Me encuentro atrapada en la oscuridad. No hay ningún rayo de luz, nada que me indique si es de día o de noche; pero aún así alcanzó a distinguir todo lo que me rodea. Estoy en medio de escombros, pedazos de madera y de la pared enterrándome. Partículas de polvo entran en mi nariz, haciéndome querer estornudar. Empiezo a llevarme la mano a la cara, pero no consigo moverme. Estoy atrapada. Quiero gritar por ayuda, pero el sonido de una voz me detiene.
-...¿Esta muerta?-Susurra alguien a pocos metros de mi.
-Si, esta muerta. No puede sobrevivir a eso. Vámonos ya, antes de que lleguen ellos.-Pronuncia la última palabra con desprecio.
-¿Y si no esta muerta? ¿Y si ella provocó el derrumbe?
-Claro que está muerta. Además no creo que ella lo haya causado. Estaba demasiado débil. Nunca habría podido conseguir hacer algo así.
-Bien. Ahora que esta muerta, podré seguir con el plan. Larguémonos de aquí.-Escucho movimiento en los escombros. Alguien está quitando los trozos que me cubren.-¿Qué estás haciendo, Calatar?
-No podemos dejarla allí, al menos démosle una sepultura decente.
-Si podemos, Calatar. Deja que su pueblo se encarguen de ello. Andando. Pronto va a amanecer y no quiero estar fuera cuando el sol salga.
-De acuerdo, pero...-Deja la frase incompleta.-Yo tampoco quiero tener un encuentro con nuestro amigo el sol.
Las tres voces se callan, ahogadas por pasos que desaparecen después de unos minutos, dejándome completamente sola en la oscuridad. ¿Estoy muerta? No. No lo creo. No conseguiría respirar ¿o si? Intento liberarme de mi pequeña cárcel hecha de escombros pero no lo consigo, sólo me agoto más, acabando con la poca energía que conservo. Antes de cerrar los ojos y desmayarme, escuchó un grito ahogado por sollozos.* * *
Cuando recuperó la conciencia, un dolor insoportable me abruma, haciéndome desear volver a la tierra de los sueños causados por la morfina. Intento levantarme pero me resulta imposible. Mis piernas no me responden; ambas están enyesadas.
Temo tener algo más fracturado, así que empiezo a comprobar todas las articulaciones. Lo que queda de mi cuerpo esta bien, a excepción de unos moretones y del gran chichón que me sale en la cabeza. Estoy tan concentrada en buscar posibles fracturas, que no me doy cuenta en dónde estoy. A mi alrededor se encuentran unas quince personas congregadas, en una reunión muy importante; las paredes y los suelos son blancos, dándome la impresión de estar en un hospital. Hay mucho ruido, personas hablando por aquí y por allá, en pequeños grupos. Todos me ignoran.
Empiezo a buscar entre la multitud caras que me sean familiares. Consigo reconocer a algunos Arcontes importantes que vi en la fiesta. Entre ellos también se encuentran humanos, vestidos como doctores. Intento levantarme, pero me encuentro atada a tubos y aparatos, que me impiden moverme libremente.
El aparato qué debe indicar el ritmo cardíaco, tiene la línea inmóvil. Esta cosa tan simple me pone alerta. Si estuviera muerta, eso explicaría porqué nadie se ha dado cuenta de que he despertado. Pero, ¿Cuándo está uno muerto, siente dolor? No me importa, sólo sé que no quiero estar muerta.Vuelvo a buscar entre las personas que me rodean, pero no la encuentro. Un movimiento en la puerta me llama la atención. Anhelisse. Entra lentamente a la habitación, moviéndose lentamente entre la masa de personas. Su cara esta roja e hinchada, como si hubiera estado llorando. A su lado, vestida con Jeans y un jersey, esta la Reina Larissa, mi madre, recuerdo un poco confundida.
"¿Hermana?" Le digo usando el léxeon, solo quiero llamar su atención, evitando a los doctores. Una lágrima recorre su rostro, pero no muestra señal alguna de haberme escuchado, así que le digo más fuerte "¿Hermana?" Por un momento creo que me escucha, pues frunce el ceño algo confundida. "Anhelisse, hermana, soy yo" Esta vez funciona, pues levanta la vista y me ve. Pone los ojos como platos, su cara llena de sorpresa, e interrumpe a su madre para que voltee. Ella repite la misma expresión de Anhelisse, y ambas se abren paso entre los doctores y arcontes y se acercan a dónde yo estoy.
-¡¿Kiara?!-Dice con escepticismo Larissa. Lágrimas luchan por escaparse de sus ojos, pero las logra mantener dentro, causando que su vista luzca cristalizada.
-¡Hermana! ¿Estás bien?-Las palabras de Anhelisse hacen que todo el mundo me preste atención. En sus caras se pinta la sorpresa, la incredulidad y el escepticismo.
-Si, estoy bien, algo magullada, pero bien.-Fuerzo una sonrisa, pero sale más como una mueca.
Uno de los médicos se acerca a mi y empieza a revisar las máquinas, para comprobar si alguna ha fallado. <<Están perfectas. No hay fallas. Esto es imposible. ¡Y la máquina sigue sin registrar un latido!>> Murmura para si mismo. Y esta vez empieza a revisarme a mi.
-¡Has tenido mucha suerte!-Su voz cargada de sorpresa.-Eres de las favoritas de Dios ¿eh? Estuviste quince minutos sin pulso. Intentamos reanimarte pero no funcionaba.
-De hecho, iban a desconectarte.-Añade una enfermera que se cuela a la plática, más interesada por esta misma que por ayudar al doctor.
-¿Y por qué no lo hicieron?-Pregunto con mi voz rasposa. Se siente raro hablar. Me muevo un poco incómoda, causando que una punzada de dolor cruce mi pierna, pero después el dolor empieza a disminuir lentamente.
-Necesitábamos el permiso de tu madre o de algún familiar.—Explica la enfermera.—Y se tardaron un tiempo en decidir...
-Ah.-Es lo único que puedo responder. Su respuesta me hace preguntarme que habría decidido Larissa. "Jamás perderíamos la esperanza, confiamos en tu fuerza" Escucho, pero no sé si es mi imaginación, o si realmente es mi madre quien me habla.
-¿Te acuerdas de lo que sucedió?—Dice el medico intrigado, mirándome fijamente a los ojos. Todo el mundo está ahora en silencio, esperando mi respuesta.
-Si...Eso creo. No lo sé. Es algo...confuso.—Los recuerdos son confusos, y no logro distinguir que pasó realmente, y qué partes son solo producto de mi imaginación.
-¿Cómo fue que sólo una parte de la casa se derrumbó sin afectar la estructura de esta?-Se suma un arconte, al que creo recordar como marqués Dillon. Voy a contestar, pero el doctor saca a todos de la sala para que pueda recuperarme. Solo le permite quedarse a Larissa y mi hermana.
-Te has fracturado ambas piernas y tienes un golpe serio en la cabeza, tus pulmones estaban a punto de colapsar por el polvo, y tú corazón falló dos veces. ¡Es increíble! En toda mi carrera como médico no he visto nada igual, y eso que ya llevo bastante.-Busco en el doctor algún indicio de que es cierto el hecho de que tiene bastante experiencia, pero su cabello castaño esta brillante, sin ningún rastro de canas, su cara esta suave, libre de arrugas, demostrando que no puede tener más de treinta y seis años.
-Doctor, ¿puedo hablar a solas con...?-Empieza Anhe.
-Claro, Solo permítame terminar de revisar los signos vitales.-Hace otras cosas de doctor, que no tengo la más mínima idea de que son. Nunca me ha llamado la medicina como para conocer todos los términos médicos. Termina y se retira, dejándome sola en una habitación gigante con mi hermana y...Y mi madre.
--Estábamos muy preocupadas por ti...-Empieza Anhelisse, pero se interrumpe.-Hay...hay algo importante que debemos contarte. Tal vez debimos decírtelo antes, pero bueno. Es tiempo de que sea de tu conocimiento.
-Si, debimos contarte de esto antes.-Prosigue Larissa.-Pero antes, platícanos lo que sucedió.
-Yo...No quiero hablar de eso con ustedes, con nadie. Es confuso, y no quiero recordarlo.-Contesto a la defensiva. No quiero escuchar realmente lo que tienen que decirme, porque ya lo sé.
-Es necesario. Puedes confiar en nosotras.-Insiste mi hermana.
-Ese es el problema. No sé si puedo confiar en ustedes.-Esto las deja estupefactas a los dos, y por un momento no saben qué decir.
-¿A qué te refieres?-Dice mi hermana, recuperándose más rápido que Larissa. No es fácil agarrarlas con la guardia baja, pero creo que esta vez lo hice.
-¿A qué me refiero? Me ocultaron bastante información y ¿quieren que yo confié en ustedes?-Antes de que puedan decir algo, continuó.-¿Creían que podían ocultármelo? No son tan discretas como creen. Son demasiado obvias, además las escuché hablando en el jardín.
-Así que..¿Ya sabes?-La voz de Anhe todavía suena desconcertada.
-Si.—Contesto malhumorada.
-¿Y sabes por qué lo hicimos?-No digo nada. La verdad es qué no había tenido tiempo para pensarlo. Mi silencio es suficiente respuesta.—Ya veo. Bien...Lo hicimos para protegerte.-Continúa mi hermana, pues la reina no puede hablar.-Nos fue muy difícil no contarte toda la verdad, no poder compartir tu infancia. Fue más difícil para mamá. Ella no podía acercarse. Pero era por tu bien.
-¿Mi bien? ¿Protegerme de qué?-Pregunto ya más calmada y sin tanta ira. Parece que son sinceras, y hay dolor genuino en la cara de mi, de mi madre. Aún me es difícil acostumbrarme a la idea.
-Protegerte de tu origen.-Habla por primera vez en toda la conversación Larissa.-Tu...tu eres especial. No eres cómo los demás. Puedes hacer cosas diferentes a nosotros. Eres diferente. Y eso es bueno, pero...
-¿Pero qué?
-Eso te pone en peligro. Tus pesadillas, no son sueños. Le llamamos visiones. Puedes ver otras cosas mientras duermes. Son verdaderas. El señor de ojos rojos se llama Inttyälle, pertenece a la segunda familia más poderosa entre los Drows. Por lo que me contaste la otra vez, su familia, los Armëndrier, esta buscando hacerse con el poder Drow.
-¿Pero cómo es eso posible, si son la segunda familia?
-Es posible, hija, ellos eliminan a todos los integrantes de la familia que es superior a ellos, sin dejar a un sólo sobreviviente, para subir de rango, si no consiguen eliminar a todos, son castigados y despojados de su posición.
-Entonces, Inittyallëy o como se llame, ¿busca hacerse con el poder drow?
-Él no puede ocupar el poder, su familia si. Los Drows son...¿Cómo decirlo? Su poder radica en las mujeres. Son más poderosas que los hombres. Son matriarcales. La madre de la familia es la que ocupa el poder. Él apoya a su madre y quiere deshacerse de la familia que gobierna.
-Esto...¿Qué tiene que ver conmigo?
-Todo. Tu... Eres una përzierje, mitad Arconte, mitad Drow....
-¿Qué?-Doy un pequeño brinco que hace que me duela el cuerpo. Ya había escuchado esa palabra antes.
-Déjame terminar, por favor.
-Perdón.Pero...¿Anhelisse es como yo?
-No. Tu hermana es cien por ciento Arconte. Tienen diferentes padres. Hace mucho me casé con el padre de tu hermana. Poco después de que ella naciera, él murió.>>Estuve muy triste, pero entonces conocí a tu padre. Era muy guapo. Su nombre era Äbsalòn. Le llamaba Arwë, brillante. Un Drow. Hijo de los Veïrnaeewenn, los más poderosos, los gobernantes. El no era cruel ni ambicioso, como los demás. Él era amable, bondadoso. Nos amábamos. Después de un tiempo quedé embarazada, te estaba esperando. Äbsalòn quería quedarse con nosotras, estaba feliz. Pero su familia se enteró de nuestra relación antes de qué él pudiera huir, y lo desterraron. No sé qué fue de él, jamás regresó...
>>Cuando ibas a nacer, mi madre, me aconsejó pedir ayuda a los Antiguos. Yo era la Reina en ese entonces, así que era más fácil pedirles ayuda. Y si, me ayudaron, pero hubo un precio que pagar...Crecerías sana y salva, pero no podría acercarme a ti. Sólo una vez rompí el pacto. Siempre te observaba y te cuidaba cómo podía. Esa tarde estabas en casa, el sol se estaba ocultando y empezaba a bajar la temperatura. Tú te quedaste dormida en el patio de su casa, y decidí visitarte. Eras hermosa, mi hija. Quise abrazarte pero me daba miedo despertarte. Empezaste a temblar, hacía frío así que busqué un cobertor y te tapé. No quería despertarte, o que me vieras, así que casi inmediatamente me fui. Quise volver a verte, pero me fue imposible. Envíe a Anhelisse a cuidarte, y Erundür, o Aarón, como quieras decirle, cuando eras pequeña, también fue y se hizo tu amigo,después se tuvo que ir, pero no importa. Había varias personas cuidándote. Siempre. No sabes qué feliz me siento de poderte contar todo. Cuando llegaste y te vi por primera vez estuve a punto de abrazarte.
-¿Y por qué me hicieron creer que Pauline y Daniel Wifderk eran mis...nuestros padres?
-Para mantenerte a salvo. Los Drows ya te habían atacado, pensé que era una casualidad, pero si sabían que eras mi hija, sería peor. Pero creo que fue en vano. Ya sabían de tus orígenes. ¿Cómo te enteraste de...nuestro parentesco?
-Primero fue sólo sospecha. Mi hermana y tu se llevaban muy casual, no cómo los demás te trataban. Luego estaba el hecho de que no me parecía a los Wifderk. Tengo tus ojos. Después sus conversaciones privadas en léxeon. Al principio pensé que le decías hija de cariño, pero era muy raro. Cuando supe que mis sospechas eran ciertas fue cuando Antony y yo las escuchamos hablar en el jardín, el día de la fiesta.
-Oh. Ya veo. ¿Nuestras conversaciones privadas en léxeon? ¿Podías escucharlas?
-Si, podía escucharlas.
-Debimos ser cuidadosas.—Dice mi hermana cambiando de tema sutilmente, haciendo que lo pase por alto.
-Ahora lo entiendo. Lo siento. No debí intentar escapar. Iba a buscar las llaves de la camioneta en casa de los Wifderk, y me emboscaron tres Drows. Una mujer empezó a cantar, torturándome, el dolor era insoportable, no pude evitar gritar ¡Basta! En mi mente. En eso el techo se empezó a resquebrajar y cayó sobre nosotros. Ellos creían que había muerto y me dejaron allí.
-¡Oh, Dios! Enviaron a vrasësit's y a una Priftëresha.
-¿Qué significa eso?
-Una sacerdotisa(Priftëresha) y dos asesinos(vrasësit's).
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Archai 2: El Poder
FantasySegunda entrega de Archai:El Origen Kiara se ha acostumbrado a la idea de ser diferente, de ser un Arconte. Pero un viaje inesperado la llevará a conocer el principio de su poder y otros misterios. La guerra se avecina. Y Kiara tendrá que escoger d...