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Jimin había llegado temprano, mientras tomaba jugó de piña miraba el mar desde arriba.
Sintió entonces su corazón palpitar fuertemente.
Y Yoongi apareció.

— Hace calor. — fue lo primero que dijo al ver al mayor bien cubierto.

— No quiero que me vean y me reconozcan. — confesó. — Es agobiante que en mis días libres este rodeado de personas.

Jimin asintió. — Entiendo, debe ser complicado tener un día normal.— sonrió. — Pero debes estar acostumbrado. — Yoongi asintió.

— Algo si. — dijo y ambos se vieron. El pelinegro seguía impresionado por tenerlo ahí frente a frente. Como si los años no hubieran pasado. — Quiero arreglar las cosas.

Jimin se sorprendió por lo calmado que estaba. — Cuando recibí tu llamada sinceramente no lo creí. — sonrió. — Tu no tienes que forzarte a hacerlo, no te reclamé por nada, solo quería decirte la verdad.

— Y lo sé. Pero no tenías que esperar a que saltará de alegría con algo así, fue sorpresivo y vaya que mi forma de pensar cambió. — con su semblante serio miró entonces el mar, tratando de relajarse. — No quiero que crezca solo, quiero que tenga a sus dos padres.

—¿Aún si no estamos juntos? — indagó Jimin sin entender. — Te recuerdo que vivimos lejos de Seoul, seguirás siendo ausente para Jungkookie.

— Entonces así se llama. — sonrió imaginandolo, suspiro y le vio directo a los ojos. — Quiero que se vengan a Seoul, conmigo.

Y el castaño no espero eso, de hecho creyó que simplemente lo dejarían así, pero como dejar su ciudad, su casa y su vida simplemente porque Yoongi lo decía.
Simplemente no.

—¿Crees qué podemos hacer eso? Estás equivocado, tengo mi trabajo aquí. — contestó más fuerte. — Además mi hijo tiene la escuela y no por ti dejaremos todo. No de nuevo. — negó poniéndose de pie.

— Tengo derecho sobre el tanto como tú. — contestó también a la defensiva.

—¡Claro que no! Fui quien lo crió, yo fui el único que estuvo ahí, tu no tienes derecho porque jamás contestaste el teléfono por tu maldito trabajo. — reclamó dolido.

— No puedes ser así de cruel conmigo, era lo que más quería y lo sabías. — se defendió, Jimin sonrió sarcástico.

— Me hiciste creer que yo era lo que más querías. — con la mirada sobre el y un gesto de sorpresa por lo que había dicho, suspiro.

—Creí que lo entenderías.

— Lo único que entiendo es que solo quieres lastimarnos. Pero no te lo permitiré. — sentenció.

— Entonces que nuestros abogados lo decidan. — dando por finalizada la conversación, Yoongi también se había puesto de pie para irse.

Pero a Jimin jamás lo dejarían con las palabras en la boca, así que fue tras el corriendo.

—¿¡Por qué haces ésto!? — grito tomándolo del hombro y dándole la vuelta bruscamente para que lo viera a los ojos.

— ¡Por qué no me dejas otra elección! — le devolvió la mirada, Jimin estaba seguro que si iban a juicio lo perdería todo.

— Eres muy injusto. — soltó con lágrimas en los ojos. — Primero debes conocerlo, y luego tomaremos esa decisión. — Min asintió, no perdía nada con eso.

— Bien. — contestó calmado. Empezaba a sentirse la peor persona al ver al gran amor de su vida llorando. — No quería exaltarme de esa forma, no quiero pelear. — trato de tomar el rostro de Jimin, cosa que le permitió. Y limpio sus lágrimas con los pulgares de sus manos.

— No quiero que me quites a mi hijo. — le rogó. Yoongi negó.

— No lo haré, no puedo. — aseguró dándole un repentino beso en la mejilla.
Se sentía tan bien el calor de Jimin en esa situación.
Porque fácilmente pudo perder la cordura con todo lo que pasaba, pero el más joven siempre le transmitía paz.

Y no había cambiado.

— ¿Podemos vernos en la playa? — indagó el castaño. — A Jungkookie le gusta y sería un buen lugar para conocerse.

— Claro, estaré ahí, solo me mandas la ubicación y los veo. — asintió. — Perdoname, no quería ser tan directo. Solo piénsalo.

Y aunque Jimin no tenía nada que pensar le dijo que estaba bien.
Y era complicado, porque ninguno de los dos podían dejar su ciudad para estar con él otro.

Llegando a casa, Jungkookie corrió a sus brazos y este lo elevó. — ¿Cómo te fue, papi?

Jimin miró a la niñera que salía de la habitación del pequeño y sonrió. — Muy bien mi bebé, ¿tú qué hiciste hoy? — preguntó bajandolo para tomar asiento en el sofá.

— Bien, terminé la tarea y Minie dijo que podíamos jugar, pero quería jugar contigo así que te espere. — sonrió, su hijo era tan hermoso.

— ¿En serio? Pues estoy en casa, juguemos. — el pequeño salió corriendo a su habitación para traer sus juguetes.

— Bueno, es hora de irme.— anunció la niñera tomando sus cosas. — Pasen linda noche. — fue rápidamente a darle un beso a Jungkook y salió de casa.

— ¡Papi, hoy en la escuela nos dijeron que tendríamos una semana de vacaciones por las selecciones! ¡Podremos ir a la playa! — emocionado, salto al sofá para ir rápidamente a las piernas de Jimin.

Jimin acomodo su cabello y sonrió. —¿Qué pasa si te digo que iremos mañana?

El rostro de sorpresa de su hijo lo decía todo. —¿¡En serio!?— Jimin asintió. —¡Papi gracias! — salto a darle un abrazo.

— Las promesas por la garrita se cumplen.

— ¡Te amo! — grito exaltado el pequeño.

— Yo a ti, mi cielo. — le dio varios os besitos en todo el rostro haciéndole cosquillas. — ¿Y sabes que más?

— ¿¡Qué!?

— Alguien muy especial quiere conocerte. — su hijo pensó, colocando su dedo índice en la barbilla tratando de adivinar.

— Hmm ¿Quién podrá ser? — indagó.

— Una persona que amas mucho. — dio como pista para su hijo.

— Hmmm ¿Quién? Si te amo mucho a ti.— susurro con una dulce voz. Era tan tierno como un algodón de azúcar.
Teniendo el carácter de sus dos padres mezclados.

— Mañana lo sabrás, anda. Vamos a jugar. — y aunque fue un poco cobarde no decirle nada por el momento, creyó que si lo veía con sus propios ojos lo sabría.

En el fondo estaba emocionado, nervioso y asustado.
Lo que tanto anhelo hacer por fin pasaría.
Y esperaba poder guardar cada uno de esos recuerdos en su memoria.
Porque desde ahí su vida empezaría a cambiar.

¡Papá! - ʏᴏᴏɴᴍɪɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora