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no queda ni rastro de nadie más en el gimnasio, aparte de lee y yo, por supuesto.

me permito mirar al joven durante unos instantes a la vez que aprovecho para descansar y beber agua. está enfrente de un saco, tratando de ejecutar correctamente una de las patadas que le ha enseñado aquella misma tarde jaehyun.

sin embargo, no logra estabilizarse como toca y siempre termina cayendo. golpea con frustración el suelo y mira con odio al saco, como si fuera el culpable de su fracaso.

repite el movimiento de nuevo y en esa ocasión logra golpear su objetivo sin caer, pero debe apoyarse en el suelo para volver a recuperar su posición. si sigue haciendo eso, podría lesionarse la rodilla, pues no está ejecutando correctamente la técnica. no sé por qué, pero ayudarle.

―¿te echo una mano? ―propongo acercándome después de escucharle soltar otro gruñido furioso.

―¿qué? ―parece sorprendido por mi gesto, pues es la primera vez que cruzamos más de dos palabras sin insultarnos.

―te lesionarás como sigas pivotando así ―le indico con un gesto de cabeza su rodilla. me mira confundido, todavía sin terminar de creerse que esté haciendo eso. lo sé, a mí también me impacta. ―vamos, repítelo, te lo mostraré.

todavía un poco receloso, realiza el gesto que le ha enseñado nuestro entrenador y, en el momento oportuno, le detengo, colocando las manos sobre su rodilla y pierna.

debe agarrarse de mis hombros para no caer, pues lo he dejado apoyándose solo sobre una extremidad.

―¿ves? aquí ―le indico, tocando la punta de empeine. ―tienes que terminar de rotar por completo el pie, sino pivotas demasiado sobre la rodilla y probablemente te lesiones.

―joder, vale ―asiente y trata de volver a hacerlo, esa vez corrigiendo lo que le he dicho, pero no le sale. ―¡mierda! ―exclama frustrado de nuevo, pasándose las manos por el rostro.

―tranquilo, ven, hagámoslo juntos ―su cuerpo se tensa ante mis últimas palabras y veo cómo un escalofrío le recorre de pies a cabeza.

vale, no había malinterpretado mis propias palabras, pero ante su reacción, mi miembro se ha sacudido violentamente.

―vamos a hacerlo más lento ―le indico y no puedo evitar sonreír ante el doble sentido de aquello.

ocultando su mueca divertida, imita mis movimientos, ayudándose del agarre que tenemos en el otro para ganar en estabilidad. logra girar correctamente el pie, pero no sé por qué se desestabiliza de nuevo. todo pasa muy rápido y muy lento a la vez.

no tengo ni la más remota idea de cómo ocurre, pero jeno está cayendo hacia atrás, arrastrándome con él. aterrizamos los dos en el suelo, él golpeándose con fuerza la cabeza y yo sobre su pecho.

―¿estás bien? ―me preocupo inmediatamente al ver su mueca de dolor.

―genial ―ironiza mientras frunce el ceño, pero puedo ver un atisbo de diversión en sus ojos. la verdad es que ha sido bastante cómico. ―¿tú?

―de maravilla ―respondo sonriendo de lado, contagiándome de su humor.

me deja ver su perfecta hilera de dientes y me quedo embobado observándole. instintivamente, mis ojos viajan hacia sus labios, pero rápidamente vuelven a encontrarse con los suyos, que brillan con picardía.

ahora es su turno para fijar su vista en mi boca, así que yo hago lo propio con la suya. se humedece la zona delineándola con su lengua, excitándome todavía más.

luego dibuja la sonrisa más lasciva que haya visto jamás y ya no necesito más para encontrarme completamente erecto.

un deseo irrefrenable de probar su sabor me invade y, ante la oscuridad que ha adoptado su tonalidad castaño, sé que él está en las mismas condiciones que yo.

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