1. Acomodo de piezas

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Había pasado un mes desde la desaparición inesperada de Klee. A pesar de todos los esfuerzos, no se ha podido encontrar su paradero o mínimas pistas que puedan ayudar a encontrarla. La situación había llevado a Diona, su mejor amiga, a involucrarse en la búsqueda, durante la cual se topó con un joven de pelo azul, quien no solo la animó a seguir adelante a cualquier costo, sino que juró echarle una mano para conseguir lo que definió como «apoyo excepcional», algo que Diona no entendió sino hasta un día después, cuando se disponía a acomodar unos anaqueles con botellas vacías y perdió el equilibrio. Se hubiera roto la nariz, pero un grupo de cinco niñas aparecieron de improviso y la salvaron de toda herida. Una de ellas se presentó bajo el nombre de Kusanali, mencionando que ella estaba al tanto de la situación de Klee y que gracias a un informante anónimo sabía todo lo necesario para salvarla.

Diona se mostró escéptica de aquellas palabras, lo cual obligo a Kusanali a revelar su verdadera naturaleza como la Arconte Dendro, y para ello, mostró su habilidad de conocer los sueños de las personas a su alrededor, dejando claro que ella no bromeaba ni le intentaba timar.

Diona empezó a preparar unos ricos cocteles sin alcohol mientras miraba al resto de las niñas: Qiqi estaba en una silla con seriedad mientras le daba un sorbo a su leche de coco, Sayu se había quedado dormida en su silla, y por último, Dori, quien solo se limitaba a observar con suma tranquilidad, igual que Kusanali, la cual miraba al grupo con preocupación, pues en el fondo, no confiaba en ellas por la naturaleza del sitio a donde irían.

—¿Están seguras de que quieren hacer esto? -insistió Kusanali- Esto no es un juego: Klee está en un sitió muy peligroso, en manos de los Fatuis, y no será una tarea fácil.

Nadie habló; en su lugar, Diona le paso a Kusanali un coctel de manzana, quien lo aceptó con alegría.

—Bueno, veo que nada de lo que diga las va a detener, por lo que voy a ayudarlas. Qiqi, ¿podrías despertar a Sayu?

—Está bien.

La pequeña se acercó a Sayu para agitarla con cuidado.

—¿Qué ocurre? —preguntó Sayu.

—Kusanali nos va a explicar como podremos salvar a Klee -respondió Qiqi con alegría.

—A, claro, claro.

Kusanali comenzó a hablar.

—Con la información de una fuente anónima he estado preparando una serie de instrucciones para aumentar las probabilidades de que este rescate sea exitoso: lo primero que debemos saber es que el sitio donde tienen a Klee está altamente custodiado por varias unidades Fatui, por lo que hay que tener mucho cuidado, y de ser posible, evitar el combate.

» Klee debería de estar en el bloque de celdas —Kusanali señaló una parte del plano—: las patrullas en ese lugar suelen ser muy numerosas, por lo que habrá que ir con pies de plomo, como se suele decir.

—Y otro problema es el personal de seguridad —continuó Dori—: son como ojos en el cielo, pues lo pueden ver todo: pasillos, celdas, jardines, habitaciones, incluso las salidas exteriores; además de que ellos controlan la apertura y cierre de las puertas.

—Si queremos lograr algo, debemos hacernos con el control de la sala de seguridad —terminó de explicar Kusanali a la par que señalaba otra zona.

—¿Y cómo haremos eso? —preguntó Diona.

—Es ahí donde entra Sayu y esto —Kusanali sacó de una pequeña bolsita con una especie de polvo dentro—: la misión de Sayu será entrar en los ductos de ventilación, llegar a esa sala y esparcir este polvo para dejarlos dormidos. Una vez logremos eso, entraré a la sala y las guiaré por el complejo.

Dori tomó la palabra.

—Una vez logremos eso, nos dividiremos en dos grupos: Qiqi y Sayu irán a buscar a Klee mientras Diona y yo vamos al almacén a recuperar las cosas de Klee: su mochila, su ropa y su visión.

—Y no olvides a Dodoco —expresó Diona.

—En cuanto hagamos eso, nos reuniremos con Kusanali en la sala de seguridad y saldremos por el mismo sitio por donde entramos.

—¿Y ese sitio cual es? —preguntó Sayu con confusión.

—Una pequeña grieta en una de las paredes del recinto —respondió Dori, señalando otra parte del boceto—. Esa grieta está tapada por arbustos, por lo que los Fatui aún no la encuentran. Nos llevará a uno de los varios cuartos abandonados que hay por la estructura.

—Iremos en un pequeño barco a vapor que consiguió Dori —dijo Kusanali—: la prisión está bastante al norte, por de zonas polares que caen bajo jurisdicción de Sneznnaya. Muy cerca de ahí hay de un pequeño acantilado, sito en el que dejaremos oculto nuestro transporte.

Hubo un momento de silencio, hasta que Sayu preguntó una inquietud.

—¿Y si algo de todo esto sale mal?

—Tengo muchos planes de respaldo —respondió Kusanali—, no hay que preocuparnos por eso.

—Partiremos al amanecer —dijo Dori con calma—, hay que preparar todo lo que nos vamos a llevar: comida, agua, ropa y demás accesorios.

El gran rescate de Klee (#PGP2023)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora