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Antes de incluso abrir los ojos, sabía que había algo que no estaba bien. Quiero decir, para empezar, no habían ruidos fuertes acompañados por el sonido de mi despertador y estoy extrañamente relajado. A partir de estos hechos, llegué a la conclusión razonable de que estaba soñando. Así que, para ver si era cierto, me pellizqué la mejilla, y cuando me dolió como un demonio, sabía que estaba más que despierto. Bostecé y me di vuelta en la cama. Jeno no estaba en su cama y la puerta del baño estaba abierta.

—Hm, ¿a dónde fue el demonio bipolar? —pregunté para mí. Me senté y busqué mis lentes. Cuando me di cuenta de que los había dejado en el cuarto de baño, me quité las mantas y me levanté para ir en busca de ello. Los encontré cuidadosamente doblados encima de una toalla limpia y al lado de una botella de desinfectante para manos, y supe de inmediato que Jeno los había reparado. Sonreí un poco y me los puse. Cuando miré en el espejo, lo primero que veo es un post-it dirigido a mí:

"Jaemin, salí en la mañana. Pensé que probablemente estabas cansado, así que no te desperté. Sin embargo, espero que estés en la nueva oficina a las diez para la apertura. Si llegas tarde, te prometo que tu cheque de pago se verá afectado. PD: Si tienes hambre, hay un servicio de desayuno en el comedor de abajo hasta las nueve. –L.Jeno."

Después de unos momentos, comencé a entender vagamente lo que la carta decía, una parte sobresalía más que el resto. —¡Me acaba de amenazar por escrito! ¿Experimentar el milagro de la vida no le causó nada? —exclamé, recordando lo que tuvimos que vivir el día de ayer.

Suspiré y salí del cuarto de baño para echarle un vistazo al reloj; tan pronto como lo hice, me molesté por haberlo hecho. Eran exactamente las 9:30 am. Suspiré y sacudí la cabeza. Era igual que estar en casa. Rápidamente me duché y me vestí antes de salir corriendo de la habitación por las escaleras hasta el primer piso. Afortunadamente había un taxi abajo. Llegué alrededor de las 9:50. Le pagué al conductor y salí del auto. Me hice camino entre la multitud hacia la puerta principal.

—Jaemin, estuviste a punto de llegar tarde. —me di vuelta en dirección a esa voz fría, perteneciente de Jeno, luciendo más preocupado de lo normal. Aclaré mi garganta y arreglé mi chaqueta con nerviosismo.

—Pero no ocurrió, ya estoy aquí. ¿Qué debo hacer? —pregunté sin rodeos. Jeno puso sus manos en sus bolsillos y asintió, restándole importancia al asunto, y entonces su mirada paró en las puertas dobles que se veían a distancia.

—Ve a sentarte con el resto de los empleados. Vendré a buscarte si necesito algo. —su voz y rostro indiferente me hizo dudar de mi existencia. Echándome como si fuera el niño que acaba de disciplinar, se alejó. Suspiré y me dirigí al interior.

No debí haber esperando que Jeno fuera diferente sólo porque mostró un lado ligeramente diferente de sí mismo ayer. Los demonios no eran exactamente impresionables.

Después de que la apertura terminó sin problemas, todos fueron invitados a un desayuno-almuerzo al mediodía. Busqué entre la gente, hasta que vi a Jungwoo, le dediqué una sonrisa y le di un golpecito en el hombro. Se dio la vuelta y se encontraba con un gran plato de comida en sus manos.

—Oh, hola, Jae. —me saludó. Le robé una fresa de su plato y asentí.

—Hola. ¿Dónde está Doyoung? —pregunté sin rodeos. Él hizo un puchero, para después masticar un sándwich.

—Está afuera socializando con los nuevos empleados. No lo he visto desde hace horas. —dijo. Le di una sonrisa simpática y una palmada en el hombro.

—Entonces tienes que ser bueno en eso también. ¿Por que no le hablas sobre lo que sientes?

—¡De ninguna manera! —exclamó, provocando que algunas personas nos miraran y Jungwoo se sonrojó, desviando la mirada.

Devil BossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora