7. Discusiones y confusiones

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Mario

Escucho el ruido molesto de mi despertador. Intentando deshacerme de él, mi mano no lo alcanzaba hasta llegar a la orilla de mi cama y caerme, convirtiéndolo en un intento fallido.

Enojado por tal caída, me levanté de golpe haciendo un gruñido y apagándolo de una buena vez.

Miré el despertador para comprobar cuál era la hora y eran las 7 de la mañana. Abrí las cortinas de las ventanas para que entre un poco más de luz y dé una vista agradable. Recogí mi cama tranquilamente, y al finalizar fui a la cocina a hacerme un café.

Me lo tomé sin ningún apuro y me duché. Cuando me terminé de duchar, abrí mi clóset para tomar mi atuendo. Un saco negro y pantalón negro, camisa blanca, corbata gris y zapatos negros. Me vestí y me peiné, sin olvidar asearme porque es indispensable. Preparé mis cosas y tomé mis llaves del carro para ir a Ecomoda.

Yendo hacia allá, recordé la mirada de Sandra, sus ojos brillando, su bella sonrisa y su cálida voz. Todo de ella era hermoso, me cautivó desde el primer momento. Es la mujer que yo necesito. Auténtica y bella también por dentro. Con ella no buscaba estar en la cama, buscaba tenerla conmigo para siempre, y espero pueda ser así.

Lo que quiero en estos momentos es que esas citas sean constantes antes de que se vaya a Palm Beach con Mikeri, y cuando vuelva, espero que sigamos haciéndolo.

Llegué a Ecomoda y me bajé de mi preciado carro rojo. Ví a Wilson en la puerta, lo saludé, y me abrió la puerta. Mariana estaba en la recepción colocando sus cosas en su lugar, me dio mucha curiosidad que no estén todas las muchachas del cuartel..

- Buenos días, Mariana. - Observo hacia los lados inquietante.

- Buenos días, Doctor ¿Cómo le va? - Mariana me observa extrañada por la actitud que presentaba.

- Continúo observando hacia los lados, me acerco a ella y decido preguntarle. - ¿Dónde están todas las del cuartel?

- Me dijeron que ya venían. - Ella observa la puerta y sonríe. - Mire, ahí están.

Volteé y estaba Sandra juntó las del cuartel riendo. Cuando me vió, se le dibujó una sonrisa en los labios.

Me perdí en su mirada y yo le sonreí. No dejaba de hacerlo y no sé que me pasó. Esa mirada es la que aquel día me hipnotizó y pude descubrir lo enamorado que estaba de ella y lo mucho que deseaba estar a su lado.

- ¿Doctor? - Dijo Aura María. Logré reaccionar y sacudí mi cabeza.

- Doctor, ¿Está bien? - Inesita pregunta, angustiada. Yo asentí con la cabeza.

- Sí, buenos días, muchachas. - Continúo. - Yo-yo me voy a mi oficina, hasta luego. - Se abrió el ascensor y las muchachas del cuartel me observan extrañadas alzando la mano para despedirse, Sandra me sonrió y yo le devolví la sonrisa. Apreté el botón del ascensor y me fui.

Se abrieron las puertas del ascensor, entré a la oficina y me encontré con Armando, sentado en su escritorio.

- ¡Buen día, Calderón! - Se levantó de su silla.

- Buenos días, Armando. - Sonreí.

- ¿Cómo le fue ayer? ¿Pasó algo? ¿Todo bien? ¡Cuénteme, hermano!

- Armando, me fue muy bien. Pero no daré detalles ¿Okey? Quiero que esto sea privado. - Dejo mis cosas en su lugar.

- Bueno, está bien. Me conformo con que me haya dicho que le fue muy bien, y me alegra mucho saberlo. - Sonríe. - Ahora mi pregunta es.. ¿Hoy saldrán de nuevo? - Armando pregunta, se sentó mientras continuaba sonriendo esperando mi respuesta.

Sé que fue un error • MandraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora