capítulo siete

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Finalmente Dazai se decidió por anotarse a un taller. Más específicamente, al de Ajedrez. A esa altura, la mayoría de las actividades extras estaban llenas. Cuando llegó al salón correspondiente, ya estaban todos en parejas con sus respectivos tableros. El profesor había salido un momento por un café.

El castaño echó una mirada aburrida por todo el lugar buscando a alguien sin compañero. Sus ojos chocaron con la silueta de cierto pelinegro en una de las mesas más alejadas. Sonrió internamente. Al parecer iba a tener algo con lo que entretenerse.

Dazai se acercó a paso lento hacia el chico solitario. A pesar de no tener contrincante, parecía muy concentrado en las piezas que él sólo movía.

—Una jugada complicada por aquí, eh. —dijo el castaño deteniéndose a un lado de la mesa.

Fyodor ni se molestó en alzar la mirada. Seguía concentrado en acomodar las piezas frente suyo.

—¿Qué haces aquí? —le preguntó al recién llegado.

—Yo bien, ¿y tú?

Dazai tomó asiento de la otra mano del tablero y agarró un caballo blanco. Lo movió en el aire como si estuviera galopando. Fyodor suspiró y dirigió sus ojos morados hacia él.

—Si has venido sólo para molestar, te pido que te vayas. —estiró su mano en un intento de arrebatarle la pieza pero Dazai fue más rápido y la apartó.

—Qué amargado. —contestó él— Por eso nadie juega contigo.

—Nadie juega conmigo porque siempre gano. —corrigió Fyodor.

Dazai sonrió ante eso. —¿Ah, si?

Apoyó su cara en su mano izquierda mirando al pelinegro.

—Entonces juega conmigo.

Fyodor levantó levemente las cejas mirándolo fijamente.

—¿Siquiera sabes jugar? —le preguntó.

—Por supuesto. —dijo el castaño enderezándose en su asiento— Y no sólo sé jugar, sino que también soy el mejor.

Dazai no creía que fuera el mejor, pero sabía que eso provocaría al chico frente suyo. Fyodor soltó una risa entre dientes.

—Lo dudo mucho. —respondió, pero de todas formas acomodó las piezas para una nueva partida. —Bien. Juguemos entonces.

[...]

A diferencia de Fyodor, el castaño no cerraba su boca. A pesar de ser un juego que requería atención, Dazai no dejaba de hablar. El silencio lo aburría y no lo necesitaba para concentrarse. Así que con el movimiento de pieza tras pieza, el chico hablaba de diferentes cosas, desde profesores hasta chismes de gente que el pelinegro ni conocía.

Fyodor por su parte intentaba ignorarlo lo más posible, poniendo su atención únicamente en el juego (que no estaba resultando tan fácil como lo imaginó), pero en ocasiones se le dificultaba no contestar.

—Resulta que esta chica, Jane, se había metido con el novio de su amiga. ¡De su mejor amiga! ¿Puedes creerlo? —le contaba el de hebras castañas mientras movía el caballo.

—Jane era...? —cuestionó el otro moviendo la torre.

—La chica bajita, de pelo negro y gorro. ¡De 5°A! —respondió Dazai como si fuera obvio.

—Ah, si. Ya sé quién. —Fyodor no tenía ni idea.

—Bien, ella. Y encima tuvo el descaro de decírselo a la cara. —siguió contando el castaño, haciendo avanzar a su alfil.

rivalidad escolar『 bsd 』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora