• Beny •
Sabía que algo le pasaba a Leila, no llegué a ver la conversación, pero por su cara sabía que algo no estaba bien.
Por otra parte estaba preocupado por Morad y Omar, ya que discutieron por una bobería la cual es mentira, pensé en cómo arreglarlo, pero ninguna idea funcionaría ya que su orgullo les supera. Sabía que cuando se les fuera el enfado volverían a hablar como su nada hubiera pasado, pero igualmente estaba nervioso ya que nunca han llegado a encararse, sé que si no hubiera estado ahí, separándolos, esa discusión seguramente hubiera terminado en golpes por parte de Morad, estaba desquiciado por la música, no quiere retirarse ya que en parte le hace feliz y gana mucho dinero, pero últimamente está muy agobiado.
- ¿En qué piensas tanto? - esa voz femenina me sacó de mis pensamientos.
- No, en nada. - la miré a los ojos - ¿segura de que todo va bien?
- Sí - suspiró - vamos a algun sitio, de paseo.
- ¿Te apetece?
- Claro - se levantó del banco - venga, ¿a dónde vamos?
- La idea fue tuya, eso me lo tienes que decir tú.
- Desde siempre tú eres el que decide el lugar, no me estés cambiando los papeles.
- No sé, ahora mismo tengo la mente un poco - pensé.
- ¿Nublada?
- Sí.
- Pues vamos a algún sitio para que te despejes, ¿qué te apetece hacer?
Sabía muy bien lo que me apetecía hacer, ella y yo en una cama, pero obviamente no se lo iba a decir, a su novio me lo tomo de wasa, pero a ella no, y no quiero que se enfade conmigo.
- Pues tengo que ir a comprar ropa.
- ¿Ropa? - preguntó extrañada - lo que te hace falta es un mueble para guardarla, que no te cabe.
- También quiero ir al Ikea, porque se me rompió la cajonera del salón, tengo todo fatal.
- ¿Vamos?
- Vamos - me levanté.
- ¿Y tu máscara?
- Está en el coche.
- Ah vale.
Nos montamos y puse música de PNL.
- Esta era nuestra canción - me miró.
- Joder... - asentí mientras miraba hacia la carretera - nunca te he escuchado hablar francés.
- ¿No?
- Que yo recuerde, no.
- Pues ahora no voy a cantar.
- ¿Y eso por qué?
- No me apetece a mí que me escuches hablar en francés.
- Va te faire foutre! /¡qué te den!/
- ¡Ou! - rió - El Beny hablando francés.
- Sé eso y dos cosas más, tampoco te flipes.
- Pero tú sabes hablar fleje de idiomas en verdad.
- No te creas.
- Sabes hablar perfectamente inglés, árabe y español.
- Yo soy trilingüe - alcé las cejas.
- ¡Ay Dios! Eres un egocéntrico...
- ¡Cállate! La culpa es tuya por decirme que hablo tres idiomas.
- Y es la verdad.
- ¿Y esa cara? - la miré de reojo.
- Nada, hablando con Kylian.
- ¿Y ese quién es?
- Mi novio.
- ¿Tu novio cuál? ¿El que me come los huevos o el que me suda la polla?
Me pegó en el hombro.
- El único que tengo, no soy como tú, que ya me contaron que te han visto en el coche con varias mujeres.
- ¿Quién?
- Mis amigas.
- Siempre lo he dicho, son un grupo de locas que siempre hablan mierda.
- Ya ves...
- Aunque tú te dejas llevar mucho de ellas.
- No vayas a empezar.
- ¡Ey! Es verdad y lo sabes.
- Calla.
- Vale, mami.
- ¿Cómo? - se sonrojó.
- "Mami" de mamá, no de "mami"
- Te explicas muy bien.
- A buen entendedor, pocas palabras bastan.
- Así no es.
- ¿Y cómo es?
- ¿A mí me preguntas?
- Yo que sé, como me dijiste eso.
- El otro día mi primo Kennedy me dijo un consejo que me hizo pensar en tí, te cambiaría la vida.
- ¿Si?
- Sí, pensé en hablarte, pero pensaba que las cosas entre nosotros estaban mal, por eso no te escribí.
- ¿Y qué te dijo?
- No te lo voy a decir.
- Ya va a empezar Leila de pesada, dímelo.
- ¡Qué no!
- Pero si me va a cambiar la vida ese consejo, dímelo para mejorar, ¿o quieres que esté mal?
- Es que - la interrumpí.
- Dímelo, mala persona.
- Es que no me acuerdo.
- ¿Entonces?
- Lo único que recuerdo es que pensé: "esto a Beny le cambiaría la manera de ver la vida", pero de lo que me dijo no me acuerdo.
- Es un consejo que me puede cambiar la vida, ¿y no te acuerdas?
- No... - respondió pensativa.
- ¡Madre mía! ¡Qué mal estás! ¿Qué te metes en Francia?
- No soy como tú, yo no me meto coca.
La miré mal, desde que me pilló con los sobres de cocaína en la cartera, no paraba de decirme esas cosas.
- ¿Para qué eres mentirosa?
- Me gusta mentir - asintió con su cabeza.
- Muy mal, muy mal... - reímos.