No te atrevas a tocarla

44 4 0
                                    

No me puedo creer que sea él que hace aquí Darío Jones.

—No te atrevas a ponerle la mano encima a una mujer.

Matias se zafa de Darío y lo mira desafiante, intentó moverme pero me tiembla todo el cuerpo.

—Metete en tus asuntos payaso.—dice Matías mientras le propina un empujón a Darío que le hace tambalearse.

Darío le propina un fuerte puñetazo a Matías que hace que este caiga al suelo.

—No vuelvas a ponerle una sola mano encima o te doy mi palabra de que te vas arrepentir toda la vida.

Sin darle tiempo a Matías a levantarse del suelo Darío, me agarra de la mano y nos alejamos varias calles.

Darío me examina de arriba abajo diría que parece preocupado aunque no lo creo.

—¿Estás bien?

—Si o eso creo.

—¿Se puede saber que hace alguien como tú en un barrio como este? No me digas que viniste por mí.

—Vine por qué mi padre me mandó a ofrecerte un a disculpa y no pude negarme puede ser muy insistente.

El me mira intensamente a los ojos y siento como si miles de mariposas revolotearan en mi estómago.

No puede ser este tipo es un idiota entre otras muchas cosas no puedo sentirme atraída por él.

Seguramente que no fueron mariposas Amalia  son gases claro eso va a ser me repito a mí misma para intentar autoconvencerme.

Darío me mira con los brazos cruzados…

—Ya puedes irte si me pregunta le diré que viniste.

—Esa es forma de tratar a tú héroe, lo mínimo que merezco es que me des las gracias por salvarte de ese tipo.

—No necesitaba que me salvarás tenía la situación controlada.

—Ya me di cuenta. Sabes que me quedaré aquí toda la noche si es necesario hasta que me agradezcas educadamente.

—No es necesario que me amenaces si lo que quieres es una disculpa pues te la daré.

Suelta una sonora carcajada de lo más sexy si no fuera por qué es idiota sería absolutamente inrresistible.

—Estoy esperando soy todo oídos.

Me irrita esa sonrisita de suficiencia.

—Gracias—murmuro casi para mí misma.

—  Para que veas que lo generoso que yo lo daré por válido.

Dice guiñándome un ojo…

—Ese cobarde era tu prometido cierto.

—Si. Bueno ya puedes irte.

—Por mi estupendo si me apuro todavía llegó a un compromiso.

—Adios.

—Hasta mañana, pasaré temprano a recogerte.

—Puedo ir sola.

—Te recojo a las ocho se de puntual.—dice antes de marcharse.

Y que hago yo ahora por que ir a mi casa es impensable debe estar el ambiente muy caldeado y lo que menos me apetece es encontrarme con Matías y menos después de ver de lo que es capaz.

De pronto suena mi móvil, miró la pantalla para ver quién me está llamando.

Es Yeray mi hermano ya se enteró tan pronto pueda si que vuelan las noticias.

Respondo la llamada.

—Amalia, se puede saber dónde te has metido te busque por todos lados.

—¿Estás en la ciudad?

—Si llegué hace un rato y me encontré con todo el pastel.

—Pues entonces entenderás que no quiero volver.

—Oye, oye pequeñaja ya estoy aquí así que ven a casa sin problema.

Se que puedo confiar plenamente en Yeray así que lo mejor es que vuelva a casa al menos de momento.

Doblo la esquina y miró al frente y veo  a Yeray esperándome en la puerta del portal.

Cuando me ve me sonríe y abre los brazos de par en par sin pensármelo dos veces corro abrazarlo.

El me abraza con fuerza me siento segura entre sus brazos.

—Peque, la has liado buena.

—Ni que lo digas.

Caminamos hasta el ascensor juntos cuando estamos apuntó de subir, escuchó la voz de Delia detrás de nosotros.

—No eres más que una cualquiera que ni siquiera sabe de quién es el hijo que está esperando.

—Puedes decir lo que te de la gana no voy a entrar.

—Claro que no tienes nada que decir, por qué sabes que es cierto pobre de tu madre tener una hija como tú.

—Delia callate o ya no recuerdas tus aventuras con el conserje.

Me quedó con la boca abierta nunca lo hubiera imaginado.

Delia le mira con la cara completamente descompuesta.

Sin darle tiempo a reaccionar nos subimos al ascensor.

Casada con mi jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora