Un terrible error

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Se refregó el rostro para apresurarse a la ventana, a ver si lograba visualizar la silueta de quien comenzaba a preocuparse.

Habían pasado 5 días desde que Diluc y ella tuvieron su momento, y aún no hay rastros de a dónde fue, o si acaso va a volver.

Comenzaba a desesperarse, pensando que tal vez Kaeya tenía más razón de la que creía. Tal vez realmente había escapado a otra cuidad por lo que quedaba de su estadía, pretendiendo escapar de su padre la mayor cantidad de tiempo posible. Tal vez esta vez realmente había cometido un terrible error.

Sintió unos golpes en su puerta. Se apresuró a colocarse su tapado de seda blanca junto con sus guantes para recibir a su invitado. No sabía por qué, pero una idea loca cruzó por su mente, y se aseguró de encontrarse presentable en relación con su imagen. Tal vez sería él. No podría dejarse estar.

Sintió cómo todas sus ilusiones eran destrozadas a ver simplemente a Kaeya detrás de la puerta. Se hizo un lado, permitiéndole el paso.

― Buen día para ti también, preciosa. ―bromeó el moreno ante el rostro de decepción de la morocha.

― ¿Acaso no piensa volver? ―escupió sin pensar demasiado en protocolos. ― ¿Qué clase de persona escapa así de sus problemas, sin siquiera despedirse de su hermano o padre? ¿Quién abandona a su familia sin decir a dónde fue?

― Te presento a mi hermano. ―bromeó Kaeya, aunque Natalie no pareció tomarlo de esa forma. ―Tranquila, Diluc no se iría por mucho tiempo sin hacerle saber a padre. Volverá antes de lo que crees. Probablemente solo necesita algo de tiempo para acostumbrarse a sentir algo por alguien.

Natalie suspiró agobiada. Se sentía tan culpable en ese momento. Le resultaba tan extraño cenar sin él en la mesa. Todas las noches podía ver el crecimiento de preocupación en su padre cada segundo que pasaba. Saber que Kaeya no estaba tan alterado como ella le reconfortaba, pero le destruía ver a su padre así. Crepus no había sido más que excelentemente atento con ella, y así le pagaba su hospitalidad.

― Natalie, tienes que relajarte. No fue tu culpa. Te advertí, él suele hacer estas cosas cuando entra en un dilema emocional. ―suspiró nuevamente, esta vez intentando liberarse de las tensiones de su cuerpo mientras Kaeya le daba un ligero abrazo en sus hombros. ―Volverá. Te lo aseguro.

Asintió algo preocupada, pero decidiendo creer en las palabras de su hermano. Aparentemente era quien más le conocía. Si él decía que iba a volver, probablemente así sería.

― Gracias, Kaeya.

― Se exactamente cómo animarte. ―exclamó su nuevo amigo. ―Vayamos a dar un paseo por la ciudad.

― No lo sé, la última vez que fui a la ciudad me metiste en problemas serios. ―carcajeó en modo de broma.

― No oí un no. Vístete y te espero abajo para ponernos en marcha.

Kaeya se fue antes de que Natalie pueda negarse a su oferta, dejándola de nuevo sola en su habitación escapando una risa. Ella y Kaeya se habían vuelto grandes amigos desde la última conversación que tuvieron sobre su momento con Diluc. Resulta que el moreno era una maravillosa persona debajo de su fachada de tipo desinteresado y malicioso.

Se dispuso a ponerse un vestido ligero considerando el clima, con algunos detalles en celestes combinados en blanco, a juego con su cabello completamente suelto. Se sentía algo emocionada por salir la verdad. La ciudad le había resultado hermosa a pesar de que su primera visita haya sido tan corta. Se había quedado con ganas de conocer más.

Bajó las escaleras emocionadas, viendo a su acompañante recibirla con un brazo abierto y una sonrisa honesta. No dudo en tomarlo y prepararse para marchar.

Good Business - Diluc RagnvindrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora