Noche insomne

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Punto de Vista de Link

La redada en la guarida del Clan Yiga salió bien... al menos en lo esencial. Rescatamos a la princesa y a la matriarca, lo cual es primordial. Pero yo... no sé cómo sentirme. Empiezo a dudar si toda mi preparación y el tiempo dedicado a la espada valen de algo. De hecho, la tengo arrumbada en una esquina de mi tienda; no quiero verla ni tocarla porque me recuerda todas las súplicas y lamentos de los hombres que asesiné durante esa redada.

No sé si Dalay querría que usara su espada de esa manera. Estoy seguro de que me diría que es parte del deber como escolta y soldado proteger a los demás, pero ¿por qué tuve que ser tan sanguinario? Una vez que entré allí, me desconecté de mi conciencia. No sabía qué estaba haciendo; no tenía control sobre mis movimientos. Es como si mi oscuridad hubiera salido y fuera la causante de todo lo sucedido. Por ahora, no planeo hablar con ninguna de mis compañeras de viaje, especialmente con Zelda, que al verla, me recuerda todo lo que hice.

Salí de mi tienda para tomar aire y despejarme. Al hacerlo, vi a un grupo de guerreras gerudo animadas, celebrando. Decidí unirme a ellas, esperando liberar un poco de esta pesada carga y relajarme. Cuando me vieron venir, me invitaron cálidamente. Poco después, se unieron Zelda y Prunia. Aunque prefería que no lo hicieran, no tenía más remedio que aguantar. Aproximadamente media hora después, Impa también se unió, sentándose a mi lado. Con un gesto, me indicó que quería compartir el mismo tronco.

Las gerudo trajeron un licor de café, supuestamente para animarnos y mantenernos despiertos. Fueron pasando la botella entre todos los presentes; Zelda y Prunia lo rechazaron, pero Impa y yo bebimos como si fuera agua. Mi sed y hambre habían pasado desapercibidas por el trance en el que estaba. Intenté levantarme, pero Impa me tomó de la camisa y me sentó de nuevo.

—Quédate en tu lugar. Mereces ser servido como un héroe, porque lo fuiste, el héroe de todas nosotras. Así que, para agradecerte, deja que yo te sirva en nombre de todas.

—¡Eh! Deja que también nosotras lo consintamos —dijo una gerudo con un tono más torpe que el de Impa.

—¡Sobre mi cadáver! La única mujer que va a estar a su lado soy yo —replicó Impa, con una voz torpe y ahogada. Luego, se acercó más a mí, al punto de que su cabello estaba sobre el mío.

—No seas avariciosa; todas aquí le tenemos las mismas ganas que tú —comentó otra gerudo, lo que me hizo sentir un calor interno que subió por mi cuerpo.

—Mira cómo lo soy —dijo Impa, tomando mi mano y llevándome a su tienda. Como era la consejera real, su tienda era más grande y espaciosa que la mía, así que cabríamos cómodamente los dos.

—Pero... Impa, no es necesario que me metas en tu tienda para servirme. Pue... —mi frase se cortó al ver cómo estaba vestida Impa. Llevaba simplemente una camisa ligera, probablemente para dormir, y sus pantalones, que empezó a quitarse.

—No... no es necesario que te los quites —dije torpemente, sin saber qué hacer. Mi cuerpo se había calentado debido a lo que estaba sucediendo, y el alcohol lo había potenciado enormemente.

—No te resistas, Link. Sé que tu cuerpo está reaccionando al mío.

Entonces, ella guió mi mano hasta su cintura. No supe bien qué hacer, así que la retiré, pero ella la volvió a colocar y, con la mirada, me dio a entender que quería que la tomara con ambas manos. No sabía qué tenía en mente, pero yo me sentía asustado. Era la primera vez que alguien me hacía una proposición de este calibre. Aunque había oído historias de caballeros mayores, nada se compara con estar en el momento. Me dejé llevar por Impa y por lo que mi instinto me dictaba. Le quité la camisa y los pantalones, revelando las cicatrices que la batalla le había dejado. Luego, ella también me quitó la camisa, mostrando que nuestros cuerpos, fuera de lo biológico, eran iguales, cuerpos que han sufrido y se han fortalecido.

La Mayor Aventura Jamás ContadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora