Una cena en casa de los Rook

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Capítulo 17 – Una cena en casa de los Rook






Aunque se tomaron más tiempo del que normalmente se hubieran tomado para llegar a la casa del revonniano, más que nada para contemplar los paisajes, y para que este le enseñara a la humana pelicastaña cualquier cosa que considerara importante sobre su hogar, finalmente llegaron para la puesta de los soles, la cual generaba un cielo hermoso de ver.







- Y eso es el ámbar ogia, es nuestra fruta más prominente, con ella hacemos armas, muebles, y alimentos. No te dejes engañar por su apariencia, las cosas creadas con esta fruta son muy resistentes.

- Como tu proto-herramienta – Dijo, impresionada de que todo un sistema de construcciones y hasta armas potentes pudieran salir de una simple fruta – Espero que a tus padres no les moleste que esté aquí.

- ¿Por qué iba a molestarles? Padre te invitó – El Pequeño, quien, por lo visto, no entendía lo complejo de la situación, enterneció a ambos con su comentario

- Pequeño, ¿por qué no vas adentro? Entraremos en un minuto – Dándole una mirada pícara a su hermano mayor, el Pequeño abandonó la escena







Bel aún tenía su armadura blanca, típica de los cadetes de los Plomeros, puesta, pelear sin su magia se le había dado mejor de lo que ambos habían pensado; ciertamente, tenía potencial como Plomera si decidía irse por ese camino. Pero lo más importante para ellos en ese momento no era eso, sino el hecho de que aún no habían llegado al final del camino y que, nuevamente, si no fuera por ella, Rook probablemente se hubiera rendido.







- Quería darte las gracias. Si no fuera porque insististe, hubiera pensado que era imposible ir a enfrentarlos a Anur Transyl.

- Para eso estoy. Tú eres el que sigue las reglas y los protocolos, y yo soy la que inventa soluciones creativas – Aunque su voz tenía cierta nota de altanería, en realidad, Bel le estaba diciendo, aunque fuera entre líneas, que apreciaba muchísimo estar a su lado – Aunque soy yo la que te debe unas gracias... Si no fuera por ti... Bueno, quizás hubiera terminado matando a ese idiota yo misma. Pero ni siquiera te vayas a pensar que te librarás de mí, voy a Anur Transyl contigo.

- Eso imaginé...







De repente, ambos estaban mirando el cielo del atardecer juntos. Sabiendo que aún tenían camino que recorrer, pero llenos de una esperanza que no sentían desde hacía tiempo, porque sabían que, mientras se tuvieran entre ellos, nada podía salir realmente mal. Todo había ido tan bien porque se tenían mutuamente para cubrirse las espaldas, porque se entendían sin necesidad de decir ni una palabra, tanto en el campo de batalla como fuera de él.

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