Todo comenzó con esa muerte.
Tres chicos comienzan a ser acosados mediante mensajes, después de la muerte de Emma Musk todo se derrumbó.
Ellos tres pensaron que eran los únicos que estaban siendo vigilados por esa persona, sin embargo Lucía Willia...
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—— NARRADOR OMNISCIENTE.
Ella estaba ahí, ella veía todo, sin embargo no podía morverse, parecía que sus pies estaban pegados al piso, su repiración comenzó a ser más agitada, ella quería correr, quería gritar, sin embargo no podía hacer nada de eso.
La noche cayó en Portland Oregón, todo estaba oscuro, todo estaba silencioso pero unos gritos arruinaron el hermoso silencio.
Una chica pelirroja corría de su fatal destino, estaba desclaza, toda su ropa estaba manchada de sangre, sus mangas de su vestido estaban rotos.
— ¡Ayuda! — gritó, pero nadie salió de sus casas.
Unos metros detrás de ella, venía un hombre de mascara, en una de sus manos sostenía un cuchillo lleno de sangre, este era el responsable de las múltiples heridas que tenía aquella chica en su cuerpo.
Al ver que la chica estaba muy vulnerable y no tenía las suficientes fuerzas para salir corriendo, el hombre decidió acercarse a ella, a paso rápido y silencioso, ahí la agarró de los hombros y le cortó el cuello.
Cayó al suelo, la sangre no paraba de correr y ella al querer sobrevivir, puso sus manos en su cuello para tratar de tapar la herida.
— Era la única manera de que ellos supieran que soy realmente peligroso. — el hombre agarró el cuerpo sin vida de la chica y la subió a su camioneta de color negro.
La otra chica, de pecas y cabello castaño, miraba todo, su primera reacción fue gritar, pero su voz no salía, quiso moverse, pero sus pies no reaccionaban, pensó que era un sueño, pero ella estaba segura que eso era más que un simple sueño.
Cerró sus ojos con las esperanzas de que al cerrarlos todo acabara, luego de eso, sintió unas manos en sus hombros. Sus ojos estaban cerrados con fuerza, estaba dispuesta a no abrirlos, nuevamente sintió como la movían, el tacto era delicado, no era brusco como imaginó. A lo lejos puedo escuchar su nombre, cada vez se hacía más cerca esa voz, hasta que finalmente abrió los ojos.
