Capítulo 5

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Mi madre tuvo que salir de nuevo para hablar con los agentes de la Zash y para que, una vez más, la nombraran comandante activo. No me lo dijo, pero estaba convencida de que nada le hacía más feliz que regresar al campo.

Fui a buscar a Ross en la biblioteca y allí lo encontré con una mochila de cuero que amenazaba con explotar y, por primera vez en mucho tiempo, traía el relicario dorado en el cuello.

Él me sonrió, pero debió notar hacia donde iba mi mirada porque lo tomó con la mano y su sonrisa se tornó triste.

─No puedo dejarlo aquí... Lo intenté.

Ser un jinn era la razón por la que Ross era tan poderoso, pero él lo odiaba porque en el pasado había representado la esclavitud absoluta. Cuando el relicario estaba en su poder no ocurría nada malo, pero si una persona se lo arrebataba, estaba condenado a servirle.

Me acerqué a él, tomé el relicario y lo oculté debajo de su túnica.

─No habrá problema si nadie sabe que existe. ─le dije con tranquilidad.

Él asintió y suspiró. No había caído en cuenta de que abandonar la academia tenía que ser difícil para él, pues jamás había estado afuera desde que la directora James lo rescató.

─Supongo que será nuestro secreto. ─dijo recuperando su tono casual.

Chocamos los puños en señal de complicidad y después regresó la mirada a las estanterías.

─Llevó tantos libros como puedo... Aunque claro, solo los más importantes ─Miró con atención la estantería─. Hay un par que podrían ser de utilidad, pero están en la sección prohibida y no creo que me dejen sacarlos.

─¿Llevas el de Alismor Barraguil?

Apartó los ojos de la estantería y me miró burlón.

─Obviamente. Fue el primero que guardé. Solo espero que no noten que me lo llevé.

─Estoy segura de que Elisse no lo registró. Probablemente lo robó y no te lo dijo para evitar que te sintieras culpable.

Él se encogió de hombros como respuesta.

─En ese caso, diré que es mío.

La puerta de la biblioteca se abrió y ambos nos volvimos hacia ella. Allí, de pie con un traje negro que le cubría todo el cuerpo, el cabello blanco recogido en un apretado moño y una mirada en extremo severa, se encontraba la directora Elena James.

─Imaginé que estarían aquí.

─Buenas tardes, directora James. ─dijimos ambos haciendo una leve inclinación con la cabeza.

Ella nos miró a los dos de arriba abajo con sus penetrantes ojos grises. La mujer, que aún con setenta años lucía tan elegante e inmaculada como una reina, tenía también un temple de acero que congelaba a cualquiera.

─Veo que ya están listos para su misión. Vengan conmigo.

Se dio la vuelta y comenzó a caminar con nosotros a su espalda.

─Tienen que entender que Narmond y el Ministerio mismo están depositando en ustedes una confianza única ─dijo mientras caminábamos─. No es costumbre en la Zash reclutar a personas tan jóvenes, así que espero que llenen de orgullo a esta institución y a sus maestros.

Ross y yo intercambiamos una mirada, pero no dijimos nada. A James no le gustaba que le interrumpieran cuando hablaba.

─Ambos irán bajo la protección de la profesora Miretlon y del agente Rodanilld, pero como son estudiantes de la academia, también están bajo mi protección, así que si sienten que están en peligro o que las cosas se salen de control, solo tienen que decirme e iré por ustedes.

─¿Cómo podemos hacer eso? ─Se atrevió a preguntar Ross.

James se detuvo y se volvió hacia nosotros.

─Enviaré a alguien con ustedes, naturalmente.

Retomó el paso y no se detuvo sino hasta que llegamos a su despacho. Yo quería protestar porque no me parecía que interfiriera en la misión de Elisse, pero no tenía ni el rango ni la propiedad para contradecir a la directora.

Entramos en su oficina, la cual era de un negro brillante y estaba atestada de libros, pergaminos y mapas; y vimos cómo sobre el escritorio de madera se encontraban un gato y un canario sentados tan rígidos como si estuviesen disecados. El pelaje negro del gato parecía fundirse con las paredes y solo sus ojos, amarillos y profundos, delataban su presencia. El canario, en cambio, eran tan amarillo que parecía una vela encendida.

─Él es Faifort ─dijo señalando al gato─. Y ella es Verya ─señaló al canario─. Irán con ustedes.

Se acercó al gato y acarició su cabeza, revelando que sí tenía vida y que, evidentemente, le gustaban los mimos.

─No se dejen engañar, son verdaderos demonios y se convertirán en el animal que ustedes necesiten en el momento justo.

─Son garbolls. ─dije entusiasmada porque siempre había querido uno.

─Así es ─corroboró la directora─. Pueden cruzar la barrera del submundo con total libertad, pero solo lo harán si ustedes lo ordenan.

Me acerqué al escritorio y el gato me miró con curiosidad y algo de desconfianza.

─Los garbolls son en extremo leales a sus amos, pero deberán ganarse ustedes esa lealtad ─dijo ella─. ¿Cómo lo harán? Depende únicamente de ustedes y serán ellos los que los escogerán.

Entendí entonces que tocar al gato quizá era algo precipitado y preferí mirar a la directora.

─Es peligroso lo que harán. Puede que lleguen a pensar que no lo es por lo cotidiano, pero no deben olvidar que estarán rodeados de criaturas peligrosas, y me temo que no me refiero únicamente a los vampiros. No confíen en nadie más que en su equipo. ¿Entienden?

Ambos asentimos. La directora nos dio algo muy similar a una sonrisa y justo en ese momento tocaron la puerta.

─Adelante.

Elisse y Demi entraron en la habitación. La niña que acompañaba a Elisse era pequeña y menuda. Su cabello castaño estaba recogido en una trenza sencilla y sus ojos eran negros y brillantes como las peonías. Las pecas cubrían su rostro y, a diferencia de nosotros, iba vestida con una túnica roja que revelaba que, aunque no lo pareciera, era la persona más importante en aquella sala.

Bajé la mirada al piso y vi que un gato blanco la seguía. Tenía a su propio garboll.

─Ya están todos ─dijo la directora─. Supongo entonces que es momento de partir, comandante.

Elisse trató de mantenerse tranquila, pero una sonrisa se dibujaba en sus ojos.

─Los chicos tienen a sus garbolls y, aunque será evidente la ausencia, me aseguraré de que nadie salvo el ministro y yo sepa en dónde estarán. Para los ojos de Marwoll, la profesora Elisse está haciendo una investigación en los bosques nublados y los llevo porque es una madre que no sabe separarse de su hija de diecisiete años y de los amigos de esta.

Elisse sonrió por lo bajo y asintió.

─Mis reportes llegarán a la Zash directamente, pero supongo que te los enviarán.

James afirmó y nos dedicó una mirada a cada uno.

─Bien, pues llegó la hora. Les deseo éxito en su misión, agentes.

Proyecto GrondheilWhere stories live. Discover now