- VI -

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Giyuu duerme plenamente. Quedó exhausto luego de la noche anterior en la que perdió bastante sangre. Aún así, el lindo cachorro duerme sonriendo.

No despertaría aunque lo que Muzan está por hacer le causara dolor.

Ya que no podrá estar a su lado por un buen rato, tuvo que buscar otra forma de mantenerlo vigilado. Puede que Nakime haga un trabajo mucho mejor que el de Akaza.

Se acerca a Giyuu con sigilo, descubre su espalda adornada con sus marcas. No piensa dos veces antes de colocar en medio un ojo de Nakime.

Éste se retuerce, entra en la piel y se implanta como parásito; de esa forma podrá saber siempre en dónde está.

Levanta un poco al jovencito adormilado, destruido, se mueve como muñeca de trapo así que Muzan debe ayudarlo bastante para que se mantenga y pueda curarle la herida.

Le da gracia el hecho de que Giyuu intenta hacerse el fuerte para no mostrar que la curación le está doliendo.

—Vuelve a casa–.

—¿Sugieres que me adelante?–.

—No, Ryue... Quiero que te quedes en casa y que me dejes a mí encargarme de la recolección– el joven toma con cariño las manos que antes se mostraron vendadas, las acaricia como si no fueran las culpables de muchas marcas en su cuerpo.

—¿Insistes en la idea de marcharte solo?–.

—Es que no quiero que te lastimes. Quiero cuidarte–.

—¿Se supone que permita a mi marido ir sólo por el país pidiendo ayuda en mi nombre y que luego tampoco ayude?–.

Giyuu se encoge, es difícil imponer lo que quiere hacer. Sus labios se tuercen junto a sus cejas, la mirada cae al suelo.

—Sí... Si confías en mí, sí–.

Muzan sonríe, parece que el cachorro va aprendiendo algunos trucos.

—¿Cómo se supone que confíe si no me cuentas lo que planeas?–.

Giyuu salta de la cama hecha un desastre, se apresura a vestir lo mínimo antes de mostrarle el otro cuadernillo que preparó. Ahora, con la confianza de que al menos la mitad de su plan va a la perfección, puede contarle que hará una visita más.

Pedirá la ayuda de la señora Tokito, alguien a quien curó hace un tiempo y que gracias a ello vive alegre junto a su marido y sus gemelitos en una montaña.

De esa forma habrá una persona cubriendo cada monte en el que esperan encontrar el lirio.

Giyuu explica todo con detalle, le muestra hasta la última página del cuadernillo en el que escribió perfectamente el método con que se debe tratar la flor para su conservación y la forma de traslado hasta su hogar.

Kibutsuji casi se arrepiente de no haber estado a su lado mientras escribía todo eso.

Aceptó.

Por supuesto que aceptó.

La sonrisa que Giyuu le regaló debe ser incluso más brillante que la del día de su boda. No se borró ni cuando la curiosidad le ganó y preguntó cómo lo había encontrado.

—Los sirvientes te siguieron–.

El joven tuvo que creer esa respuesta tan simplona luego de ver una carroza esperando fuera de la posada. No pudo reconocer a los sirvientes, pero lo excusó por el hecho de que dejó de tomarles importancia gracias a Hakuji.

No es más que algo preparado por el demonio mientras el menor dormía, con un par de los nuevos sirvientes porque no quedó uno solo con vida la noche que Giyuu se fue.

Nosotros ⁕ Muzan x GiyuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora