CAPITULO 4

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Mi abuela y yo vivíamos en una pequeña casa en Notting Hill, mi abuelo alcanzó a pagar la casa, fueron muchos los años de esfuerzos y sacrificio que hizo para conseguirla, pero tuvimos que hipotecarla para cubrir los gastos del tratamiento contra el cáncer que finalmente le ganó la batalla. Mientras tanto, he hecho hasta lo imposible para pagar las cuotas, pero de no conseguir trabajo rápido, el banco puede quitarnos la casa y eso es lo último que quiero, así que me dedico cada día a reunir las cuotas y evitar eso.

- Puede dejarme ahí, en la casa con la puerta roja. - Al detenerse me di cuenta que el solamente me estaba observado. Por un momento pensé que sus ojos bicolores podrían hipnotizarme si así lo quisiera. - Si me espera un momento busco una blusa seca y le entrego su chaqueta.

- Te dije que si gustas puedes quedártela. - Lo observé desviar la mirada hacia la casa, al girar vi que la cortina había sido corrida levemente y la silueta borrosa de mi abuela se dibujaba por la luz que proyectaba la lámpara.

- Creo que tu novio te está esperando. - Dijo, me pareció escuchar aún cierto tono de molestia en sus palabras. Aunque debió ser mi imaginación. Cuál sería el motivo para que este hombre se molestara sólo por el hecho de vivir con alguien, que, si bien no es un hombre, tampoco tiene que saber que es mi abuela y no tengo por qué darle explicaciones.

- Ya es tarde, gracias por traerme. - Al bajar del carro a penas me dio tiempo de cerrar la puerta, arrancó sin comentario alguno y me dejó de pie frente a la casa.

Y este es el que dijo que no se iría hasta verme segura dentro de mi casa. Tampoco es que necesitara que me vigilen los cinco metros de la entrada a la puerta, ¿Qué diablos me pasa? Di un pisotón al suelo y me di media vuelta.

Caminaba por el sendero hacia la entrada cuando la puerta se abrió, mi abuela con los brazos en jarras y golpeando el piso con el pie me miraba con una sonrisa pícara.

- Kate, mi niña, pero pensé que llegarías más tarde. - Sabía que no tardaría en interrogarme por el dueño de auto, así que decidí seguirle el juego.

- Hola Abu. El evento terminó temprano. - Mentí.

- ¿Y esa chaqueta? Recuerdo que saliste con un abrigo rosa. - Ya dio el primer paso para entrar en el tema.

- Mi perfume se volcó, mi ropa se mojó y me prestaron esto para llegar a casa, quedé de enviarla - Caí en cuenta que por más que quisiera no podía quedarme con la chaqueta. Mi abuela estaría preguntando todo el tiempo por el dueño y cuando la entregaría, no es que acostumbre a verme con ropa de hombre encima.

- Mmh. ¿Quieres cenar? - Dijo haciendo notar su escepticismo.

- No tengo hambre, quiero dormir. - Ya quiero que el día termine. ¿De verdad No va a acabar nunca?

- ¿Cocoa Caliente? - Me conoce demasiado bien, sabe que no puedo resistirme a la cocoa cuando hace frío. Aunque sé que aceptar la cocoa le dará pie para hacer las preguntas que tienen en mente, el hablar y tomar cocoa caliente siempre da paso a conversaciones divertidas, pero temo que lo que ella tiene en mente no me hará reír precisamente.

- Bueno, me doy un baño con agua caliente y bajo. - Salí apresurada a mi habitación, sabía que no podia evitar el tema esta noche.

- La calefacción está puesta esa chaqueta debe estar muy fría, puedes dejarla en la entrada y la pondré a lavar.

Estuve a punto de hacerlo, hasta que recordé que debajo sólo tenía el sujetador. Diablos, tendré que mentirle.

- No, esta no puede meterse a la lavadora. - Argumenté como excusa - La llevaré a la tintorería para poder entregarla limpia. - Subí las escaleras sin darle oportunidad de darme razones para quitarme la chaqueta frente a ella.

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⏰ Última actualización: Sep 11, 2022 ⏰

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