Día 10

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00:07 AM

Emilio estaba perplejo y con su boca sutilmente entreabierta. La declaración de Joaquín sin duda lo había tomado por sorpresa. No lograba comprender cómo aquella distante actitud que el castaño había tenido con él, había terminado en un inesperado "te quiero".

Una enorme cantidad de sentimientos mezclados llegaba a inundar su ser. Joaquín permanecía mirando el suelo, la nostalgia apoderándose de su semblante y Emilio podía jurar que en aquel instante se veía más hermoso que nunca.

Después de un prolongado silencio, el oji-café tomó la iniciativa de acercarse. Joaquín desde el primer día había tenido la capacidad de hacerlo sentir frágil y pequeño, casi cómo un niño. Pero ahora por primera vez la situación se invertía y aunque no lograba comprender la evidente nostalgia del castaño, sentía la necesidad de abrazarlo y hacerlo sentir protegido, de la misma forma en que él lo hacía sentir.

Lo tomó por la cintura y dejó que su frente reposara suavemente sobre su cabeza. Se deleitó unos cuántos segundos oliendo el dulce aroma de su cabello.

Después de oírlo decir que lo quería, el miedo se había disipado lentamente. Y aunque él estaba seguro de sentir lo mismo, aún no sabía cómo expresarlo con palabras.

- Lo siento Emilio... No debí, yo no tenía que decir eso - Joaquín soltó un suspiro tras terminar aquella frase.

Emilio bajó lentamente su cabeza y se inclinó hasta quedar frente a frente. Sus ojos buscaron los mieles de Joaquín, que en aquel momento seguían perdidos en algún punto del suelo.

- ¿Porqué no debías?... Entonces, no, ¿no lo sientes? - el rizado susurró lentamente y luego pasó saliva con dificultad a través de su garganta.

- No es eso, yo... Yo siempre lo he hecho, siempre te he querido desde la escuela... Y renuncié a buenas ofertas de trabajo sólo por venir aquí, porque supe que serías mi jefe... Sé que es una estupidez y que puede sonar desquiciado... Pero te quiero Emilio.

Joaquín alzó la vista lentamente y se encontró con la profunda y atenta mirada del menor. Éste se acercó lentamente hasta rozar sus labios y luego comenzó a mover su cabeza de lado a lado haciendo que su nariz diera suaves golpes contra la otra.

- Eso no suena desquiciado... Al contrario, es sin duda lo más hermoso que me hayan dicho jamás; tú no sabes cómo, yo... cómo me hubiera encantado haberte visto en la escuela... Sin duda hubieras hecho que mi vida fuera tan diferente

Ya no soportó más, Joaquín cerró sus ojos con fuerza y unas amargas lágrimas rodaron por sus mejillas. Él pudo hacerlo, él de verdad pudo haber cambiado la vida de Emilio, sin embargo el destino y el miedo quisieron otra cosa; y aquello siempre dolería.

Emilio seguía sin entender la causa, pero el melancólico llanto de Joaquín lograba hacer sentir que su pecho se oprimía. Lo sostuvo con cuidado de las mejillas y dejó que sus pulgares borraran con delicadeza todo rastro de humedad a causa del llanto.

- ¿Qué pasa bonito?, dime la verdad, puedes confiar en mí, ¿estoy haciendo algo mal? - Emilio ahogó un suspiro y mantenía su ceño levemente fruncido.

- No cariño, tú no haces nada mal...soy yo; no hay nada que yo quisiera más que hacerte feliz, pero no sé... No sé si soy capaz, si soy digno de eso...

- ¿De qué hablas?... Claro que lo eres, desde el primer segundo en que cruzaste esa puerta y aunque luché y me esforcé por negarlo, desde entonces supe que serías... Alguien especial para mí

Joaquín dejó que un cálido y húmedo beso llegara a suprimir las palabras. Necesitaba al menos intentar evadir todos los recuerdos, toda la angustia que la conversación con Kenny y las últimas palabras del oji-café habían despertado en él.

30 Días Para Ser Infiel  //  Adaptación Emiliaco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora