Capítulo I: "Lluvia".

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En opinión de Theo, el taconeo del zapato de Daphne parecía sincronizado con el compás de los instrumentos.

Estaba enojada. Muy, muy enojada.

―Esto es un baile, Theodore―dijo ella, cruzando los brazos.

―El concepto me quedó claro desde que se anunció, Daphne. No sé adónde quieres llegar―repuso él, sentado en una de las tantas mesas vacías en el Gran Comedor.

Medio Hogwarts estaba aglomerado frente al escenario donde Las Brujas de Macbeth estaban tocando.

―Oh, no me tomes por tonta, ¿Quieres? Sabes bien de qué estoy hablando―dijo Daphne―. Me invitaste, se supone que lo pasaríamos bien; ¡pero desde la cena no hemos bailado ni una sola pieza! ¡Somos los únicos sentados!

―No es cierto. Allá está Moody, ¿Lo ves? Está sentado y bebiendo―dijo Theo, señalando hacia el profesor, que parecía beber de una licorera.

Daphne respiró, ofuscada.

―Mira, si tanto quieres bailar, ve y baila. No sé por qué tengo que ir yo también.

―¡Porque eres mi pareja! ¡No me puedes hacer esto, Theo!, se supone que tienes que estar conmigo, bailar conmigo, hablar conmigo, ¡No apoltronarte en esa silla mientras todos los demás se divierten!

―A ver, creo que has malentendido todo―dijo él―. Yo cumplí, Daphne. Mandé traer un traje que "combinara" con tu vestido porque así lo exigiste, te compré un corsage porque eso dicta la costumbre para este tipo de eventos, vine a este baile sobre que era la última cosa que hubiera querido hacer y solo porque Snape nos obligó. Vine, bailé contigo junto a los campeones, te escolté a nuestra mesa y cenamos. Fue a todo a lo que me comprometí y lo hice. Ahora, que tú te enojes así solo porque me niego a saltar como un mono al ritmo de las Brujas de Macbeth, está de más. Te recuerdo que aceptaste los términos cuando decidimos venir juntos, no me digas ahora que confundiste un acuerdo con una cita.

El labio de Daphne tembló y respiró rápido de pura furia.

―¡Eres un fiasco!―le reclamó, mirándole como para matarlo, posiblemente arrepintiéndose de no haber llevado la varita y luego, estampando el tacón contra el suelo, chilló enojada, cogió la cola de su vestido y se marchó de la mesa, totalmente indignada.

Theodore ahogó un suspiro y frotó su cuello tenso. Minutos después, Blaise se sentó a su lado, frotándose la mejilla.

―¿Quién entiende a las mujeres?

―¿Qué hiciste ahora?―cuestionó Theo. Blaise le miró, ofendido.

―¿Por qué tuve que haber hecho algo yo?―protestó.

—Porque por lo general es así. Ahora dime qué le hiciste a tu cita—dijo Theo, enarcando una ceja.

Blaise rodó la mirada.

—Quedamos en que le ayudaría a pronunciar bien el italiano si ella me enseñaba pronunciar bien el francés; pero se ofendió cuando le dije que podía empezar enseñándome el beso francés. Y no solo eso; sino que me golpeó ¡Y encima se fue!

Theo le miró con total incredulidad.

―¿Qué? No hay nada mejor que un beso francés para romper el hielo. Se solucionarían más conflictos internacionales de esa manera—argumentó el moreno.

―Solo en tu mundo, Blaise. En el real, no creo que eso ayude mucho a la cooperación mágica internacional.

―Hablando de cooperación, ¿Y Daphne?

―No lo sé, se enojó y se fue. Supongo que debe estar con sus amigas diciéndoles lo malo que soy―dijo Theo, captando de reojo a Draco que se dirigía a la mesa, aparentemente irritado.

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