Capítulo 10

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Finalmente habían llegado a casa.
Norman notó a aquellos hombres de antes que había envíado a buscar a su esposa. todos esperando fuera de su casa, pero  eso era lo importante, lo importante era que no podía divisar ni a su esposa ni a su hija entre todos ellos.
Ese era el verdadero problema.

Norman: La encontraron?-preguntó apenas y salió de aquel auto.

Todos callaron y desviaron sus miradas a cualquier parte que no fuera a los ojos de aquel albino.

Norman: ¿Dónde está?-preguntó seriamente tratando de buscar un respuesta.

-S-señor Norman le traemos malas noticias....-dijo con voz temblorosa ante miedo de estar frente aquel hombre que loa miraba duramente- N-no pudimos encontrarlas.

Norman: ¿Qué?

-Buscamos por toda la ciudad y no las encontramos por ningún lado....

Norman: ¡¿Cómo que no las encuentran?!-exclamó furioso ante aquella respuesta- Son solo una madre y su hija!! ¡No pudieron ir muy lejos!

Los presentes temblaron ante aquel estruendoso tono de voz, realmente no se comparaba con el feróz rugido del león.

Norman: Vuelvan a buscar y no regresen hasta que las traigán consigo ¡¿Entendido?!-dijo y todos volvieron a subir a sus autos para emprender una nueva búsqueda- Incompetentes...-susurró para sí mismo.

El albino se dió vuelta se adentró en su casa, mientras que aquel hombre a su lado decidió no entrar porque sabía lo que sucedería dentro.

Norman había entrado a la habitación perteneciente a él y a su esposa. Miró con nostálgia cada cosa dentro de la habitación y todas le recordaban a Emma.
Pasó ligeramente su mano por aquel marco de la puerta, por aquella mesita de noche junto a su cama y luego se sentó en la misma.
No aguantó más y rompió en llanto.

Norman: Maldita sea Emma...-decía con dolor- Te amo.... ¿por qué me haces esto?

Iba a continuar con su profundo dolor, pero abrió casi sin sentido alguno uno de los cajones de la pequeña cajonera sin siquiera imaginar con lo que se encontraria allí.
Norman se sorprendió a darse cuenta que en aquel cajón se encontraba una plaqueta de pastillas, las cuales no le dieron buena espina. Leyó al reverso el nombre las pastillas y sintió como la sangre comenzaba a hervir de la rabia.

Norman: Tch......

Se levantó y comenzó a tirar todo a su paso.
Comenzó tirando al piso aquella pequeña cajonera sin importarle nada, continuó con las sábanas y almohadones de aquella gran cama que compartía con la pelinaranja, incluso habían varios accesorios pertenecientes a Emma encima de una gran cómoda con un gran espejo, todos se fueron abajo haciéndo un gran escándalo.
Aquel albino finalmente paró, pero al encontrarse reflejado en el espejo de aquella cómoda, reconoció en él mismo el monstruo en que se había convertido.

Norman: Te voy a encontrar Emma....-decía con rabia ante aquel espejo frente a él- Y me aseguraré de que no vuelvas a escapar......

Fue lo último que dijo, antes de hacer trizas el espejo con tan solo un golpe.

Cansado de haber acabado con lo aue pudo en su habitación, bajó con gran rápidez hasta dirigirse a aquel hombre que esperaba fuera de la casa.

Norman: Conduce Roger...-dijo y éste lo miró confundido- ¡¿Acaso no escuchaste?!

Roger: Lo lamento señor.-se disculpó y subió también al auto- ¿A dónde iremos?

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