7: Irregularidades en el acuerdo

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Marinette sintió una ligera caricia en su rostro y arrugó la nariz mientras pasaba su mano por su cara, la sensación volvió hasta hacerla desesperar, se talló el rostro con el dorso de la mano y oyó una risa burlona mientras abría los ojos, mirándola con la cara apoyada en una mano y el codo clavado al de su cara estaba Adrien con una sonrisa burlona y sus lentes puestos.

―Qué ridículo ―le dijo con la voz adormilada.

―Ridículamente guapo querrás decir ―contestó con voz seductora―. ¿Sabes? estás ciega ―se quitaba los lentes.

―Digamos que yo nací con algunas imperfecciones, no todos tenemos tu genética ―se tapaba con la manta hasta quedar sentada entre los cojines y se ponía los lentes.

―¿Te gusta mi genética? ―preguntó de manera perspicaz.

―Engreído ―rodaba sus ojos.

Él besaba su espalda, no lo pudo evitar, ella estaba ahí con él y bromeaba y seguía sus juegos, Adrien no entendía la necesidad que tenia de ella, pero existía.

Marinette cerró los ojos al sentir los labios de él contra su piel, quería girarse y besarlo, pero aquello no estaba en el acuerdo, él estaba pasándose de la raya, el sexo puede que tuviera que ser diario, porque ella estaba cumpliendo a la perfección, pero no había familiares presentes para ver las muestras de "amor" que se daban, el día comenzaba y ellos debían de salir de aquel sótano.

―¿Qué hora es? ―preguntó para distraer al rubio quien seguía besando su hombro.

―Las 6 de la mañana ―contestó contra su piel

Cerraba sus ojos al sentir su aliento, era embriagador y relajante, debía actuar ya antes de que sus instintos se apoderaran de ella y tomara de nuevo a Adrien contra los cojines.

―Bien debemos salir de aquí antes de que tengamos que encontrarnos con todos desayunando ―dijo girado su rostro con una sonrisa

Adrien suspiró bajito pero asintió, se puso su ropa mientras Marinette hacia lo mismo, se puso su blusa sin sostén y lo dejó en su mano mientras Adrien arreglaba algo los cojines y guardaba la manta, ambos salían del sótano.

―Tenemos suerte, no hay nadie ―susurró él mientras subían las escaleras.

―Si, nadie madruga hoy ―sonrió ella mirándolo con complicidad.

Adrien abrió la puerta y después de que la chica pasara, la cerró, se giró para seguirla, la vio estática en la entrada de la cocina.

―¿Marinette? ―preguntó en voz baja.

No entendía porque la chica estaba ahí parada en cuanto subió un par de escalones más, lo supo, ahí estaba Felix en el desayunador con una taza de café y una tablet en la barra, tenía una sonrisa de lado su mirada de satisfacción les hizo entender que los había atrapado.

―Ok, no quiero saber ―dijo entre risas mientras cruzaba sus brazos, adoraba molestar a su hermano―. De verdad Adrien, mira te voy a explicar, regularmente las h-a-b-i-t-a-c-i-o-n-e-s son el lugar para hacer lo que sea que estuvieron haciendo ―continuó riendo

―Mira tenemos un diccionario ―reslondió ella.

―Pues parece que lo necesitan querida, por si no lo sabían el sótano es para guardar cosas, no para crearlas ―el rubio le dio un sorbo a su taza.

―Basta Felix ―interrumpió él sonrojado mientras su hermano soltaba más carcajadas.

―¿Cómo podré saber qué lugares de esta casa aún no han sido manchados por sus actos? ―expresó en forma lastimosamente teatral.

Acuerdo Perfecto (A MLB A.U. Story)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora