los escenarios.

—Y si ese fuera el caso, ¿porqué estamos aquí?

—Porque el sadismo de Dottore le pudo más —explicó Kusanali—: si él hubiera querido, nos pudo haber atrapado nada más cruzar la grieta, pero no: quiso jugar al gato y al ratón con nosotras y le salió mal.

Todas permanecieron en silencio, pensando en sus posibilidades.

—¿Y porqué no tratamos de salir a la fuerza? —se escucho a lo lejos.

Klee ya se había cambiado y estaba lista para salir.

—¿Cómo que a la fuerza?

—Sí, haciendo explotar las paredes con mis bombas: ya revisé mi mochila, y aunque me faltan explosivos, tengo los suficientes para volar por los aires todo.

—Esa no es una buena idea —afirmo Kusanali—: llamaremos la atención de todos y los tendremos encima.

—No si nos movemos rápido y si vamos dejando minas tras nosotras.

Dori se sorprendió mucho de las palabras de Klee.

—¡¿Pues cuantas bombas tienes?!

—Las justas para escapar de este lugar —sonrió Klee—. Como una vez me dijo mi mamá: «Si la vida te cierra las puertas, tiraras abajo con bombas».

—Me recordó a un dicho de Inazuma —intervino Sayu—: «Si no encuentras el camino, constrúyelo tú».

Kusanali permaneció en silencio, escuchando a sus compañeras y tratando de llegar a un razonamiento y finalmente accedió a la loca idea de Klee. En todos los escenarios que planteaba las cosas salían mal, por lo que, bajo su lógica, si se dejaban llevar por el caos tal vez podrían salvarse. De todas maneras, no tenían nada que perder y mucho que ganar.

El gran rescate de Klee (#PGP2023)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora