También te necesito.

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—¿Quién es? —Preguntó Liam confundido.

—Susan Hargrove... tú debes ser Liam, ¿no? —Al oír el apellido de la mujer inmediatamente supo de quién se trataba.

—Sra. Hargrove... ¿Pasó algo? ¿Está Billy allí? —Preguntó Liam.

—Se supone que debías recibir unas cartas de Billy la semana pasada, ¿no? —Comentó la señora.

—Ajám. Pero no se preocupe si tienen atraso, puedo esperar. Billy ha de estar ocupado esta semana, ¿no? —Afirmó el pelinegro tranquilamente, con una sonrisa em sus cara, como su la señora lo pudiera ver.

—Cariño, sé lo importantes que son para ustedes dos. Yo... sé que eras importante para Billy. Y el también era importante para tí...

—¿Qué pasa, Susan? —Preguntó Liam confundido.

—Billy no olvidó enviarte las cartas. Él no pudo... Y tampoco podrá enviartelas —Afirmó la señora Hargrove.

—¿Qué? ¿Por qué? ¿Acaso pasó algo? —Liam estaba realmente confundido.

—...Billy... Billy falleció, cariño. Por eso no te ha enviado las cartas...

En ese momento el mundo de Liam se derrumbó. El pelinegro cayó al piso con el teléfono aún en sus manos y sus ojos critalizados. Quería pensar que había fumado de más o que estaba soñando, pero él sabía que estaba totalmente sobrío.

—Creo que querras leerlas... Puedo enviartelas, o puedes venir a buscarlas... —Dijo la señora por el teléfono.

—Las buscaré por mi cuenta —Respondió Liam y cortó el teléfono.

Inmediatamente se paró de donde estaba y corrió afuera. En mitad de la tarde, con los ojos como dos cristales a punto de romperse, al igual que su débil corazón. Ante tal impacto, el pelinegro sintió el impulso de correr a la casa del rubio, en busca de que aquello que le habían informado hace unos minutos, fuera una mentira. Corrió como si estuviese en una maratón y cuando llegó, se dio cuenta de que la casa estaba tal y como hace unos meses, vacía, oscura y sin el rubio.

Cuando se dio cuenta volvió a correr, pero esta vez, en dirección a aquel lugar tan especial que tenían. En ese lugar donde podían ser ellos mismos, abrazarse, bromear y hablar de la vida de mierda que ambos tenían. Esos momentos eran su desconexión total del mundo, donde tomaban una bocanada de aire para volver a hundirse en su extenso y oscuro océano de emociones y problemas.

Liam llegó al lugar e inconscientemente buscó con la mirada a su rubio, que había estado allí con él hace tan solo unos meses. Sintió una fuerte epifanía al darse cuenta de que realmente su rubio ya no estaba más a su lado... y que tampoco volvería a estarlo.
Y ahí paso toda la noche, fumando y tomando, tal como lo hacía con Billy. Aunque ya había aceptado el hecho de lo que había pasado, aún conservaba la esperanza de que en algún momento de la noche, llegara su rubio. Con los ojos rojos de tanto llorar y su cabello rubio despeinado, ese cabello que Liam tanto amaba peinar. Esperaba que Billy llegara tal como siempre, lo mirara unos segundos y se lanzara a abrazarlo firmemente mientras lloraba en su pecho.

A pesar de que aquellos momentos solían ser dolorosos, nada se comparaba con el dolor que sentía el pelinegro al saber que Hargrove no volvería a abrazarlo, o solo, escucharlo.

Cynical Eyes 2 -Eddie Munson x MaleOc.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora