• Beny •
- Este me gusta - lo señalé.
- Está bonito, pero no te pega con los muebles de tu casa, ni el color ni el estilo.
- Vale, diseñadora de interiores.
- ¡Ay! ¡Qué pesadito eres!
- Te jodes.
- Y aún así te quiero, así que imagínate el cariño que te tengo que tener.
- No es nada comparado con mi paciencia, porque para aguantarte a ti, hace falta meditar.
- Fantasma...
- Son bromas - reí y la abracé.
Me encantaba estar con ella, no sentía nada de amor en el senido de novios, pero es una persona a la que siempre le voy a tener cariño por las cosas que vivimos juntos, lo mejor que pude hacer es aceptar eso y dejar de pensar que la tenía que olvidar del todo. Me enseñó muchas cosas en la vida, gracias a ella soy quien soy, no es necesario olvidar a alguien del todo, basta con verla con otros ojos.
Cerré los ojos por dos segundos ya que la estaba abrazando, derrepente siento un flash.
- ¿Qué haces? - le pregunté serio.
- ¿Qué hablas tú? ¿Quién eres?
- Borra esa foto ya.
- ¿Que pasó? - se acercó Leila.
- Bórrala o te estallo el móvil contra el piso.
- ¿Qué foto? Si yo no he hecho nada.
- A ver tu galería.
- No te la voy a enseñar, ¿quién te piensas que eres?
- Me voy a cagar en tus muertos - le quité su teléfono de las manos - desbloquéamelo o lo parto en dos.
- ¡Eh! ¡Dámelo! - gritó.
- No me estés chillando como si fueras una niña, maricón, dime la contraseña.
- Dámelo es mío.
Vi como tres de seguridad se acercaban hacia mí, no me importó.
- ¿Qué pasa? - preguntó con la porra en la mano.
- Este tío, que se piensa que le saqué una foto.
- ¿Cómo que: "este tío"? - lo empujé.
- ¡Eh! ¿Qué haces? No te ha tocado, vete. - se me encaró el guardia.
Quería pegarme con él, me había dado mucho coraje que me haya faltado el respeto y que a demás me haya dejado como loco.
- Beny, vámonos ya - susurró Leila agarrándome del torso.
- Más te vale que esa foto no salga a la luz, porque te juro que de la piña que te pego - la morena me tapó la boca con su mano.
- ¡Vámonos!
Salimos del Ikea, ella empezó a reirse.
- O sea - soltó una carcajada - ¿qué coño acaba de pasar?
- Que nos sacó una foto mientras nos estábamos abrazando.
- ¿Estás seguro que fue él?
- Sí - mentí.
No sabía quien había sido, cuando abrí los ojos lo vi con el móvil apuntando hacia nosotros.
- Da igual, solo nos estabamos abrazando, no vuelvas a armarla así, date cuenta de que no eres Moha, eres Beny.
- Me suda la polla.
- ¡Qué raro! - habló irónica.
- Me da igual.
- Pues ahora por calentón te quedaste sin cajonera, hasta que se olviden de ti y te dejen pasar.
- Me fui de Londres porque estaba harto de que mi madre me echara la bronca, pero tú eres peor, y no llevamos ni un día juntos.
- Calla, quejica.
- ¿Qué tal con tu novio?
- ¿Y esa pregunta?
- ¿No puedo hacerla?
- Sí, si puedes, pero... no sé... por la cara.
- ¿Estás mal con él?
- No, ¿por qué?
- Parece que no me quieres responder.
- Estamos bien - me miró con el ceño fruncido.
- Ah, vale, me alegro, ¿cómo se conocieron?
- Yo lo conozco a él desde que estaba viviendo en Marsella, pero luego me fui, ahí no nos gustábamos, pero cuando volví a Francia vi que se puso guapo, entonces coincidimos en que entrenábamos juntos en la misma hora.
- ¿El qué?
- MMA.
- Es verdad.
- Pues eso, y como que nuestro entrenador se dió cuenta de que nos pasábamos el día coqueteando, entonces nos ponía juntos en los sparring y esas cosas.
- Como el típico profesor que te pone con la que te gusta para hacer el trabajo.
- Sí, sí, literalmente fue así.
- Beny, una foto. - se me acercó una chica de mi edad, era muy guapa.
- Vale, Lei, dame la máscara.
- Toma - la sacó de su bolso.
- Gracias - le guiñé el ojo.
Se sacó una ella, y otra la amiga, ambas estaban buenas.
- Oye - me miró sonrojada.
- Dime
- No es por incomodar ni nada.
Me quité la North Face.
- No te preocupes, dime.
- ¿Es verdad que sois novios? Se han publicado muchas fotos de vosotros dos muy juntos.
- Son de hace tiempo esas fotos.
- Ya, ya, pero me da curiosidad.
- Si me sigues desde hace tiempo sabrías que no soy de hablar mucho.
- ¿Eso en un: "sí"?
- A saber - sonreí - adiós, chicas.
Se quedó fijamente mirando mis labios, yo relamí los míos y miré los de ella hasta que nuestros caminos se separaron.
- Un poco más y se te lanza.
- ¿Estás molesta?
- No.
- Bueno...
Se quedó callada y metí mi máscara en su bolso.