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mierda, mierda y más mierda. de todos los gimnasios que hay en la ciudad, ¿lee tenía que venir precisamente al mío? de acuerdo, sí, es una putada que hayan tenido que cerrar el suyo, pero joder, podría haberse buscado otro sitio dónde entrenar.

aunque está más que claro que no encontrará a nadie mejor que jaehyun. no me convence del todo que la misma persona sea nuestro coach, pues resulta que somos rivales desde siempre, pero no me queda más remedio que aceptar.

los dos primeros meses tratamos de ignorarnos al máximo posible. coincidimos durante bastantes horas en el gimnasio y, tras la pequeña riña que tuvimos uno de los primeros días, hemos creído que sería mejor no entablar conversación con el otro.

jaehyun tuvo la genial idea de ponernos a pelear juntos para entrenar, pero resultó catastrófico.

lo que pretendía ser un combate de boxeo, terminó siendo una peleara callejera, pues nos habíamos dejado llevar por nuestra rivalidad y no pensábamos con claridad.

casi nos echan del gimnasio por aquello, pero logramos convencer a nuestro entrenador de que sería la última vez que ocurría algo así.

sigo golpeando con fuerza el saco que cuelga ante mí, practicando el nuevo movimiento que me ha enseñado jaehyun esa misma tarde.

los últimos rezagados se empiezan a dirigir al vestuario, pero yo no me detengo, incluso una hora más tarde de que se hayan marchado todos, la velocidad y dureza de mis golpes no disminuye en absoluto.

cuando empiezo a sentir que mis brazos están entumecidos, decido que ya ha sido suficiente por hoy.

mientras me retiro con cuidado las vendas que cubren mis nudillos para protegerlos voy andando tranquilamente hacia el vestuario.

es mi momento de paz y tranquilidad después del ajetreo de todo el día. aquí, en el gimnasio completamente vacío, sin nadie que me interrumpa y golpeando frenéticamente mi saco es el instante exacto en el que me quedaría indefinidamente.

creía que no quedaba nadie más en el gimnasio, así que imaginen mi sorpresa cuando me encuentro a lee y a otro chico en el vestuario. pero lo que más me sorprende es la posición en la que se encuentran.

jeno está apoyado en las taquillas, con el pecho desnudo y la cabeza echada hacia atrás. su acompañante, del cual no me sé su nombre, tiene una posición bastante comprometida, pues está arrodillado ante él, realizándole lo que parece ser una mamada.

ambos se sobresaltan al escucharme entrar, y el joven que está en el suelo palidece ante mi presencia. ahora que le veo el rostro le reconozco, fue uno de mis sparrings cuando me preparaba para el torneo la temporada pasada. no me gusta alardear, pero le di una soberana paliza, por lo que creo entender su reacción.

―mark ―exclama sorprendido mi contrincante, ―creía que no quedaba nadie en el gimnasio.

trata de cubrirse su erección disimuladamente y evita mis ojos, claramente avergonzado. he de admitir que una parte de mí se regodea ante la situación embarazosa que está viviendo y ante el hecho de que no me sostiene la mirada en una actitud retadora, como siempre suele hacer.

sin embargo, no puedo evitar inspeccionar minuciosamente cada centímetro de su escultural cuerpo y, aunque no lo reconoceré jamás, me he excitado ante la imagen que se ha presentado ante mí.

el chico que le ofrecía el sexo oral desaparece rápidamente del vestuario, susurrando una disculpa atropellada al aire, que no sé muy bien para quien de los dos va dirigida.

nosotros nos mantenemos en silencio, mirándonos mutuamente sin saber cómo proceder. yo soy el primero en romper el contacto visual encaminándome hacia mi taquilla para empezar a desvestirme, sintiendo sus ojos recorriéndome por completo.

no sé por qué, pero no puedo dejar de pensar en su expresión de puro placer, sus gemidos agudos y su miembro erecto, que me apunta directamente, como si me estuviera llamando.

me meto en la hilera de duchas, tratando de que mi pene que empieza a despertar pase desapercibido por mi rival.

sin embargo, descubro que no es así, pues cuando se adentra bajo una de las alcachofas, es en mi entrepierna en lo primero que repara.

me ha parecido percibir un jadeo por su parte, pero le ignoro, convenciéndome de que lo que está pasando son solo imaginaciones mías. ¡por favor, si se trata de lee jaeno!

no obstante, no puedo dejar de echar rápidos vistazos a su cuerpo, deleitándome con su tonificado torso, sus anchos muslos o la redondez de sus nalgas.

un deseo fugaz de querer estar enterrado en él me invade, sorprendiéndome por completo. niego la cabeza, ¿en qué demonios estoy pensando?

 niego la cabeza, ¿en qué demonios estoy pensando?

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