Capítulo 20. Especial.

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Annabeth Potter y los gemelos Weasley: su amistad.


FLASHBACK.

Annabeth Potter caminaba por los pasillos de Hogwarts, que estaban desiertos. La verdad es que se había perdido, pero bueno, era su segundo día, tenía perdón. Además, sangre merodeadora corría por sus venas (aunque todavía no lo supiera). Claro que levantarse por la noche para explorar el castillo no había sido buena idea...


— ¡Os voy a pillar!

Ann pegó un respingo. ¿Cómo la habían visto? Había sido muy cuidadosa para que nadie notara que había salido de la cama. Quizás la Sra. Norris la había visto y había ido a avisar a Filch. Pero algo no encajaba. ¿Por qué hablaba como si no estuviera sola?

— ¡Os atraparé! ¡Y cuando lo haga me aseguraré de que os expulsen!

Bueno, Annabeth no entendía porque Filch hablaba así, pero sí que sabía que no quería ser expulsada. Así que echó a correr. Aunque no estuvo así mucho tiempo. En cuanto corrió un par de metros, una mano salió de un escondrijo y la atrajo hacia él. Estuvo a punto de gritar para pedir ayuda (a estas alturas le daba igual que la castigaran, todo era mejor que ser secuestrada) cuando una voz le tapó la boca.

—Silencio o nos atraparán.

Ann reconoció la voz. La había oído antes. El día anterior en el tren. Intentó hablar de nuevo, pero no parecía que fuera a soltarla. Respiró profundamente y asintió con la cabeza para darle a entender que no haría ruido.

— ¿Fred? —susurró cuando le soltó su agarre.

— ¡Annabeth! —exclamó en un susurró Fred, sorprendido—. ¿Qué haces aquí? —luego sonrió, travieso—. ¿Te has escapado, Potter?

La chica se sonrojó, pero le sonrió de igual manera.

— ¿Y si fuera así, qué?

—Parece que no eres tan santa.

— ¿Quién te ha dicho que soy una santa?

Fred soltó una limpia y sonora carcajada.

—Bien. Me gustan las chicas traviesas.

Fred lo había dicho en plan de broma, pero la menor de los Potter se sonrojó. Fred le había llamado la atención desde que le había visto en el tren. En ese momento, otro chico igual a Fred apareció por el pasillo y se metió en el escondrijo.

— ¿Fred? ¿Con quién estás?

— ¡Hola, George! —gritó Ann.

— ¡Sh! —exclamaron los gemelos, haciendo que Fred volviera a tapar la boca de la chica.

—Lo siento —susurró, sonrojada.

— ¿Qué haces aquí, Annabeth? —preguntó George.

Ella estaba a punto de responder, cuando se oyeron pasos acelerados por el pasillo.

—Silencio —dijo Fred, y los tres se escondieron entre las sombras.

Filch apareció corriendo por el pasillo, por suerte, sin la señora Norris. Si esa gata hubiera ido con él, lo más probable es que les hubieran pillado.

— ¿Qué habéis hecho? —preguntó Ann, una vez que estuvo segura de que el conserje no la escuchaba.

—Ven —dijo George, asomándose al pasillo y confirmando que Filch ya no estaba a la vista.

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