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¿Pánico? No, entrar en pánico sería malo. ¿Gritar? No, eso sería aún peor. ¿Mentir y esperar lo mejor? Por supuesto que no, no soy bueno para mentir cara a cara. 

—No puedo hacer eso. —musité, pensando en lo mejor. ¿Decir la verdad? Sí, no era la mejor opción, pero probablemente no me dejaría sin trabajo. 

—¿Perdón? Por supuesto que puedes. —dijo con obviedad. Como si fuera tan fácil. Negué con la cabeza y me levanté, completamente preso de mi seriedad. 

—Le dije que no lo puedo llamar. —mi voz nunca sonó tan segura de sí misma. Jeno dejó los papeles sobre su escritorio y se acercó, frunciendo levemente el ceño y tensando su mandíbula. 

—¿Te importaría explicarme por qué ésta tarea parece especialmente difícil para ti? —cuestionó, alzando su ceja, causando que yo mordiera mi labio con nerviosismo, bajé la mirada hacia mis zapatos. 

—Porque él es mi papá. 

—¿Él es tu padre? 

—Sí... 

—¿Y? —¡aish! ¡¿Por qué está haciendo esto tan difícil?! 

—Él es mi padre y sabe que trabajo aquí. —mi voz casi sonaba como un suspiro, yo tomándome las cosas en serio, pero él resopló ante lo dicho y deduje que estaba molesto, optando por dirigirse a su silla y recostarse. 

—Jaemin, no tengo tiempo para tus acertijos. Te voy a dar menos de sesenta segundos para explicar qué tiene que tiene ver eso con todo esto. Adelante. —bueno, aquí va todo. 

—Él es mi papá y sabe que trabajo aquí, pero no sabe que soy un secretario porque inventé una mentira, mierda, sobre ser alguien grande que toma decisiones importantes para hacerlo sentir lo suficientemente orgulloso y no tener que mendigar de rodillas por dinero para pagar mis cuentas, lo cual no hubiera sucedido si usted no me hubiera dado una mierda como mi primer cheque de pago. —terminé exhalando. Bueno, la última parte era irrelevante, pero lo dije lo suficientemente rápido como para que no escuchara. 

—Muy bien, vamos a ver si lo entiendo —sus ojos estaban en mí, pero estando en otro parámetro—. ¿Estás diciendo que en vez de decirle la verdad a tu padre acerca de tu trabajo actual, mentiste sobre tu posición para poder complacerlo hasta el punto de pedirle dinero prestado? 

—Sí... eso es exactamente. —él aprende rápido. Me miró confuso, yo esperando por una respuesta positiva. Pero pensé demasiado temprano. 

—Que lástima. Llámalo de todos modos. —¿qué? ¡No! ¡Eso no es lo que tenía que decir! ¿Mi historia no significa nada para él? 

—P-pero, señor... usted- 

—No quiero oírlo, Jaemin. Tus problemas familiares no deben afectar tu trabajo. —¿qué dijo? Pero el trabajo es la razón por la que estoy teniendo este problema. Bueno, cuando decir la verdad no te saca de tu situación difícil, siempre está la opción número dos. 

—¡Oh, por favor, oh, por favor! ¡Por favor, no me haga hacerlo! —rogar. Caí de rodillas gente a su escritorio y puse mis dedos debajo de mi barbilla; evitándome la pena de sentirme avergonzado. Jeno me miró con detenimiento, como si yo tuviera seis cabezas y parpadeaba un par de veces, completamente sorprendido. 

—Jaemin, levántate. Deja de actuar como un niño. —y rodó los ojos en señal de fastidio. Solté un quejido de frustración y opté por arrástrame por la alfombra acercándome a su escritorio, sin importarme por mi pantalón. 

—Le estoy suplicando. Deme el día libre, déjeme esconderme en el baño o debajo de mi escritorio todo el día. Pero no deje que me vea. Usted no conoce a mi padre, él es crítico y exigente, y piensa que no puedo hacer ninguna maldita cosa bien. Nunca terminaré de escucharlo si él me ve y se entera de que he mentido. ¿Por favor? —um... "Crítico, exigente y piensa que no puedo hacer nada bien." Eso suena como a alguien que conozco. Jeno suspiró de cansancio y pasó una mano por su rostro.

—En primer lugar, párate del piso. —e hizo un ademán con la mano para darme la señal, entonces miré hacia abajo y vi que todavía estaba de rodillas. Me lávate y sacudí mis pantalones, lo miré esperanzado a lo que diría a continuación—. En segundo lugar, no te voy a dar el día libre para que te escondas de tu padre.

—Pero...

—No he terminado. No voy a darte el día libre, pero voy a cubrirte. Sin embargo, aún así debes estar en la oficina encargándote de las cosas que necesito que hagas, pero como la persona que ocupa el puesto que le dijiste a tu padre que tenías. ¿Estamos de acuerdo? —¡oh, por Dios! Me parece oír arpas tocando y ángeles cantando de fondo. Sonreí de oreja a oreja y junté mis manos eufórico.

—¡Muchas gracias, jefe! Le prometo que nunca más le voy a pedir hacer algo como esto. ¡G-gracias! —dije, sin parar de inclinarme innumerables veces ante él antes de apresurarme de vuelta a mi escritorio. Me senté y llamé a mi padre; con voz falsa, por supuesto, y entonces programé la reunión para mañana. Por el resto del día, seguí sonriendo como bobo, echándole un vistazo a Jeno de vez en cuando. Tal vez este chico no es tan malo.

—Son casi las once treinta, Jaemin

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—Son casi las once treinta, Jaemin. Vete a la cama ya. —dijo Jeno con un gruñido incluido. 

Me negué rotundamente a irme y me hundí aún más en mi armario. Estaba seguro de que, la corbata que mi papá me regaló para mi cumpleaños, estaba en algún lugar aquí. 

—Todavía estoy escogiendo la ropa para mañana. —dije— Quiero verme como si hiciera muchas decisiones importantes. —mi garganta raspó al momento de decir eso. Pero, ¡ahí estaba! Saqué la corbata y la miré con detenimiento, de pronto recordé por qué la había guardado: para que no fuera capaz de encontrarla. Era horriblemente fea. 

—La vestimenta no ayuda a que eso suceda —la voz suave de Jeno me hizo virar los ojos en su dirección—. Tienes que sentirte como alguien que realmente toma decisiones importantes. —él se encontraba sentado sobre la cama con los brazos cruzados, manteniendo esa postura desde hace 1 hora atrás. 

—¿Así que cómo actúe es lo que importa? —pregunté sin estar seguro. Jeno asintió. Por ende, yo me sentía como si debería de tomar nota.

—Si no te conociera, no pensaría que eres un secretario —se encogió de hombros—. Eso es lo que quieres que tu padre piense, así que sólo se como eres normalmente. —sonreí, sintiendo un cumplido en las palabras que dijo. 

—Gracias... —musité, bajando la mirada avergonzado. 

—Sí, lo que sea. Ahora elige un traje y lárgate para que yo pueda dormir. —oh, pero que lindas palabras, Romeo. 
Suspiré irritante y tiré la corbata devuelta a donde la encontré y colgué mi traje gris en la puerta del armario.  Apagando la luz, salí de mi habitación y me dirigí a dormir al sofá.

Oh, por favor. El Dios que sea que esté controlando mi destino, deja que todo resulte bien mañana.

Después de dar vueltas al querer encontrar un lugar cómodo, por fin llegué a dormir.

Devil BossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora