III. Rumania

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Ese mismo día, Owen animaba a su compañero y amigo a que lo acompañara a una fiesta esa noche

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Ese mismo día, Owen animaba a su compañero y amigo a que lo acompañara a una fiesta esa noche. Owen McTavish era uno de los compañeros de Charlie en el santuario de dragones de Rumania y tal vez el único amigo que Charlie tenía en esos momentos. El rubio estaba cansado que su amigo solo estuviera cuidando a los dragones y no se relacionara con sus compañeros. La verdad es que Owen no era capaz de entender lo que le había dolido a Charlie separarse de Brigid.

-Por una noche olvídate de tus problemas. - Owen parecía un vendedor de television intentando convencerte de comprar su producto caro.

-Es que no me apetece. - los dos estaban sentados en la cabaña del santuario para los trabajadores.

-Claro y te pasas la noche lamentándote por no haber solucionado las cosas con aquella chica. - Charlie miro mal a su amigo, él no podia opinar sobre lo que paso con Brigid.

-Vuelves a mencionar a Brigid y te lanzo a los dragones. - el rubio se alejó un poco del pelirrojo con miedo y es que el tono de voz del Weasley destacaba enfado.

-Vale. - Owen ya no insistió más.

El rubio era un año mayor que Charlie y había estudiado en Dumstrang por órdenes de sus padres para que estudiara con mayor cercanía las artes oscuras. En la escuela surgió su interés por los dragones y el rechazo de sus padres por no querer seguir sus pasos, eran aurores y posiblemente habían estado relacionados con Voldemort. Si Owen hubiese ido a Hogwarts probablemente habría quedado en Hufflepuff o Gryffindor porque era completamente distinto de los valores que su familia tenia, una familia llena de Slytherins.

Tal vez fuera la distancia o incluso como habían quedado las cosas entre ellos, pero Charlie no era capaz de olvidar como aquella linda sonrisa le iluminaba los días y por eso sufría siempre. Le había dedicado mucho tiempo a escribirle cartas a Bill que nunca del enviaba e incluso cartas a ella que nunca envío, pero a lo mejor Owen tenía razon y solo por esta vez se plantearía darle la razon al rubio.

-Oye. - Owen se giró algo sorprendido porque no se esperaba que fuera a volver a dirigirle la palabra.

-Dime.

- ¿Puedo contarte sobre Brigid? Pero me refiero a todo. - una pequeña sonrisa apareció en el rostro del rubio y es que se alegraba que su amigo por fin se abriera a él.

-Claro que sí. - Charlie le narro a Owen sobre su relación con Brigid, un relato muy parecido al de ella.

Esos recuerdos de los buenos días y de los malos días también que lo acompañarían toda la vida porque la herida del primer amor nunca desaparecía. Estaba tan feliz de haberla conocido, aquellos años en los que arrepentirse no era una opción. Al relatarle todo a Owen un viejo deseo volvió a aparecer por su mente, niños pelirrojos que jugarían en aquellas habitaciones familiares, pero ahora solo hay vacío.

La historia hizo que Owen entendiera a su amigo e incluso que tuviera ganas de conocer a la famosa Brigid Connor. Si tan solo Charlie fuera capaz de contestarle las cartas a sus padres y a sus hermanos.

La jornada de trabajo acabo y el pelirrojo se fue a la cabaña donde estaba viviendo, era un sitio humilde y cálido en el frio invierno de Rumania. En esos momentos que Charlie estaba solo piensa en ella y le duele recordar todos los buenos momentos en los que pensaba que no podia vivir sin ella. Sin ser capaz de olvidar esos ojos de angel y ese cabello de fuego.

Una lechuza golpeaba el cristal de la ventana de la cabaña, conocía esa lechuza marron y es que era de Bill Weasley. Le abrió, el animal dejo la carta y fue hacia un espacio que Charlie le tenía habilitado a las lechuzas que le llegaban para que descansaran del viaje. La carta de Bill era lo mismo de siempre; sus aventuras como rompe maldiciones, como estaban sus hermanos y sus padres, la pregunta de cómo iba todo por Rumania y la famosa pregunta de cómo llevaba lo de Brigid. Por una vez Charlie decidió contestarle la carta y sincerarse con su hermano, tal vez ya era hora de mirar al futuro y no tanto al pasado como había estado haciendo esos últimos meses. Sabía que de esa manera el dolor iba a desaparecer e incluso volver a ver a Brigid no sería la mayor tortura del mundo. Aunque claramente le iba a doler si la volvía a ver no poder besarla o decirle lo tanto que la amaba como en los antiguos tiempos.

-La verdad es que llegue a pensar que lo mejor era que todo acabara. - le escribía Charlie a su hermano en la carta que la lechuza ya estaba pendiente para llevarse-. Pero yo estoy en un nuevo infierno cada vez que cruza mi mente.

Y al cerrar el sobre la lechuza levanto el vuelo, de esa manera no hubo oportunidad de que Charlie se arrepintiera de la carta y que nunca la enviara.

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