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El día en que Lucius Malfoy sintió el verdadero terror, no fue cuando Lord Voldemort lo convocó junto a los demás mortífagos en Little Hangleton.
Oh, no. De hecho, sucedió en las vacaciones de Draco, luego del accidentado cuarto año en Hogwarts.
Ahí estaba él, despertándose a las cinco de la mañana de un sábado como era su costumbre desde el regreso de su Lord y escabulléndose de su cama matrimonial para no inquietar el sueño de Narcissa.
La ansiedad lo carcomía. Por más que cada día recorría los elegantes pasillos de su mansión intentando idear una forma de recuperar la confianza de su Señor, nada parecía lo suficientemente bueno... y eso le crispaba los nervios.
Ya no podía interpretar el papel del vasallo más fiel, esa copa se la había llevado el mártir, Barty Crouch. Tampoco podía jactarse de arriesgarlo todo, hasta su integridad física, como la patética excusa de mago Pettigrew. ¿Qué quedaba entonces? ¿Sería puesto al mismo nivel que Crabbe, Goyle o Nott? ¡Era inconcebible! ¡En la primera guerra él había sido uno de los mortífagos más importantes, no podía permitirse ser convertido en un simple peón!
Pero mucho comenzaba a temer que, si no ponía su brillante mente a trabajar al cien por ciento, terminaría en una posición más baja incluso que Mcnair.
Y lo peor era que ya no podía pensar como el viejo Lucius lo haría. No podía ser tan frío y calculador, no ahora que tenía familia. No ahora que existía Draco, quien sería un blanco fácil si él llegara a fallarle una vez más a su Lord. ¡Y ni qué decir de Narcissa! Ella era fuerte; pero si él fallaba o caía aún más de la poca consideración del Señor Tenebroso, estaría sola a merced de una manada de hienas.
Impotente, Lucius caminó de regreso a su habitación. La mañana comenzaba a clarear y, una cosa era inquietar el sueño de Narcissa; pero otra mucho peor era darle el motivo suficiente para que comenzara a llenarlo de preguntas por no estar junto a ella al despertar.
¿Qué hacer? ¿Qué hacer?, fue preguntándose mientras subía las escaleras. Aunque quizá una mejor pregunta era ¿Qué hacer que no hubiera hecho ya?
Secuestrar a Potter y entregárselo envuelto en papel de regalo a su Lord.
Conseguir otro basilisco y que se comiera al muchacho y a Dumbledore. O...
...quizás, solo quizás, usar su sentido de supervivencia. Tomar a su mujer y a su hijo, trasladar toda su fortuna a Francia y encerrarse en alguna de sus propiedades bajo el encantamiento Fidelius hasta que pasara la tormenta.
Exhaló al llegar al tope de las escaleras, donde encontró la bifurcación entre el ala que ocupaban él y Narcissa a la izquierda y la que ocupaba Draco a la derecha.
Se sintió desanimado.
Ojalá su sentido de supervivencia fuera tan o más fuerte que su sentido del deber para lo que ser un Malfoy significaba.
«Sanctimonia Vincet Semper. La pureza siempre vencerá, Lucius. Jamás debes olvidar el papel que representas para mantener viva la tradición de la familia. Basta un solo eslabón débil para acabar con todo y tú no eres débil. Mantén siempre la cabeza en alto, haz lo que tengas que hacer para que la familia prevalezca ante todo y transmite la labor a tu descendencia».
Las palabras de su padre, Abraxas, de las últimas dichas con coherencia antes de que la viruela de Dragón acabara con él, estaban grabadas con fuego en su mente.
No, no podría huir. La causa del Lord Tenebroso representaba todo lo que su padre le había inculcado desde niño, lo que él le había inculcado a su descendencia, a Draco. No podía simplemente ocultarse y darle la espalda... necesitaba hallar una forma de colaborar en lo que pudiera para mantener su status y a la vez guardar un as bajo la manga, solo si las cosas resultaban mal.
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Historias pre-guerra
FanfictionNottgood, Blinny, ligeros tintes de Dramione y Hansy. Una palabra desencadena cada trama. Estas son las historias de lo que pudo suceder tras bambalinas antes y durante la Segunda Guerra Mágica.