- IV -

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El frío al fin cedió, muchos colores comienzan a llenar el paisaje. Giyuu ya puede dejar de lado la ropa abrigadora y la preocupación de si Ryue pasa frío en su estudio.

Aunque la mejora en el clima no le ayuda a dejar de pensar que han pasado varios días sin siquiera verse.

—¿Él está bien?– pregunta a Hakuji cuando vuelve a su lado luego de simular entrar al estudio para asegurarse de que no necesitara algo.

—Eso parece, apenas me miró. Está muy concentrado en lo que hace– le gustaría poder mentir mejor, decirle que Muzan salió a un viaje por la noche o algo similar pero teme que eso haga que el endrino también quiera salir y sería un claro problema el no poder acompañarlo.

—Si usted tampoco necesita algo más, me retiraré para dejarle dormir–.

Giyuu juguetea con el borde de las sábanas, hay algo que quiere pero no cree que lo pueda conseguir.

—Hakuji... ¿Te gustaría ir a ver los fuegos artificiales?–.

Un doloroso palpitar casi hace al nombrado quejarse. Sintió como si alguien hurgara en su mente y arrancara una parte de ella.

Es extraño y doloroso. Pasar tiempo junto al humano se siente como si alguien reescribiera o borrara sus recuerdos... Como si alguien fuera capaz de llenar el vacío en su pecho.

El poder mirarlo cuando quiera logró quitar de su mente el rostro de Makomo y cualquier otra figura femenina de su mente. Ahora sólo es él.

Giyuu entra en sus memorias, las corrompe con una sonrisa que le causa dolor. Él sabe perfectamente que es imposible que Giyuu fuera el protagonista de sus recuerdos pero desde hace un par de días ha preferido lidiar con esa suave tortura que tratar de poner su mente en orden y descubrir que nada logra llenar el vacío en su maldito corazón.

—¿De qué habla?–.

Cada año en la ciudad hacen un gran festival por el inicio de la primavera, me encantaría ir y ver los fuegos artificiales–.

El acorde de un biwa lo obliga a volver a la realidad, siente sobre sí la presión del control que Muzan ejerce sobre sus demonios. Aclara su mente, no se permite pensar en algo así mientras Kibutsuji esté cerca para escuchar. Se tensa al escuchar el llamado en su cabeza.

—Entiendo, pero esa es una actividad que debería hacer con el amo Kondo–.

Giyuu se encoge en su lugar, esperaba simplemente una confirmación y ya, no una respuesta que le hiciera volver a pensar en que seguramente Ryue no tenga tiempo para algo así.

—No se preocupe, seguramente el amo Kondo podrá terminar sus pendientes pronto... Me retiro para que pueda dormir– Akaza sale de la habitación cuando el joven le asiente varias veces.

Acude al estudio en el que entra luego de asegurarse de que nadie lo observe. Es recibido por el llanto y los ruegos de una de las sirvientas.

—¡Sólo quería decirle lo que ocurría, no quise entrar aquí sin permiso!– la mujer llora arrodillada, Muzan la sujeta con furia del cabello sin molestarse en ocultar sus rasgos demoníacos.

—Esta perra dice que ya no te molesta tanto hacer de niñera–.

El demonio menor trata de calmarse, mostrarse temeroso o descubierto sellaría su condena. Además, sabe que la ira en el rey es debido a que la mujer no acató las órdenes que se le dieron.

—¡Él no sigue las reglas! ¡Lo mira y habla con él como si no se tratara de nuestro señor! ¡Entra a su pieza y pasa todo el tiempo junto a él!– ella lloriquea, esperanzada de ser perdonada. Ni siquiera sintió cuando su cabeza le fue arrancada.

Nosotros ⁕ Muzan x GiyuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora