32. Jugar sucio

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— ¿Y si compramos esto? — Mario sostenía en sus manos un muñeco de Spiderman dentro de su caja.

— Mario, en este momento no es necesario y lo sabes... — La menor ríe, tomó un gran paquete de arroz y lo dejó en el carrito de compras.

— Pero, es que, está muy bonito... ¡Y es edición limitada! — Se queja.

Sandra sonríe.

— Bueno, está bien.

El castaño suelta un grito de emoción.

— Ahora, ayúdame a buscar utensilios de cocina, edredones para nuestra cama y las cortinas.

— Sí, sí, vamos, cariño. — El mayor camina junto a su novia hacia la sección de cocina.

Al comenzar con los planes de su boda, no tardaron en buscar una casa donde podrían vivir y formar una linda familia.

Afortunadamente, encontraron una gran casa que eligieron los dos. Ahora mismo están realizando los papeleos, por lo tanto, se decidieron por comprar lo que necesitarían para aquella.

Estaban más que felices, uno de sus mayores sueños como pareja finalmente se está haciendo realidad.

— Mario, ¡Que jartera, deja eso y ayúdame! — Grita al verlo con un peluche de dinosaurio.

— Pero, no se me ponga brava, ya voy. — Lo deja en su lugar y camina hacia la azabache.

Luego de comprar lo necesario, se dirigieron a la caja a pagar lo que habían comprado.

Era demasiado y sus billeteras sufrirían grandes daños, pero, valía la pena.

Sandra hizo una mueca de disgusto al observar el costo.

— No te preocupes, amor. Yo lo pago. — Mario sonrió y le entregó su tarjeta a la cajera.

— Gracias, cielo. — Le dió un pequeño beso en la mejilla.

Salieron del supermercado con sus bolsas en mano y cada una de ellas las dejaron en la maletera del carro. Se subieron a este y se dirigieron al apartamento del mayor.

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Dejaron las bolsas y se tiraron en el sillón. El castaño abrazó a la contraria y le dió un pequeño beso en su frente.

— Te amo, linda.

— Yo más. — Posó su pequeña cabeza en su pecho y escuchó sus latidos.

El silencio no tardó en aparecer, se abrazaron mucho más fuerte y disfrutaron del momento.

Sentirse en paz de esa forma es lo que más les gustaba, por esa razón, cada que ocurría... Lo aprovechaban y duraban muchas horas de tal manera.

Cada pareja es feliz a su manera.

Sintiendo la anatomía de tu amado abrazando la tuya, escuchando cada uno de sus latidos y besando sus labios cada cierto tiempo creando una danza con sus lenguas.

Porque así se demostraban su amor... Lo que sentían por el otro.

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— Amor, recuerda que la próxima semana tenemos que firmar los papeles para la casa. — Dijo el castaño mientras se colocaba sus pantalones de pijama.

La contraria dejó de tomarle atención a la televisión.

— Sí, lo sé, cariño. Créeme que lo recuerdo.

— ¿Estás feliz tanto cómo yo? — Se acostó en la cama y acarició el lacio cabello azabache de su novia.

— Lo estoy, estoy muy feliz. Al fin tendremos nuestra casita. — Sonrió.

— Cuando nos casemos... — Resaltó. — Luego de nuestra luna de miel, nos quedaremos a vivir ahí.

Sandra no tardó en pensar sobre aquel hermoso día que poco a poco se aproximaba.

— ¿Cuándo empezaremos con los preparativos? — El mayor volvió a hablar.

— Aún no lo sé muy bien, amor. Tenemos que elegir a los invitados, alquilar el local, comprar el vestido y tu traje, en fin... Muchas cosas.

El contrario le da la razón.

— ¿A dónde quieres que vayamos para nuestra luna de miel? — Preguntó.

— ¡A París! — Dijo emocionada.

— Es una muy buena opción. — Asiente repetidamente. — También podría ser... ¿Roma? Siempre he querido viajar a la capital de Italia y más contigo. — Da un sútil toque con su índice en la nariz de su novia y ella ríe.

— Iría hasta el fin del Mundo contigo, bobo.

— Pues, eso es lo que haremos.

Entrelazan sus manos y se dan un tierno beso.

8:13AM

El despertador no para de sonar desde hace una hora y la pareja no logra despertar debido al sueño pesado que obtuvieron durante estos días.

Pero, el celular del castaño vibró.

Soltó un quejido y estiró su brazo para alcanzarlo.

— ¿Bueno? — Bostezó.

¿¡Calderón, dónde carajos está!?

Ese era Armando.

— En mi apartamento... ¿Qué pasó y por qué grita?

¡Son las ocho de la mañana y hasta ahora no se aparece con Sandra! ¿Cómo quieres qué no grite, orangután? — Él está explotando en rabia.

Mario abrió los ojos de par en par, rápidamente se paró de la cama e intentó despertar a Sandra.

— ¡Sandra, ya es tarde, vámonos!

Al escuchar el grito, no tardó ni tres segundos en correr al baño.

¡Los quiero aquí en diez minutos o no voy a su matrimonio, manga de holgazanes!

— Ahí vamos, lo prometo. — Calderón sostenía el celular con su hombro mientras se colocaba el pantalón.

Casi se rompe la cara.

— ¡Perdón, Armando! — Gritó la menor desde el baño.

¡No quiero! — Cuelga la llamada.

Bueno, la única forma de que eso ocurra... Era arrodillarse frente a él y pedir perdón.

¿Amenazar con qué no iría a su matrimonio? Eso era jugar sucio.

Frentoza:
Dije que no voy a ir,
salamandra con patas.
8:20AM

Ok, es momento de perder la dignidad.

𖦆

Creo que voy a hacer una maratón de tres capítulos antes de terminar el fic.

Los tqm<33

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Sé que fue un error • MandraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora