Cefiro de otoño VOL. 1

Capitulo X

La noche caía sobre el reino protegido, y las estrellas titilaban en el firmamento como testigos silenciosos del destino que se avecinaba. En la penumbra, JunXiang se mantenía en alerta, sus sentidos agudizados por años de batallas y pérdidas. Una sombra se movía en la oscuridad, una presencia que no se dejaba ignorar.

De repente, sin previo aviso, el general sobreviviente emergió de las sombras, sus ojos llenos de furia y sed de venganza. Pero antes de que pudiera lanzar un ataque, JunXiang actuó con una velocidad asombrosa. Con un solo golpe, las cuchillas celestiales se movieron con precisión mortal, desintegrando al general en un destello de luz. En un instante, lo que quedaba del enemigo se desvaneció en el aire, dejando solo el eco de su amenaza pasada.

Con las cuchillas celestiales flotando entre sus manos y la memoria de sus amigos en su corazón, JunXiang se preparó para enfrentar el futuro. Era un ser transformado, con un destino que trascendía los límites de su comprensión. A medida que el día nacía sobre el reino protegido, JunXiang avanzó hacia un nuevo amanecer, listo para enfrentar los desafíos y las revelaciones que el multiverso tenía reservados para él.

Cerró los ojos por un momento, sintiendo el peso de las palabras de los trascendentales de su visión resonar en su alma fatigada. La paz era frágil y debía ser protegida con valentía y determinación. Al abrir los ojos, se volvió hacia el anciano, sus ojos brillando con determinación renovada.

— Estoy listo para lo que sea que el destino tenga reservado para mí —dijo JunXiang con firmeza—. Mi espada seguirá siendo un escudo para los inocentes y una espada contra la oscuridad que se avecina.

Los ancianos asintieron con aprobación y extendieron la mano hacia JunXiang, pasándole un antiguo pergamino sellado con un emblema celestial.

— Este pergamino contiene la sabiduría de los antiguos —dijo el anciano—. Úsalo con prudencia y guiará tus pasos en los tiempos venideros.

En los meses que siguieron a la victoria en la antigua cueva, JunXiang se recluyó en la cueva para cultivar y ascender gracias al pergamino de sabiduría que le había entregado el anciano. Dedicó horas interminables a comprender los secretos ancestrales, a fortalecer su espíritu y a elevar su conocimiento sobre los misterios del multiverso.

Mientras el día comenzaba a amanecer, los ancianos asintieron hacia él como señal del futuro cuasi gobernante, sus ojos llenos de respeto y gratitud. "Eres la luz que iluminará nuestro camino en los días oscuros que se avecinan", dijo el anciano con voz serena pero firme. "El multiverso está en deuda contigo por tu valentía y determinación".

JunXiang asintió con humildad, sintiendo el peso de las palabras de los transcendentales en sus hombros, pero también sintiendo una nueva fuerza en su interior. Sabía que este era solo el comienzo de su viaje, que el multiverso estaba lleno de desafíos y peligros que aún no podía imaginar. Pero estaba listo, con las cuchillas celestiales en sus manos y la sabiduría de los antiguos en forma de pergamino en su posesión, para enfrentar lo que viniera con una determinación inquebrantable y una esperanza eterna en su corazón.

Bajo el sol dorado del nuevo amanecer, JunXiang caminó por los terrenos revitalizados, contemplando la arquitectura restaurada y los jardines florecientes. Los ecos del pasado resonaban en cada rincón, pero también había un sentido de renacimiento, una renovada determinación por construir un futuro en honor a los caídos.

Finalmente, tras un tiempo en la guerra, JunXiang emergió de su reclusión, transformado y lleno de poder. Dirigió al reino hacia un nuevo amanecer, llevando consigo a los pocos soldados que quedaban, guerreros leales que habían compartido su lucha y su sacrificio. Pero su destino final no estaba en el campo de batalla, sino en los brazos de su amada Xiu Yin.

Al encontrarse con XiuYin, JunXiang descubrió que su amor había dado frutos en su ausencia: dos hermosas hijas que tenían la mirada valiente y decidida de su padre. En ese momento, la realización de su legado y la continuidad de su linaje le llenaron el corazón de alegría y gratitud. Se arrodilló ante su familia, sosteniendo a sus hijas en brazos, y supo que, independientemente de los desafíos que el multiverso pudiera presentar, su legado perduraría a través de las generaciones.