Capítulo 23.

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Maratón 2/4.


Charla entre padre e hija: James Potter y Annabeth Potter.


Cuando Daphne se fue con Theo, las chicas estuvieron cuchicheando sobre la parejita durante un rato. Pero después cambiaron de tema al ver a una pelirroja, normalmente charlatana, distraída y con apariencia de tristeza.

—Ann, ¿has hablado con Fred? —preguntó Hermione.

—No —contestó ella, con un tono de voz de lo más triste—. No desde esta mañana. ¿Habéis visto como se ha apartado de mí cuando le estaba poniendo el hielo? —preguntó, tristemente—. ¡Parecía que se había hartado de ser mi amigo, que estaba harto de mí! Y yo que por un momento había pensado que me iba a besar. . . Menuda idiota.

—Ann —dijeron sus amigas y la abrazaron al verla tan destrozada.

— ¡No! —exclamó la pelirroja, apartando a sus amigas de su alrededor—. Chicas, agradezco el apoyo, pero. . . fui una idiota al pensar que Fred podría sentir algo por mí. Lo siento chicas, necesito estar sola.

Antes de que sus amigas pudieran decir algo, la chica salió corriendo hacia el lago. Después de un rato corriendo, se chocó contra alguien.

— ¡Ann! —exclamó Fred. Le cogió la cara con las manos y observó preocupado como las lágrimas acariciaban su rostro—. ¿Annie, qué ha pasado?

— ¡Suéltame! —exclamó, apartando las manos del pelirrojo de su cara con brusquedad, haciendo que tanto él como George y Lee la miraran sorprendidos y preocupados—. ¡Tú tienes la culpa de todo! —añadió, dolida, antes de volver a salir corriendo.

— ¡Annabeth! —gritó el gemelo Weasley, queriendo salir corriendo tras ella, pero su hermano se lo impidió.

—Déjala, Fred —le dijo George, poniendo una mano en el hombro de su gemelo—. No sé qué le pasa, pero todos la conocemos. Hay que dejarla sola.

Muy a su pesar, Fred le hizo caso a su hermano, y desde lejos vio como la chica Potter desaparecía corriendo hacia el lago. Un poco alejados de allí, los Merodeadores, Lily, Lils, Marlene y Tonks se encontraban charlando animadamente hasta que un moreno vio algo que le llamo la atención.

—Ann —susurró, de forma que solo su novia le oyó.

— ¿Qué? ¿Qué dices James?

—Annabeth —repitió más claro, de forma que todos le oyeron—. Estaba con sus amigas y ha salido corriendo. Creo que estaba llorando. Tengo que ir a hablar con. . .

— ¡Suéltame! ¡Tú tienes la culpa de todo!

— ¿Ese es Fred? —preguntó Lily, asombrada por las palabras que su hija le había dirigido al chico.

—Estaba llorando, ¿verdad? —dijo James. Él estaba furioso—. Se lo advertí. Ni una lágrima.

— ¿Qué? James, ¿de que hablas?

Pero no la contestó. James echó a andar (o más bien correr) hacia los tres amigos. Cuando llegó hasta ellos, tiró del brazo de Fred para darle la vuelta y le habría golpeado sino fuera porque Lily se lo impidió, colgándose de su espalda.

— ¡James Potter! —Exclamó colgándose de su cuello y desequilibró a su novio haciendo que fuera imposible que le pegara al chico—. ¿Qué estás haciendo, James?

Sirius y Remus ayudaron a Lily a sujetar a James, que aún no se tranquilizaba.

— ¡Te lo advertí! ¡Te dije que no la hicieras llorar!

✓ | A través del tiempo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora