CAPITULO 2

2.7K 152 1
                                    

     - Toqué. – Dijo a penas entrar. - Pero al no recibir respuesta, pensé que no había nadie. - Su voz grave era hipnotizante, con un borde de ira y un deje seducción, sus labios delgados formaban una mueca que lo hacía ver intrigante, a pesar de que parecía intentar ocultar su incomodidad, no se si por haber ingresado sin avisar o por pensar que estaba interrumpiendo algo entre George y yo. Me fijé en su traje, el cual estaba arruinado, la camisa blanca se había manchado y los restos del postre derramado hacían machas verdes en el azul de la tela.

     George se acercó al hombre y le extendió la mano.

     - Sr. Gallagher, lamento mucho lo ocurrido. – Dijo George tratando de disculparse - Usted entenderá que todo fue un accidente y… - Una mano detuvo la verborrea de George.

     - No se preocupe. – Dijo sin fijarse mucho en él. - Pensé que mi acompañante ya se había ido a su casa, sé perfectamente que la culpa no es de su empleada. – Dijo de forma vaga - Todo fue un inconveniente causado por mi invitada.

     - Agradezco su comprensión Sr. Gallagher. Si me disculpa señor, iré a reorganizar al personal para compensar todo, ya vuelvo - George se excusó con ambos, pero antes de salir este lo llamó y de inmediato captó toda su atención.

     - Sr. Callaghan, su chaqueta, llévesela, no puede salir a atender a los clientes solamente con una camisa y corbata. - Se acercó a mí, retiró la chaqueta de mis hombros sujetándola a penas con dos dedos y se la tendió a George.

     - Pero, ella la necesita… - Alegó George quien de inmediato fue interrumpido con un ademán.

     - Yo me encargo de compensarlo, finalmente está así por culpa de quien era mi acompañante. - Bien pudo haber estado hablando solo, porque su mirada jamás fué al rostro de George

     - Está bien George, yo tengo mi abrigo. – Tomé la chaqueta de las manos del hombre y se la entrego a George, decidí salir de la habitación dejando al pobre hombre con el desastre en que se había convertido su traje y me dirigí hacia el baño de empleados a penas cubierta con los restos de mi camisa. Fui directo a donde estaba mi casillero mientras intentaba cubrirme lo mejor que podía con los girones en que se habia convertido mi camisa. Me quedé sola en el baño, mi abrigo aún estaba húmedo y goteando agua, pero era mejor que nada, me quité la camisa y la deje sobre la cartera.

     Que día tan espantoso, creo que no podría ser peor, me coloqué los audífonos y lo conecté a mi teléfono, necesito escuchar a Queen a todo volumen y con mi abrigo puesto en los hombros me senté a pensar en que no quería tener otro día como este. Necesitaba la oportunidad de demostrar lo que podía hacer y salir adelante.

     Estaba totalmente concentrada en la música, cuando una mano se posa de repente en mi hombro y me sobresalta.

     - Toqué, pero nadie abrió. – Se excusó nuevamente. - Ese abrigo está mojado, te vas a resfriar. - Era él, el Sr. Gallagher llevaba una camiseta blanca, vaqueros a la cadera y una chaqueta de cuero color café.

     Sus ojos fijos en los míos, me dejaron sin palabra, por supuesto, con la luz blanca del baño podía distinguir la diferencia, eso era lo extraño, uno verde y el otro azul. Totalmente fijos en los míos. Se quita su chaqueta y retira el abrigo de mis hombros, de repente su mirada se dirige a mi costado y se detienen en mi cicatriz, entonces me doy cuenta que sólo llevo sujetador. Cubro mi abdomen como suelo hacerlo normalmente, me avergüenza más mi cicatriz que cualquier otra parte de mi cuerpo.

     Aceptó el ofrecimiento de su chaqueta y se la colocó alrededor de los hombros, estaba tibia, y olía a colonia, era un aroma muy suave, como madera, definitivamente le quedaba ése aroma.

     - Muchas gracias, ya me siento mejor. - Le digo mientras me deleito en su aroma.

     - No hay de qué. – Dice con un ligero asentimiento. - Me siento responsable por lo ocurrido.

     Noto que no retira los ojos de mi costado izquierdo a pesar de que estaba cubierto, así que le doy la espalda y meto mis brazos en las mangas y los cruzó sobre mi abdomen, es muy grande, pero me sirve de algo más que mi abrigo.

     - ¿Es costumbre suya entrar al baño de mujeres? – Pregunto para desviar su atención. – Igual de no haber nadie, el baño de hombres está al otro lado.

     Pone cara de haber sido pillado, pero no de arrepentimiento o culpa por mi comentario, su sonrisa hace eco en el baño y me giro de inmediato ¿Se está burlando de mi?

     - Lo admito, tu aroma me guió hasta aquí, llevo toda la noche con tu perfume persiguiéndome. – Dijo como si fuese algo normal. - Por cierto, ¿no sabes que es de mala educación escuchar a escondidas las conversaciones de los demás?

     - No sé de qué está… - Me interrumpo en medio de la oración. Por supuesto que sabía de lo que estaba hablando. Se me sube el color al rostro.

     - Niegalo, pero tu aroma es algo que llevo metido en la cabeza desde que entré al pasillo. – Dijo sin dejar de mirarme. - Por cierto, es de buena educación disculparse cuando sabes que hiciste algo mal.

     - Fue mi perfume, se volcó sobre mi blusa…

     - Y se impregnó en mí. - Habló con rotundidad, casi para no dejar duda.

     - Sr. Gallagher yo…

     - Magnus. Puedes llamarme Max. - Magnus, si, le pegaba. Así se veía, imponente

     - Kate. - Dije secamente y sin pensarlo
.
     - Me gusta más Ekatherina. – Su comentario me dejó pensativa

     - No recuerdo haberle dicho mi nombre. –  Corregí, intenté hacer memoria, pero realmente no recordaba haberlo hecho.

     - No lo hiciste. Lo escuché de George.

     Hago un gesto de exasperación, sí que tiene cara dura el tipo.

     - ¿No sabe que es de mala educación escuchar las conversaciones de los demás? – Repetí sus palabras como un contra ataque.

     - Touché. – Dijo mientras me guiñaba el ojo.

     - Y también creí que era de buena educación disculparse cuando sabes que hiciste algo malo.

     - Mmh – Encogió los hombros. – Lo siento. – No habia un ápice de culpa en sus palabras.

     Lo miré a los ojos con exasperación mientras sus hombros temblaban y su cara se contraía en una mueca que intentaba ocultar su sonrisa, eso hizo que me molestara más.

     - ¿Sabe qué? – Hablé de repente, no estaba para juegos esa noche. - Hoy no ha sido un buen día para mí, lo único que quiero es irme a casa, yo sólo… - Me interrumpí tratando de aclarar mis pensamientos y alejar el olor a madera de mis sentidos. - Si me da una dirección le haré llegar su chaqueta. Se la entregaría en este momento, pero no creo que sea buena idea irme a casa en sujetador, además está haciendo frío, mi ropa está mojada o rota y no quiero resfriarme.

     - ¿Y si mejor te llevo a tu casa? - Sugirió Magnus. – Está lloviendo y no quiero volver a esa fiesta si tu aroma no va a estar dándome vueltas.

     - Ese comentario no es para nada apropiado Sr. Gallagher. – Al repetir mis palabras en mi mente, noté que estaba pareciendo más alguien de la época de Jane Austen y no alguien del siglo XXI. -  Comparado con lo que le gusta la buena educación.

     - Y eso no es una negativa Ekatherina, comparado con lo que te gusta huir de mí - ¿Qué? ¿Huir? - Pero lo acepto, es uno de mis defectos.

En los Ojos de MagnusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora