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Yuu... Giyuu... Despierta cachetón, no debes quedarte a dormir en un lugar así–.

¿Está muerto?

No siente su cuerpo. En realidad, no siente la carga de dolor que generalmente grita en su cuerpo. Es bastante liviano y cálido hasta que una sombra se empeña en despertarlo.

—Giyuu, podrías enfermar o peor, volverte a comer un insecto por dormirte en el campo–.

Reconocer esa voz lo hace sentarse en un segundo, ahora está despierto por completo y puede verla, está seguro de que no está alucinando.

—Tsutako–.

Su propia voz le sorprende, es chillona y llena de la dulzura que perdió ese día, esa noche.

—Tienes que aprender a cuidarte mejor, Yuu, pronto contraeré matrimonio y tendrás que hacerte cargo de ¡Auch! Oye... ¿Qué sucede?–.

Giyuu comenzó a llorar. Se lanzó al regazo de su hermana mayor con tanta fuerza que fue más como un ataque antes de aferrarse a ella y comenzar a empapar sus prendas. Por fin libera todo el dolor, la tristeza, la añoranza y arrepentimiento que guardó por años.

Grita y llora como sólo un niño de ocho años puede hacer.

Tsutako se asusta, lo abriga entre sus brazos con amor, le da palmaditas cuando siente que su pequeño se está ahogando. En su ignorancia por lo que se avecina, ella piensa que Yuu tuvo una pesadilla o que extraña a sus padres.

—Ven aquí cachetitos, dime qué ocurrió– levanta su rostro, acuna las dulces mejillas de su hermano, esponjadas por todo el arroz y dulces que le permite comer, las limpia con suavidad e intenta reprimir el escalofrío que corre por su espalda.

Tiene un mal presentimiento que va creciendo mientras más se oculta el sol. Mira los ojos que comparte con Giyuu y sabe que él también lo siente.

Aunque poco a poco la magia del llanto, y quizá algo más, fue borrando los recuerdos del infante, su vida como cazador se va esfumando como si apenas fuera un terrible sueño que va olvidando como los demás.

—Debemos ir al pueblo, no podemos quedarnos aquí ¡Rápido Tsutako, aún hay tiempo!–.

"Llévame a la última vez que fui feliz".

En ese momento Giyuu no se siente feliz. Tiembla de miedo, sus manos se congelan con el terror de las memorias que permanecen.

Ese día, esa noche.

Tsutako lo despertaría, le daría una deliciosa cena y luego jugaría con él porque no puede dormir si lo hizo hace poco. Ríe y disfruta de su pequeño hogar hasta que un demonio arranca de tajo toda su felicidad.

Un demonio llegará a su casa en poco tiempo, se quedará a comer.

—¿Por qué? Yuu, dime qué sucede– un nuevo escalofrío la invade.

El niño frente a ella no parece ser el Giyuu de siempre, es como si alguien dentro de su pequeño suplicara por ser escuchado. Ruega ser salvado.

—Por favor, bajemos al pueblo, pasemos la noche ahí–.

No cuestiona mucho más, toman un par de cosas, aseguran su cabaña y bajan corriendo las faldas de la montaña, en ningún momento se detienen, la unión de sus manos les da la fuerza necesaria para continuar.

Sin saberlo, sucede un primer aleteo, un cambio en la historia ¿Qué podría pasar? Es algo que un niño inocente no se detuvo a analizar, lo único que puede pensar en ese momento es que no sabe cuánto tiempo estará ahí, ni siquiera sabe si es un sueño, pero va a tomar cualquier oportunidad que le den.

Nosotros ⁕ Muzan x GiyuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora