Al otro día en cuanto su esposo se fue a bañar, ella se puso a conversar con él mientras se desvestía en el baño. Ella volvió a sentir lejanamente esos olores, que había sentido el día anterior, y sin apenas pensarlo, se apresuró a pedirle a él que le diera toda la ropa incluyendo el calzoncillo para lavarlos en la lavadora. Él se extrañó, pero accedió sin muchos reparos. Automáticamente que ella recogió la ropa, dejó la conversación a medias y llevó la ropa a lavar. Allí frente a la lavadora, ella se volvió a sorprender oliendo efervescentemente los calzoncillos de él, esta vez incluso con su boca abierta, casi con ganas de pasarle la lengua, y los espasmos en su cuerpo fueron incluso más fuertes, más intensos, y hasta se sintió los latidos del corazón en las zonas debajo de su barriga. De súbito le volvió a sobrecoger una vergüenza tremenda y dejo de olfatear esa prenda. Esta ve ni el cigarro ni el café calmaron sus nervios. Y poco pudo disimular su nerviosismo durante el resto de la noche delante de su marido. Al otro día se pasó todo el día pensando en lo que le había ocurrido en los días anteriores. No tenía explicación ni solución. No se lo contaría a nadie, pero necesitaba una respuesta, una explicación. La vergüenza y la duda la estaban matando. Y a la vez solo deseaba por dentro que su marido acabara de llegar del trabajo.
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Ella más Él son 3
SpiritualComo una mujer se redescubre y reaviva la pasión en su pareja