Antes de que te vayas

03. Medianoche en París

El arte es tan sencillo de explicar cómo también de entender. Los colores en una pintura expresan sentimientos. Sentimientos que atrapan al espectador provocando emociones, tocando su yo interno.

El pincel en mi mano, se movía sincronizadamente al ritmo de la música transmitida desde el tocadiscos.

La paz que sentía por cada trazo en el lienzo era simplemente increíble, una dulce melodía daba inicio resonando por toda la habitación mientras que el pincel parecía hacer el amor con la pintura y el lienzo.

La inspiración suele ser muy escurridiza, llegar a tu mente como el aleteo de una hermosa mariposa, como el presunto olor de tu frappé favorito, o la repentina aparición de alguien nuevo en tu vida.

Todos somos artistas, de alguna u otra forma, en pequeñas o grandes cantidades.

En el momento que intercambiamos miradas por primera vez, supe de inmediato que nunca mas volvería a ser la misma persona. Mi corazón latió tan fuerte que en todo momento pensé que se me iba a salir.

Es increíble lo poco que nos conocemos, pero lo rápido que logro que mi mundo se pusiera completamente de cabeza y girara todo el tiempo alrededor de ella.

La música hace parte de si, todo el espacio fundiéndose en las paredes, haciendo temblar las ventanas y rebotando en mi erizada piel. Bailando y cantando de puntitas por toda la habitación aprovechando cada dulce melodía de las cuerdas de un bajó para trazar una línea en el lienzo, mezclando los colores detalladamente para así obtener la tonalidad deseada.

Podría sentir en ese momento que lograría pintar el cielo y la tierra si me lo propondría, como podría dibujarle la luna en sueños y lograr que las luces de las estrellas entonen su precioso nombre en una dulce melodía, solo con recordar esa hermosa sonrisa.

Una ligera sonrisa en mi rostro apareció al observar el resultado final, admire con delicadeza la combinación de colores y si la obra era lo suficientemente buena como para presentarla ante el público. Era perfecta ante mis ojos, las tonalidades claras color verde y un poco de naranja, hacían un contraste robándose por completo la atención del espectador. Todo lucía fantástico y agradable mientras que por encima de esos colores, había uno en especial que resaltaba de forma especial en el lienzo, una suave combinación entre azul claro, marrón y algo de naranja, alce una ceja curiosa inspeccionando que todo estuviera en su lugar, que no hubiera ningún trazo de más o alguna gota escurridiza que habría logrado manchar el lienzo.

No fue complicado lograr entender que kinara había sido la inspiración para la creación de esa pieza artística, todo en el decía kinara por todas partes, me sonroje al pensar en ella una vez más, pero logrando sentirme completamente satisfecha de haber conseguido hacer un magnífico trabajo.

Exhalo el humo del cigarro mientras veo como se expande el mismo en el aire. Miro al techo el cual ha perdido con el paso del tiempo su color original.

¿Se le podría llamar "amor" lo que sentía por kinara, o solo simple interés?. Habia algo, que todavía no podía entender, ¿Que la hacia tan especial?, es una chica ordinaria como cualquier otra, no había nada que la hacia diferente.

Su sonrisa, sus ojos, su voz, su hermoso cabello pelirojo, sus acciones, todo el amor que tenía por ofrecer, todo eso la hacia distinta a cualquier otra persona que pude aver conocido. Lo único que me mantenía en marcha era el pensamiento de volver a verla todos los días, mientras nuestras miradas se cruzaban en la parada del autobús bus o el hecho de que nuestros destinos parecían ser el mismo pero a la vez tan diferentes.

A veces pensaba en ella a altas horas de la noche, con la esperanza de que alguna vez me viera de la forma en la que yo la veía a ella. No podría mentir al decir que no me moría de la emoción cuando solíamos cruzar palabras en el elevador del edificio o en cualquier parte de la ciudad donde nos cruzamos, aveces parecía ser obra del mismo destino tener que encontrarme con ella.